EL NUEVO MINISTRO DE EDUCACION Y SU MEDIO KILITO DE QUESO"NO SOLO DE QUESO" VIVE UN MAESTRO(Eligio Damas)

El nuevo ministro de educación y su medio kilito de queso. “No solo de” queso vive un maestro Eligio Damas El señor, ese que uno siempre había visto, como discreto, a espaldas de Diosdado, por lo que, hasta hace poco, le había tenido como de lo que, en esos espacios, llaman del “primer anillo”, una manera como elogiosa, ilustre de llamar a quienes antes simplemente se les decía guardaespaldas, pues no había sido más que un sindicalista de una de estas tan abundantes “federaciones” del magisterio, donde de educación y docencia nada se aprende y si se desarrollan muchos vicios y malas costumbres, por el ocio que acumulan y el ansia de poder que en ellos crece, terminó recalando en el ministerio de Educación en sustitución de Aristóbulo. Quienes nos doblamos el lomo en la docencia y fuimos dirigentes gremiales, sin licencia sindical, porque esta figura es relativamente “nueva”, desde nuestra perspectiva, sabíamos que era el rol ideal para los flojos, arribistas, quienes no les gustaba la docencia y menos el horario, pese tuviesen títulos, pues de esos hubo y hay bastantes. Tanto que, para nosotros, eso era sinónimo de flojera, de no querer nada con el trabajo propio de un docente, el rígido horario, el levantarse de mañana muy temprano y no tener idea cuándo uno se acostaría por las horas docentes de la noche, pruebas acumuladas en casa para corregir y los planes de trabajo y los objetivos a diseñar para el día siguiente. Era la manera de evadirse, el burladero del torero. Lo primero que llama la atención, es como dentro del gobierno se fortalece la idea que para ser ministro de Educación, no es preciso que quien ocupe el cargo, conozca a fondo del asunto. Pero hay más, no sólo se aplica ese criterio al área educativa, sino que se extiende a todo. No importa saber nada de eso, pues allí no hay nada que hacer o no vamos a hacer nada porque, para empezar, idea y ganas no tenemos para eso. Esa es una vaina que existe, heredamos, por ahora no podemos eliminarla de un plumazo, porque podría tumbarnos los votos y hay que esperar el momento oportuno. Y entonces, siendo así, que sólo hay que cuidar la perra, pongamos allí al primero que se atreva a aceptarlo o a quien no se negaría por disciplinado, fiel y más deseoso que lo vean allá en el pueblo y digan, “cómo ha subido ese carajito, como la espuma; desde chiquitico se le veía que iba a llegar lejos, por lo aprontao”. El lema del gobierno es, “en esos cargos lo que necesitamos es gente, aunque sin cerebro ni pedigrí; si las rodillas en la tierra y dispuestos a cumplir lo que se le pida.” Un buen día amaneció como Ministro del trabajo. Basto su pequeño bultico o carterita, sus pocas ganas de dar clases, con sus papeles de dirigente sindical, que no era ni una ni otra cosa, sino un militante político con esa visión anacrónica y senil de “aquí estoy yo pa` lo que manden”; un echao palante y muy disciplinado”. Y por esto mismo allí, en ese cargo, para no correr el riesgo lo sacasen, se prestó para congelar y hasta archivar los contratos de todos los trabajadores, aplastar el salario hasta esmirriarlo, truncar el bello sueño de estos con las prestaciones sociales, eliminar todo servicio de salud, con la destrucción del IPAS-ME, los hospitales del IVSS y hasta volver la pensión que otorga este organismo, una triste limosna. Terminaron, sin darse cuenta, esto es lo triste, como si fuesen agentes del neoliberalismo, del FMI y todo aquello que creían combatir, incluyendo al capital parasitario de Venezuela y al extranjero, al que para disimular le lanzan insultos por encima de la pared. Siendo Ministro del trabajo, un periodista le interrogó, creyéndole la persona propicia para eso, digo esto porque era de un medio oficial y no había motivos para creer que le ponía una concha de mango, sabiendo que la pisaría sin pensarlo dos veces, acerca de la lentitud y hasta imposibilidad