LOS DOS REGRESOS DE GUTIERREZ MENOYO (1)
Los dos regresos de Gutiérrez Menoyo (I)
Última entrevista al anticastrista, realizada por Cubanet, en La Habana, cuatro días antes de su muerte
Ernesto Santana Zaldívar ERNESTO SANTANA ZALDÍVARMARTES, 30 DE OCTUBRE, 2012 | 12:01 AM
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LA HABANA, Cuba, octubre, 173.203.82.38 -Esta entrevista ocurrió el pasado domingo 21 de octubre, en el apartamento de Eloy Gutiérrez Menoyo, en un barrio de San Agustín de edificios descoloridos, ruidosos y amontonados como a la buena de Dios, muy lejos del centro de la ciudad. A pesar de que ya sabía de su estado de salud, que lo obligaba a ingresar al día siguiente en un hospital, y me habían dicho que posiblemente esa fuera la entrevista que pudiera conceder antes de morir, me encontré con un hombre que, aunque desgastado y muy envejecido, se mostraba todavía fuerte, con movimientos firmes, completamente lúcido y alerta y, por momentos, con una voz enérgica y un ánimo vivísimo. No obstante, lo primero que había dicho, con lo que le quedaba de su ceceo natal, era: “Me quedo sin voz y por eso no estoy dando entrevistas”.
Cuando salí de allí, me resultaba imposible suponer que no muchas horas después del encuentro aquel hombre ya no existiría físicamente. Cuando supe la noticia, ni siquiera había terminado de transcribir la larga entrevista, que, como me advirtieran, resultó ser precisa y desgraciadamente, la última que pudo ofrecer.
Como se conoce, Eloy Gutiérrez Menoyo era un personaje político sumamente controvertido, que fue acusado de traidor y “dialoguero” por quienes no estaban de acuerdo con él, que a veces dejaba a su paso más interrogantes que respuestas. Alguien lo llamó “hombre de luces y sombras”. No hay dudas, sin embargo, de que algunas etapas de su vida fueron épicas y de un heroísmo difícil de comparar, desde que fundó el Segundo Frente Nacional del Escambray en noviembre de 1957 hasta que desembarcó cerca de Baracoa para enfrentar la dictadura pro-soviética de Fidel Castro en diciembre de 1964. Aunque no fue fusilado, tuvo que sufrir veintidós años de severa prisión.
A partir de 1986, cuando fue liberado, su historia pareció desdibujarse. Desde entonces su imagen de héroe, convertido ahora en opositor pacífico partidario del diálogo con el gobierno cubano, ha sido atacada con fuerza desde casi todos los bandos. Pero el viejo Gallego, como le llamaban, no se quedó corto en sus opiniones también contra casi todos los bandos. Pese a todo, nunca le han faltado defensores o respetuosos de sus posiciones. De manera que es trabajoso hacerse una imagen serena y justa de él, y ha de ser labor de futuros sudores la de quienes se entreguen a investigar vida y hechos de este hombre para esclarecer su verdadero lugar en la historia de nuestro país, después de unos inicios —como bachiller inconcluso y luego estibador de harina para los camiones de la compañía Duquesne, en el Barrio Obrero de San Miguel del Padrón—, que no parecían prometer ninguna epopeya.
Por lo pronto, cualquiera que sea el veredicto, y opinemos nosotros ahora lo que opinemos, ya Eloy Gutiérrez Menoyo no podrá replicar ni defenderse nunca más. Así que estas respuestas suyas para las preguntas de Cubanet —más allá de que aclaren o enardezcan el debate— pueden servir, al menos, para ver cómo ponía en palabras sus ideas este viejo luchador unos días antes de callar para siempre.
He aquí la primera parte de la entrevista.
Cubanet – Uno de los hechos más admirados en su historia como combatiente contra las tiranías fue su regreso a Cuba en una expedición armada. ¿Cómo ocurrió este episodio? ¿Es cierta la anécdota de que Fidel Castro lo convenció personalmente para que se rindiera a pesar de que usted tenía una granada en cada mano?
Eloy Gutiérrez Menoyo – Eso es fantasía. Donde haya combate directo, tú no puedes pensar que va a estar Fidel Castro. Hicimos un campamento de entrenamiento en República Dominicana. De allí vine en el primer grupo y desembarqué por punta Caletas. Se sucedieron una serie de combates durante varios días. Metieron el Batallón 50, la Milicia Serrana, el Batallón Fronterizo, hasta que caímos presos después de múltiples combates, porque diariamente había uno o dos, y hasta tres combates. Éramos cuatro gatos contra miles de soldados y milicianos.
