EL MARTI DE MANTILLA
El Martí de Mantilla
Ciro Bianchi Ross
ciro@juventudrebelde.cu
Un singular monumento a José Martí se erige en el reparto habanero de
Mantilla. El busto, de 7,5 metros, está colocado en la cima de una
edificación de 22 metros de alto, original manera con la que el
propietario del inmueble quiso, al construirlo en 1958, rendir
homenaje al Apóstol de la Independencia de Cuba.
Se trata de una casa de vivienda de siete pisos, conocida en la zona
como el Mirador de Martí o, en atención a cierto detalle constructivo,
la pagoda china de Mantilla. Sin duda, uno de los edificios más
singulares de La Habana y de toda Cuba, con el añadido de que sirve
de pedestal a la imagen del Héroe Nacional más alta de la Isla,
superada solo por el Martí del Pico Turquino.
ANDANDO POR AHÍ
Mantilla, hoy un consejo popular del municipio de Arroyo Naranjo, es
una comunidad llena de curiosidades que no siempre se revelan a
primera vista.
Allí vive y ha escrito toda su obra Leonardo Padura, Premio Princesa
de Asturias, el creador del detective Mario Conde y autor de La novela
de mi vida, que ha visto traducidos sus libros a más de treinta
lenguas potables e impotables.
El paisaje urbano local lo matiza, a la derecha de la Calzada de
Managua según se avanza hacia El Calvario, el llamado castillo de
Averhoff, una edificación de estilo inglés, palacio de lujo en una de
las barriadas más pobres de la capital y sobre el que los mantilleros
hacen rodar escalofriantes y también divertidas leyendas, como
aquella, fija en el imaginario de la zona, de las orgías auspiciadas
por el propietario del inmueble en la que circunspectos caballeros,
perdida toda la compostura, corrían con las portañuelas abiertas
detrás de tentadoras damas semidesnudas.
La ruta 4 cubría el trayecto Mantilla---Avenida del Puerto.
Perteneciente a la Cooperativa de Ómnibus Aliados (COA) una de las
empresas que controlaba el transporte en la ciudad ---la otra era la
de los Autobuses Modernos--- era una de las líneas de guaguas más
eficientes, con una frecuencia de salida de sus carros que todavía
corta el aliento. Su paradero, siempre lleno de vida ---el alma de
Mantilla, le llamó Padura--- es hoy un parqueo de ómnibus escolares.
Mantilla tuvo una cárcel ---el vivac de mujeres, tanto para las
acusadas de delitos comunes como políticos, en sustitución del vivac
de Guanabacoa Allí estuvieron recluidas las luchadoras anti
batistianas Aida Pelayo y Nilda Ravelo, y también América Domitro,
novia del legendario Frank País. Y tuvo una Sociedad de Instrucción,
Recreo y Sport, el célebre Liceo de Mantilla, creado en 1924, famoso
por sus bailes populares. Ya no existe y los viejos lo recuerdan con
nostalgia. Fueron inútiles los reclamos de la vecinería para
reactivarlo, lo que ya no será posible, al menos en el mismo sitio
porque el local fue subdividido para viviendas.
Una curiosidad más. Mantilla es de las pocas comunidades de Cuba, con
dos patronos y dos fechas tradicionales.
SAN RAFAEL Y LA CARIDAD
Personas muy vinculadas al Arzobispado habanero concibieron una gran
fiesta para, los 24 de octubre, rendir homenaje a San Rafael, patrono
de la comunidad. Centavo a centavo los mantilleros lograron reunir la
suma necesaria para erigir el templo católico de Calzada de Managua
esquina a Delgado.
Obreros y empleados de la Ruta 4 eran de otra opinión y se empeñaron
en que la Virgen de la Caridad del Cobre fuera la patrona de la
comunidad y eligieron el 24 de febrero como fecha para su celebración.
Cada 24 de octubre, los devotos de San Rafael adornaban el reparto
con palmas y banderas y daban rienda suelta a variadas actividades
para grandes y chicos que concluían con una procesión y un baile que
era amenizado por una orquesta de fama.
Por su parte, la Ruta 4 organizaba un sorteo de juguetes y objetos
donados por comerciantes de la zona y familias pudientes para júbilo
de los sectores más humildes.
¿QUIÉN ERES TÚ?
