ADECO ES ADECO. DI MARTINO EN UN MAR DE LAGRIMAS PORQUE PRIETO LE LLAMO ADECO(Eligio Damas)
“Adeco es adeco”. Di Martino en un mar de lágrimas porque Prieto le llamó adeco.
Eligio Damas
Quienes creamos el MIR, pues fui de los creadores de ese heroico e inolvidable partido de corta vida, tanto que formé parte de la pequeña lista de los 50 dirigentes que firmaron su acta de nacimiento, encabezada por gente como Domingo Alberto Rangel y Simón Sáez, casi nos acostumbramos a que, posteriormente, nos siguiesen llamando adecos.
Como testigo de primera línea de esa historia, recuerdo como mucha gente del PCV, ya fundado nuestro nuevo partido, en cualquier avatar o discrepancia, tanto entre las filas de la juventud como de los mayores, solía usar como argumento contra lo que uno plantease, “es que ustedes son adecos”.
Es ese estilo que nunca muere, de intentar descalificar al contrario cuando se está acorralado y no se tiene argumento para la defensa y menos para rebatirlo. Fortalecido por aquello de Betancourt, “adeco es adeco hasta que se muere”.
En la etapa cuando la lucha armada entró en decadencia, no por azar, sino porque ese era su destino, los grupos de izquierda que se reorganizaron legalmente o formaron como resultado de aquel naufragio, siguieron usando, contra quienes a partir de 1972 ò 73 reconstruimos el MIR, esa misma argucia, para iguales fines. Además, por ese como atavismo que siempre ha limitado a la izquierda, el de buscar lo que sea para estar dividida y nunca unida, no se podía pensar en otra cosa ni actuar de manera diferente. Y esto era, en veces, hasta la mayoría de las veces, buscar los enemigos principales en aquel mismo espacio, pues disputaban por el mismo público o para decirlo de manera irreverente, con la debida solicitud de perdón, el único creíble botín.
Refiero esto porque, pese eso, en lo que a mi concierne, siempre me produjo risa, porque uno no podía negar que había sido adeco y haberlo sido no fue, que hasta ahora sepa, nada malo. Todo lo contrario. Fue, por lo menos para mí, una rica experiencia y una realidad que para nada me incomoda. Contrariamente, suelo alegar que, dentro de AD, por los roles que desempañamos en ese partido, teníamos lo que el lugar común llama, “un gran futuro”. Y a eso renunciamos, porque nos negamos a ser adulantes y prestarnos al diseño y desarrollo de políticas que rechazamos y evaluamos nocivas al interés nacional y al de los trabajadores. Aquella “Ley del hambre” de Betancourt que, como ahora, desconoció el contenido de los contratos de los trabajadores, redujo el salario, devaluó radicalmente la moneda, fue combatida por nosotros y nos motivó a salirnos de AD, aunque aquella no hubiese sido una opción acertada. Y, como por casualidad, nos fuimos a Maracaibo, donde tuvimos un enorme respaldo, a oficializar nuestra salida de AD y a darle nacimiento a aquello que llamamos ADI o “Acción Democrática de Izquierda”, que así nos llamamos, hasta que el Congreso que realizamos en breve optó por el nombre de MIR. Y haber tomado aquella decisión, acertada o no, habla de la nobleza y el desprendimiento de quienes participamos en la vanguardia de aquellos acontecimientos.
Todo lo anterior viene a cuento, porque Omar Prieto, un joven dirigente de esos que ahora tanto abunda que, no saben por dónde le entra el agua el coco, en materia de hacer política y comerse las verdes, para quienes la política ha sido un ejercicio muelle, sólo de estar siempre en gobierno y hasta manejando grandes presupuestos, automóviles costosos y hasta disfrutado de aviones de uso particular, al lado de los jefes que resuelven todo con poder y dinero, ha llamado a Gian Carlo Di Martino, “adeco”. Y le ha sacado como trapito al aire, que haya estado 20 años fuera del país en el servicio exterior, donde va mucha gente que entierra el hacha y no está dispuesta a restearse, aunque discrepe.
Y es curiosa esa acusación. Pues pese a que Di Martino, en defensa suya le dice a Omar Prieto más o menos “cuando usted iba yo ya venía”, como que “antes que usted fuese gobernador y Alcalde de San Francisco, yo lo fui de Maracaibo”, por encima de todo, le monta una repetitiva llorona por eso de llamarlo “adeco”. No le habla de servicios heroicos, duros, riesgosos, de mucho aprendizaje, sino de “yo goberné primero que tú”.
