CALZADA DE DIEZ DE OCTUBRE

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Calzada del Diez de Octubre
Ciro Bianchi Ross
La calzada del Diez de Octubre fue la calzada de Jesús del Monte hasta
que en 1918 el Ayuntamiento de La Habana accedió a la petición de la
Asociación de Emigrados Revolucionarios Cubanos de dar a esa vía la
nueva denominación  en homenaje al día glorioso en que Carlos Manuel
de Céspedes dio el grito de Independencia o Muerte.
    En Cuba se llama monte a un terreno no cultivado, cubierto de árboles
y arbustos, y, por extensión, a una zona poco urbanizada. De las
puertas de las murallas saieron varios caminos cortos y tres caminos
largos. Uno de ellos, el de San Lázaro, iba hacia el leprosorio y el
cementerio de Espada, ambos al oeste del actual parque Maceo. Otro
camino iba hacia San Antonio Chiquito, sobre las actuales vías de
Reina, Carlos III y Zapata. Ambos caminos concluían en Pueblo Viejo,
en la desembocadura del Almendares. Otro más, el camino de Jesús del
Monte, era el más importante y fue, durante años, el camino del campo.
Su nombre obedecía a esa costumbre muy cubana de llamar monte a todo
espacio no poblado. Fue por decisión de la Junta de Fomento,  el
primer camino habanero empedrado a partir de 1796, y empezó a recibir
el nombre de calzada, es decir, senda calzada por piedras. Era un
tramo de la vía que conducía a las poblaciones  de Santiago de las
Vegas y Bejucal; la única que partía de la ciudad y se adentraba en el
campo.
UNA LEGUA A LA HABANA
En terrenos del actual municipio de Diez de Octubre hubo un ingenio
azucarero. El origen de la parroquia de Jesús del Monte se pierde en
la noche de los tiempos pues su construcción comenzó en 1695 cuando el
presbítero Cristobal Bonifá de Rivera ideó edificarla en un espacio de
su propiedad a fin de que diera servicio a los dueños del ingenio y a
sus esclavos y vecinos.  Las vegas de tabaco, fomentadas junto a los
arroyos de Agua Dulce y Maboa, dieron prosperidad relativa al poblado,
que en 1765 fue declaradfo cabeza de partido y su iglesia dejó de ser
parroquia auxiliar para convertirse en parroquia independiente. En
1820, Jesús del Monte era ya municipio. Pero perdió esa condición tres
años después. En uno de los extremos del muro extetior de la parroquia
local hay una inscripción que nadie se detiene a leer. Está grabada en
la piedra. Dice ¨Una legua a La Habana¨. Para los habaneros de la
periferia, solo el centro y la parte antigua de la ciudad merecen
reconocerse como La Habana. Quizás sea ese el sentido de la
inscripcion, aunque bien puede obedecer a la creencia, todavia en boga
en 1863, de que localidades como Jesús del Monte y el Cerro no podian
unirse con el cuerpo de La Habana porque, como afirmaba en dicha fecha
el historiador Jacobo de la Pezuela,  ¨aún los separan grandes espcios
despoblados¨
    En Jesús del Monte los moradores más humildes ganaban el sustento
gracias a la venta de sombreros de guano y yarey que tejían ellos
mismos, mientras que el tránsito de viajeros, carretas y arrierías
aportaba al mismo tiempo lo suyo gracias al peaje que se recaudaba en
el portazgo establecido en la zona. Pero el establecimiento del
ferrocarril Habana---Bejucal comprometió y retardó el desarrollo del
poblado.
    En 1846 vivían en Jesús del Monte algo más de dos mil personas, y en
1858 eran cuatro mil sus vecinos y en las cinco leguas cuadradas del
territorio se asentaban las aldeas de Arroyo Naranjo, Arroyo Apolo, La
Víbora y otros caseríos. Ese auge obedeció, dice el historiador
Pezuela,  a ¨la pureza de su atmófera y la amenidad de su paisaje¨que
impulsaron a representantes de las calses pudientes a constuir alli
sus residencias y quintas de recreo, y ya en 1863 Jesús del Monte le
disputaba al Cerro y a Puentes Grandes ¨la animación y concurrencia de
las temporadas de verano¨. Eso duraría poco. Jesús del Monte nunca
suplantó a esa localidades como barrio elegante, papel que se adjudicó
El Vedado, y perdió en extensión territorial cuando se le escindió
Arroyo Naranjo, que comprendía entonces los caseríos de Arroyo Apolo y
San Juan.
REBELDÍA
De los árboles de la Calzada de Jesús del  Monte, llamada entonces
Camino de Santiago (de las Vegas), fueron ahorcados doce de los
vegueros que se rebelaron, en 1723 y por tercera vez, contra el
arbitrario y abusivo estanco del tabaco dispuesto por el gobierno
colonial español. Y fue Jesús del Monte asimismo escenario de la
resistencia criolla contra la invasión inglesa en 1762. Por su
ubicación, en una altura frente a la ciudad, resultaba un lugar
estratégico para la defensa de la villa y una via casi única de