En junio de 1898, ya casi al final de la Guerra de Independencia,
desembarcaba cerca de Banes, en la costa norte de la región oriental,
el vapor Florida, de nueve nudos de velocidad, una capacidad de 1300
toneladas de carga y 17 pies de calado. Había salido de Port Tampa, el
17 de ese mes, con unos cuatrocientos hombres que se incorporarían al
Ejército Libertador.
Organizada por la Delegación del Partido Revolucionario Cubano, con
sede en Nueva York, y el gobierno de Washington, traía como “jefe de
mar” al general de brigada Joaquín Castillo Duany, y como “jefe de
tierra” al general de división José Lacret Morlot. Durante su travesía
fue custodiado por el cañonero norteamericano Osceola, y otro barco
norteamericano se sumó a su custodia en el momento del desembarco, el
26 de junio.
Traía el vapor Florida 7 500 fusiles Springfield y 1 300 000
cartuchos calibre .43. También 30 caballos, 75 mulos y 100 equipos de
caballería, así como 20 000 raciones de vivieres, ropa, zapatos,
medicamentos y otros medios.
Entre otras figuras conocidas ---o que se harían conocidas con el
tiempo--- venían en la expedición el mayor general Julio Sanguily,
Martín Morúa Delgado, Generoso Campos Marquetti y Armando André, que
había puesto una bomba cerca del despacho del sanguinario Valeriano
Weyler, en el Palacio de los Capitanes Generales, y que sería
asesinado en La Habana, por orden del tirano Gerardo Machado, en 1925.
Con ellos venía un hombre sobre el que el escribidor no ha podido
conseguir información. Su nombre no aparece en el Diccionario
Enciclopédico de Historia Militar de Cuba (2016) ni el utilísimo
diccionario biográfico Mil criollos del siglo XIX (2013) de César
García del Pino. Tampoco en Cuba en la mano (1940). Se llamaba Andrés
Carbonay, sin duda un combatiente anónimo, y había conocido a José
Martí en Tampa.
Es Adolfo Carbonay Macías quien, en memoria de su abuelo, decide
construir el Mirador de Martí o la Pagoda china de Mantilla. Invirtió
unos 50 000 pesos, una verdadera suma para la época, en el intento de
hacer realidad su sueño.
CENTRO DE ESTUDIOS MARTIANOS
En un comienzo la casa, sita en la calle Rosell entre Don Tomás y
Caballero contaría de dos pisos que serian habitados por la familia
Carbonay Macías, y el resto daría cabida a un centro donde se
estudiaría el pensamiento de Martí.
Sin embargo, creció el proyecto y se añadió un tercer piso para lo
que sería una gran sala de fiestas y un estudio fotográfico. De ahí en
adelante, del cuarto piso hacia arriba, funcionaría el centro de
estudios martianos, mientras que un mirador remataría la obra.
El proyecto original contemplaba una piscina y un parque de
diversiones, ambos con libre acceso para estudiantes de la zona. La
pileta tendría una fuente con una rosa blanca de donde brotaría el
agua iluminada por los colores de la bandera.
La casa ha estado pintada siempre de blanco, rojo y azul, los colores
de la enseña nacional.
En el proyecto, la cabeza de Martí estaría encima de una estrella,
pero la simetría dificultaba la ejecución de la obra, por lo que se
decidió colocarla sobre una semipagoda, y de esa manera el mirador
rindió tributo a la valiosa presencia china en el Ejército Libertador.
La cabeza del Apóstol está orientada hacia el sol.
LA RESTAURACIÓN
En el año 2001 la empresa Puerto Carenas, de la Oficina del
Historiador de la Ciudad, asumió las obras de reparación del inmueble.
Se dice, mitad en broma, mitad en serio, que se hizo necesario
conformar una brigada de “alpinistas” para acometer el trabajo Se
asumió entonces la tarea de sustituir el busto, que era de yeso, por
otro de concreto y se le dotó de luces y de un pararrayos. En esa
ocasión, Esteban Lazo Hernández, miembro del Buró Político del Comité
Central del Partido Comunista de Cuba, develó una tarja en el lugar.
Se desconoce el nombre del escultor de la obra. Posiblemente no fue
obra de un artista, sino que se ejecutó en una factoría dedicada a
esos menesteres.
De cualquier manera es una imagen magnificada del Apóstol, lo que
facilita que se haga visible desde largas distancias.
Los descendientes de Andrés Carbonay Macías siguen siendo los
ocupantes del inmueble.
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