Al leer el texto que recoge eso que llaman el hilo de una serie de tuits de Di Martino, en reacción por el disgusto de Prieto, porque él se postula como Alcalde, lo que resalta, llama la atención, como al ahora Cónsul de Venezuela en Milán, le dolió que le llamaran “adeco”. Y como ya dije, a mí eso nunca me dolió, me provocaba risa, no tenía ningún complejo de culpa, me asombra que, a Di Marino, tanto incomode. Ese tipo de cosas suelen llamarla “complejo de culpa”, alguna vaina quiso decir Prieto que Di Martino oculta, aunque no haya motivos.
Y por eso Di Martino dice, con rabia, pero con algo de temor, como a quien le ventilan su secreto, llámame tú como quieras, dime lo que se venga en gana, “pero no me vuelva a llamar adeco”.
No debe incomodarle a alguien que le acusen de una vaina, sabiendo, estando seguro, que no hay pruebas, porque no las hay. Y si Di Martino fue adeco, antes que Chávez, como el Flautista de Hamelin, le atrajese, más siendo èl un hombre muy joven, esa no es cosa que afrente, ni motive de vergüenza. De donde, inmediatamente pensé que, Di Martino acusó el golpe, porque no tiene la claridad y seguridad que tuvimos y las pruebas, el historial de combate, sobre todo siempre en las malas, en las adversidades, para que esas pequeñeces no ensuciasen nuestra moral y prestigio para enfrentarse a una coyuntura como la esa de las elecciones internas de su partido en la cual ambos intentan participar.
Pero llama la atención los argumentos, como escogidos exquisitamente por Di Martino, para defenderse; dice “«En la revolución yo he aprendido, que los enemigos no son los revolucionarios, sino los opositores golpistas, a ellos es a quien debemos atacar, pero no podemos caer en el sectarismo de agredir a todo el que aspire dentro de la revolución.”
Aparte que los “los opositores golpistas”, ponga el lector el nombre que le guste, no pasan de ser simples agentes, a veces a sueldo, de los verdaderos enemigos, pero ese es el lenguaje habitual de quien no tiene exacta conciencia de lo que dice o tiene demasiada y elude chocar con el “verdadero enemigo”, dice algo que parece bonito, sobre todo eso que los “enemigos no son los revolucionarios” y se define como esto último. Pero advierte que su único pecado es “aspirar” y por eso no merece ser agredido. “Otra cosa, pareciera querer decir, “sería si yo estuviese discrepando de Nicolás y la dirigencia del partido”.
Y ese querer decir, queda probado, cuando más adelante, reniega de haberse definido como revolucionario y se asume como adeco, pero de verdad, y muy vigente, cuando dice “yo a la final me apego……”, Y “si el presidente de la paz, Nicolás Maduro, me dice que es “no”, pues es “no”.
“«Cuando usted llegó a la política, yo ya era Alcalde”, le dice Di Martino a Prieto. Y en verdad, los dos tienen experiencia de gobernar. Uno no sabe si bien o mal porque Maracaibo queda muy lejos de acá, de este hueco donde uno vive y mal gobiernan y han gobernado de lado y lado, pero sabe que, si en algo los dos están empatados, es en eso de gobernar, en eso nacieron. Para ellos la política es sólo eso. Fuera del gobierno, de las ventajas que eso depara y lo que da “pa` echà”, serían muy desafortunados y tristes. Sólo han comido de las maduras y debe dolerle a Di Martino que, Prieto, le ensucie su “expediente”, su traje, llamándole adeco o quizás recordándole su juvenil pasado.
Pero hay algo importante, quienes quieran combatir a ambos, no tienen más nada que hacer sino buscar las declaraciones de Prieto contra Di Martino, donde le llama adeco y con lo que quiere sugerir muchas cosas, yo las imagino, las tengo en la mente, como eso “lo que diga Nicolás” y las de Di Martino, donde pese hizo el esfuerzo, quizás por disciplina partidista de no desatarse contra Prieto y ventilar las calamidades del Zulia, solo dijo, lo que como es demasiado, hay personas que “cuando asumen un cargo en vez de construir destruyen”.
Y pensar que ese comportamiento está permitido y hasta avalado, pese el mal gusto, pésimo mensaje y muestra de la moral, mientras se excluye a quien discrepe de políticas del gobierno, de la mejor buena fe, sin interés alguno. ¿Qué más adeco que eso de, será “lo que diga Nicolás?”
https://www.aporrea.org/ideologia/n365144.html
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