abastecimiento. Allí murió Pepe Aninio Gómez y Bullones, alcalde de
Guanabacoa, héroe de la resistencia popular contra el invasor al que
se enfretó a golpe de machete.
    Hace pocos meses el escribidor subió la loma de la iglesia. Frente a
ella se alza lo que debió haber sido un pequeño monumento. ¿A quién?
¿A los vegueros? No llegué a enterarme porque  en aquella estructura
no quedaba una sola letra que explique el porqué de aquel monolito.
Los años, el deterioro, el descuido, la desidia han hecho mella en
muchas de las edificaciones de esta calle.  Algunas se mantienen en
pie por puro milagro.
FRITAS Y CALDO GALLEGO
El poeta Eliseo Diego alude a esta calle habanera como ¨la calzada más
bien enorme de Jesús del Monte¨. La Calzada del Diez de Octubre es una
via que debe andar por los seis kilómetros de largo. Comienza en la
Esquina de Tejas y termina en La Palma. Esto es, comienza en el
municipio Cerro y, luego de atravesar el del Diez de Octubre, concluye
en Arroyo Naranjo luego de cortarse con otras importantes vías de
comunicación como Vía Blanca, Lacret y Avenida de Acosta. En Toyo nace
la Calzada de Luyanó, y no puede dejar de mencionarse el cruce
ferroviario del Café Colón,  establecimieto que es un ineludible punto
de referencia ya en el municipio de Arroyo. Por La Palma pasan no
menos de cincuenta mil personas cada día. Funcionan no menos de cinco
agencias bancarias en el trayecto completo de esta calle y son muy
animados lo tramos que corren entre las calles Estrada Palma y Luis
Estevez y el de la esquina de Toyo, cuya panaderia elabora pan desde
1832. En el café—restaurante El Cuchillo, ahora en ruinas, se ofertaba
el mejor caldo gallego  de La Habana. Faltan además las fritas de
Josefina Siré en los portales del café León, entre las mejores,
salidas de las manos de una mujer que fue rica ---propietaria de la
fábrica de galletas que llevaba su apellido--- y que se agarraba a
aquellas fritas como único medio de subsistencia.
          Las dos estaciones de Policía de la Calzada ---la Oncena,
en Toyo, y la  Décimo Cuarta en Santa Amalia--- son ahora escuelas.
Dos personaje vienen del pasado y perviven en el imaginario popular:
el Padre Rodríguez, párroco de Jesús del Monte, y el padre Ambrosio,
de los Pasionistas, incansable, tanto en la calle como en la misa, en
la recogida de  la limosna que permitiese terminar la construción de
aquel  impresionante templo neogótico.
DE TODO
El espacio que luego ocupó el cine Tosca, en el tramo comprendido
entre las calles Estrada Palma y Luis Estevez, lo tuvo, hasta 1915, el
Gran Liceo de Jesús del Monte. Años después se adaptó para sala
cinematográfica. Impresionaba su fachada, pero la sala propiamente
dicha dejaba mucho que desear. Era más ancha que larga y el piso
carecía de la caída necesaria para facilitar el disfrute pleno del
espectáculo. En la esquina de Agua Dulce se demolió el Gran Cine para
construir en 1945 el cine Florida con sus 1 200 butacas. Otros cines
de la Calzada eran Moderno, Apolo, Gran Cinema y Martha.
    De uno de los apartamentos del Cuchillo de Toyo salió el 4 de
septiembre de 1933 un sargento llamado Batista para cogerse la
República.  Cerca de allí, en el local de la clínica Coopepetiva
Médica ---la antigua Casuso, como le llamaban los viejos  cuando el
escribidor era niño---  se batieron a duelo, ante la curiosidad
morbosa de unos doscientos espectadores, los médicos Pedro Palma y
Ricardo Núñez Portuondo, eminente ciujano. Uno de los lances más
memorables de la historia de los duelos en Cuba. Concluyó con la
herida de quince centímetros de largo que el cirujano ocasionó a su
rival y que lo tajó desde la frente hasta el pecho.
    Y ya que mencinamos esa casa de salud vale recordar que hubo varias a
lo largo  de esta Calzada. Desde Dependientes  ---Hospital Diez de
Octubre--- en el número 130 de la vía, hasta el sanatorio Santa Teresa
de Jesús ---actual Hogar Castellana--- del Centro Castellano.  Entre
una y otra, algunas clínicas de bolsillo, con poca clientela y escasos
recursos como Santa Gema, Santa Clara, El Sol y Nuestra Señora de
Lourdes, instalada en la ostentosa mansión de los Párraga, frente al
paradero de ómnibus de La Víbora.
    Dependientes fue fundada en 1880. Representó una invesión inicial de
algo más de seis mil pesos No disponía de  casa de salud propia y
contaba con algo más de seiscientos socios. En 1957 esa casa de salud
ocupaba un área de 115 000 metros cuadrados con diez y siete
edificaciones. Setenta y cinco mil socios y un capital de casi cinco
millones de pesos.
   
   
   


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Ciro Bianchi Ross

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