del gobierno en el avance y respondió, como si se hubiese puesto por delante un viejo un manual, aunque el manual era el mismo, de aquellos de la década del 60 del siglo pasado, diciendo, “no hemos avanzado más, hecha la revolución hasta la raíz, porque nosotros no llegamos al poder por la vía armada, si así hubiese sido ya la revolución estuviese hecha”. Con lo que, sin darse cuenta, lanzó un balde de basura sobre el ejército venezolano que no se ha dejado manejar por el Pentágono. Cualquier sensato que conoce medianamente el proceso histórico mundial, latinoamericano y venezolano, por lo menos de los últimos 20 años, sabe de la magnitud de tal disparate y lo es tanto que, si algo ha tenido y tiene el gobierno, es apoyo militar en el que sustentarse. Y es fácil entender a que alude y eso no es más que a un simplismo ortodoxo y a una copia que no pudieron sacar porque les falto tinta. Es decir, el tipo no sabe de qué cosa habló, pues la realidad es distinta, no la que imagina, que ojalá imaginación tuviese, sino de la que copió, se aprendió al caletre en aquellos viejos, mohosos y apolillados manuales y hasta es posible más sea de esos que aprendió a puro oído. Dijo aquellos disparates sin pestañar siquiera; seguramente oyó a alguien corregirle y hasta criticarle, pero los aprendices de manuales, si en algo son fieles consigo mismo, es que no escuchan, no consultan con nadie y menos con el mundo real. Sus respuestas están dadas, hechas y empacadas; y es un fastidio ponerse a revolver aquello debiendo salir disparadas en el instante preciso. Le han nombrado Ministro de Educación, porque tiene título docente, y aunque el hábito no hace al monje, si lo ayuda bastante. No tiene los pergaminos necesarios, salvo el de ser de los fieles, “leales siempre” y dispuestos a todo, sin buscarle cuatro patas al gato, ni mirar para atrás. Y en su primera entrevista como tal, ante la prensa, lo primero que hizo “fue poner” su impronta, su escuela y tirar el resto, el todo de lo que tiene por dentro. El periodista, haciéndose eco de la angustia que embarga al magisterio y los trabajadores todos, le interrogó acerca del salario, de la pobreza de este y las expectativas que hay en ese universo. - “Bueno”, respondió el ilustre ministro, “heredero” de figuras como Rafael Pizani, Luis Beltrán Prieto, “estamos conscientes de eso, pero ya sabe que eso es culpa de las sanciones; pero en todo caso con ese salario se puede comprar algo que comer, sobre todo en el interior donde la cosa es más barata”. * - “Pero ministro, ese salario es una miseria” Alegó el entrevistador. Y agrego “Con eso no se puede comprar ni un kilo de queso”. ** El ministro mostrándose seguro, con la seguridad que da el no saber de que cosa se habla o el para nada importarle eso, respondió con tranquilidad, sin poner ni arruga en la cara, lo que en veces demuestra dudas o dejar caer alguna miserable gota de sudor por la frente o la sien, como cuando uno se encuentra avergonzado o atrapado, respondió de manera que para decir lo menos, parece irresponsable y hasta infantil: - “Bueno es posible que con ese salario no se pueda comprar un kilo de queso, pero si medio kilo.” *** El pasaje bíblico dice “No sólo de pan vive el hombre”; y en efecto, como en él se dice, se vive de los afectos, del amor, de la poesía, de las buenas compañías, grandes ideas, pero también del pescado, la mortadela, el arroz, la harina de maíz y de un montón de cosas para las que el salario debe alcanzar. ¿Cómo vivir sólo con medio kilo de queso? Pues el ministro admite que sólo para eso alcanza el salario de un maestro. Y no sólo eso, sino que le parece suficiente, tanto que asume el cargo para que eso siga como viene. Para eso, él es un dirigente sindical leal y muy disciplinado. Por algo es parte del primer anillo. *Todas estas referencias están en una entrevista hecha al nuevo ministro divulgada en un video que corre en Facebook.

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