Ya preso yo, Fidel Castro me fue a ver. Le dije: Ustedes fueron los que empezaron a hostigarnos, regando la imagen de los “comevacas” del Escambray. Mira, yo combatí en Banao, en Michilena, en La Diana, en Charco Azul (y enumeré todos los lugares en donde combatí, a veces cuerpo a cuerpo, y como estaba convencido de que me iba a fusilar, no me importaba decirle lo que me diera la gana). Y tú, que yo sepa, el único tiro que disparaste fue desde una loma para que empezara el ataque al Uvero. Esto fue delante de todos los altos mandos militares de Cuba, porque los citó para el interrogatorio conmigo pensando que a lo mejor había alguno que tenía algún contacto y no iba. Entonces, cuando le digo yo eso, me dice él: Bueno, pero yo era jefe de un frente. Y le digo: Espera, es que yo era jefe de otro frente. Tú terminaste con tres mil y pico de hombres, yo también. Así que el hostigamiento fue de ellos, constante. ¿Temor? Habíamos participado para vencer la conspiración trujillista, lo que había dirigido yo; habíamos movido un montón de hombres del II Frente sin que hubiera una filtración. Y eso a Fidel le inspiró seguramente un temor para el futuro, porque vio que nosotros teníamos un equipo de gente muy unido que podíamos mover.
CN – ¿Podría contar los detalles de su regreso a Cuba como opositor pacífico? ¿Cómo se explica que usted sea el único al que se le ha permitido eso?
EGM – Cuando estaba preso, habían hecho gestiones por mi libertad personalidades como el Papa, Jimmy Carter, Carlos Andrés Pérez y presidentes de varios países; pero el que logra mi libertad es Felipe González. Anteriormente había venido a Cuba el presidente de gobierno español Adolfo Suárez, que pidió mi libertad, pero no se la concedieron. Soy ciudadano cubano desde mucho antes de 1959, pero este gobierno ha desaparecido mi ciudadanía, que no aparece por ningún lado. Legalmente, soy un extranjero. Cuando regresé no vine a hacer oposición. Yo siempre fui opositor. No disidente, porque nunca cobré el ejército, aunque estaba en las planillas; no ocupé ningún cargo, no fui miembro del Partido Comunista. Por lo tanto no soy disidente, sino opositor, porque hice la revolución para algo que no era esto ni nada parecido. Contra mí han tomado represalias que no han tomado con muchos disidentes, a la chita callando, como hacen las cosas. Ponen obstáculos y obstáculos. Mi residencia en Estados Unidos la perdí porque soy el único opositor en Cuba al que gobierno norteamericano le ha enviado una carta en la cual le dice que está sujeto a doscientos cincuenta mil dólares de multa o diez años de prisión. Por lo tanto, ante esa situación, entré en Estados Unidos por Chicago y, cuando me fueron a celebrar juicio, resultó que como español me pueden quitar la residencia, pero no me pueden poner una multa ni meterme preso. O sea, que he sido sometido a represalias, yo te diría, por ambos lados. Algunos periodistas me dicen que no he tenido obstáculos. ¿Qué más obstáculos voy a tener? No necesito que el gobierno diga si estoy viviendo legalmente o no aquí. Este es mi país.
CN – Usted ha sido respetado como revolucionario que luchó firmemente primero contra Batista y luego contra Fidel Castro, y soportó sin flaquear veintidós años de prisión. ¿Considera que su actitud luego como opositor de este régimen está a la altura del radicalismo que lo caracterizó siempre o que ha sido más conservadora?
EGM – Los años pasan y surgen una serie de enfermedades que no estaban en el programa. Ahora estoy tranquilo porque estoy enfermo, en proceso de recuperación. Yo creo que lo que tenía que hacer lo hice. Estando preso, realicé una docena de huelgas de hambre. Una de ellas, en la peor época del presidio político, fue de cinco meses. Los dos primeros, a pelo limpio. El tercero, en el hospital, tres tomas de dextrosa diaria porque si no me amarraban. El cuarto mes, de nuevo a pelo limpio. El quinto mes, tres tomas de té diarias. Cuando terminé, los médicos militares y la alta oficialidad fueron a verme y me preguntaron cómo yo resumiría aquella huelga. ¿Cómo? De la siguiente forma: Si me dan la libertad por que haga una huelga similar, no la puedo hacer. Eso se hace una sola vez y punto.
