MENOYO , EL "EL GALLEGO" INCOMPRENDIDO
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Subject: ¿¿¿¿
POSTED ON OCTUBRE 26, 2016 BY JOSE MANUEL PRESOL
Menoyo, El “gallego” incomprendido
menoyo-cuba-exilio
Por: José Manuel Presol.
Eloy Gutiérrez-Menoyo, para nosotros (cubanos) simplemente Menoyo, tuvo mucha incomprensión, tanto por enemigos como de muchos amigos, que no vieron que era un adelantado.
Nació en Madrid, en plena República. Un hermano, José Antonio, murió en la defensa de Madrid y otro, Carlos, alcanzó el grado de teniente en la Guerra Civil Española. Su padre, médico, hizo la contienda como comandante.
En 1939, Carlos parte al exilio en Francia y la familia se queda en España. Sobre esos recuerdos, Eloy dijo, ya en la Cuba castrista: “yo sé lo que es vivir en un país con hambre, donde no quedan ratas, perros ni gatos para comer”.
Formando parte del Ejército de la Francia Libre, Carlos se convirtió en lo que pudiéramos llamar un héroe. Llega la paz y todos marchan a Cuba, allí descubren “algo”; de nuevo en palabras de Eloy: “En Cuba conocí realmente la libertad: había injusticias y corrupción, claro; pero yo entonces era un niño y no me daba cuenta de esas cosas, solo veía que mi madre por primera vez no tenía miedo a hablar”.
Un 10 de Marzo, un dictador dio un golpe de estado. Los dos se incorporaron a la lucha: Carlos desde su experiencia militar; Eloy, muy joven, en puestos secundarios.
Otro Marzo, ahora 13, el Directorio Revolucionario, la Organización Auténtica y la FEU, haciendo buena la consigna de unidad ante Batista, atacaron el Palacio Presidencial. Fracasaron. Murieron hombres valiosos, entre ellos Carlos. El Directorio quedó “descabezado”, pero no vencido; muchos, igual o más jóvenes, hombres y mujeres, ocuparon el puesto de los caídos.
Eloy pasó al mando de los grupos de acción en La Habana. Recuperó las armas no utilizadas, y las distribuyó: rearmó a los militantes, envió un cargamento a Sierra Maestra (permitiendo el combate de El Uvero) y estableció depósitos en el Escambray con vistas al futuro.
Después salió para Miami y consiguió autorización del Directorio para abrir el Frente Nacional del Escambray. Pronto consiguió tener sobre las armas más de 2,000 hombres. Surgieron problemas. Fauré Chomón quiso hacerse cargo del Frente, lo rechazó, pues, entre otras cosas, ya había quién sospechaba de su actuación en el Asalto a Palacio y de sus simpatías por Fidel Castro.
Desafortunadamente, hubo una escisión, se marchó y formó el Segundo Frente Nacional del Escambray. Con la unidad de los cubanos presente, allí se aceptaba a todos, incluso combatían llevando insignias de otras organizaciones. Solo había dos condiciones: 1) luchar por la libertad de Cuba sin distinción de ideología y (la excepción) 2) no simpatizar con el comunismo estalinista.
Llegó Ernesto Guevara, y se produjeron roces, pero no era momento para divisiones, sino para uniones. No obstante hay una anécdota, fue al firmar del documento que delimitaba las zonas de combate. Vio que su interlocutor había firmado como “Che”, y le dijo: “Si tú firmas “Che”, yo pongo “gallego” y mandamos todo pa´l carajo”.
Al final se firmó como era debido y Menoyo, con su segundo -William Morgan- liberó Cienfuegos y cogió la carretera central y entró el primero en La Habana. Era el primer comandante de la revolución en entrar en la Capital, también era el más joven de todos ellos.
Empezaron a no gustarle algunas cosas. Disolvió el II Frente para evitar la unificación en torno al “26”. Hizo comentarios críticos en televisión. Y aquí surge otro momento decisivo. Morgan le comenta que un grupo le ha contactado y han dicho que quieren invadir la Isla. La duda de ambos no era alzarse contra Castro, sino que en el grupo había muchos elementos de Batista y que estaba patrocinado por Trujillo, el dictador dominicano.
Deciden comunicarlo directamente a Fidel. Planean decir a “los invasores” que ellos se van a alzar en Fomento, zona que les es muy fiel, y que pueden contar con el aeropuerto para llegar e invadir por aire. Dicho y hecho, la invasión es desarticulada y todos los participantes muertos, heridos o capturados.
A pesar de esto, William Morgan es fusilado poco después y él tiene que tomar el camino de muchos cubanos: coger un bote e irse a Miami.
Allí se está preparando la invasión de Playa Girón. Le piden que participe, a pesar de que hay más de un “dirigente” que está en contra. Lo rechaza y da dos razones: 1) que en la expedición participan antiguos batistianos y 2) que está dirigida por la CIA, por lo que aquello podía fracasar. El tiempo le daría la razón.
Comienza a conformar su propia organización, Alpha 66, que se revelaría como la más dinámica, en hechos armados, durante muchos años.
Desembarca cerca de Baracoa, le capturan al cabo de un mes y le llevan a presencia de Fidel, que le dijo: “Oye gallego, yo sabía que tú volvías, pero también sabía que te iba a agarrar”. Le condenaron a muerte, que le conmutaron por 30 años, a los que se acumularon otros 25, por pertenecer a “los plantados” y organizar un grupo de resistencia dentro de prisión. Allí dentro, debido a las torturas y maltratos, sufrió la pérdida auditiva de un oído y la visión de un ojo, así como sufrió 24 fracturas de costillas.
Al cabo de 22 años, Felipe González, entonces Presidente de España, consigue su libertad. Primero va a Madrid y de allí a Miami, donde funda Cambio Cubano y comienza a hablar de que ese cambio solo puede venir de dentro, mentalizando a las nuevas generaciones y mediante el diálogo. Eso desató las furias contra él de algunos de los que hoy formarían parte del llamado exilio histórico, pero, como dijo en una entrevista a Mauricio Vicent: “Por el bien de Cuba es necesario el diálogo entre el exilio y el régimen para alcanzar la reconciliación”.
Volvió a Cuba y se entrevistó con Fidel; no le reprochó nada, solo pidió, sin resultado, hablar del futuro. Con ese espíritu, en 2003 se trasladó definitivamente a La Habana, donde continuó luchando por el diálogo y la reconciliación para cambiar el estado de cosas.
Allí murió el 26 de Octubre de 2012, dejándonos a todos su testamento político, con un profundo análisis de la situación y un último, maravilloso, párrafo de despedida, que merece la pena sea reproducido:
“Porque, no importa cómo, la suerte llegará: delgada, silenciosa y frágil como una mariposa llena de júbilo, como una señal para este pobre Pueblo que merece algo mejor. Yo sé que habrá una mariposa que se posará en la sombra. Me habría gustado poderle decir que habría querido dar más; acaso ella habría entendido que solo pude dar mi vida y que tuve el privilegio de ser parte de esta Isla y de este Pueblo.”
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