Una vez recibí una golpiza enorme. Salí vivo de milagro. Culatazos, patadas, golpes contra las piedras. Me partieron todas las costillas, me rompieron el ojo derecho y perdí la visión por completo en ese ojo, me dañaron el oído izquierdo a tal extremo que perdí la audición. Había orden de no ingresarme en el hospital y entonces me entizaron todo el tronco, desde el cuello hasta la cintura, con tape, porque no podía respirar.
A mí me da risa, porque la posición mía es independiente. Hablando claro, yo no nací para ser agente ni de España, ni de Estados Unidos, ni de Cuba, ni un carajo. Pero eso tiene su precio. Ni le sirves a la derecha ni a ningún otro factor. Eso es una política errónea de ellos. Aunque William Morgan no haya sido de tal organización o de tal otra de su preferencia, hablen de él, porque lo de William fue un asesinato. Pero no lo hacen.
CN – Usted conoció personalmente a Fidel Castro y tuvo un encuentro con él cuando regresó a Cuba desde el exilio. ¿Cree que él ha sido uno de esos líderes a quienes el poder corrompe? ¿Cómo describiría el papel que ha jugado en la historia de la república cubana?
EGM – Soy el único opositor —no recuerdo a ningún otro— al cual Fidel recibió. Ah, que no llevó a cabo mis peticiones, eso de antemano ya yo lo sabía. Fidel Castro es un enfermo, con un ego impresionante, despiadado con sus adversarios. Conmigo no solo ha sido despiadado, sino injusto. Yo luché contra Batista para lograr la libertad de Cuba, para restablecer el ritmo constitucional del país; pero si hubiera tenido maldad política… El 1º de enero, el que entró primero con la tropa en La Habana fui yo. Además, pude tomar Matanzas, pero Batista se cayó y se fue, ¿para qué vamos a tomar el cuartel? Aunque salieron los guardias a entregármelo, en nombre de Fidel, que era la cabeza visible. Pude tomar Ciudad Libertad. Cuando yo entré, aquí no estaban ni Che ni Camilo. Pude tomar La Cabaña. Pude tomarlo todo y no lo tomé. Entonces Fidel, como ente político, debió haberse dado cuenta de que aquel muchacho no tenía ambición ninguna. Le evité la pugna en que podíamos haber entrado si yo llego a tener poder. Hubiera sido peligrosísimo para él, porque hasta de Pinar del Río, cuando yo entré en La Habana, me avisaron para que enviara tropas y entregar la provincia. Así que pude tomarlo todo y luego vamos a ver a cómo tocamos.
El día 3 entraron Guevara y Camilo. El 8 entró Fidel. En Ciudad Libertad me dijo: Oye, Menoyo, quiero conversar contigo. ¿Qué quería conversar? Lo que en mi mente ni estaba. ¿A qué aspiras? ¿Qué quieres? Yo, nada. A lo que sí aspiro es a que los que están bajo mi mando que quieran quedarse en el ejército no tengan problemas y se puedan quedar. Me dijo: Bueno, yo no les doy nada; ellos se lo han ganado. ¡Coño, y a los pocos meses me manda a Guevara y a Camilo allí, al Estado Mayor, a depurar porque yo tenía muchos oficiales! No jodas, si es lo único que se te ha pedido. Como les dije: Miren, yo tengo ciento cincuenta oficiales. Vamos a darle ciento cincuenta oficiales al Directorio. Vamos a darle al Partido Socialista ciento cincuenta oficiales. El Movimiento 26 de Julio ciento cincuenta, seiscientos. ¿Quién tiene los miles de oficiales? ¿Ustedes? Depuren ustedes entonces. Yo no tengo un carajo que depurar. O sea, que lo único que pedí a los pocos meses ya lo estaba violando. Y empezaron a difamar la organización que yo había presidido. En fin, que fueron ellos, el propio Fidel Castro, quien empezó a hostigar.
El que lo conocía desde antes sabía que ya era un dictador por dentro. Es un individuo con un ego enfermizo. Yo no quería nada, a no ser restablecer el ritmo constitucional del país. Nací bajo una dictadura, conocí la dictadura franquista desde niño y no apoyaría jamás otra tiranía. Y eso lo sabía Fidel. Ahora, su ego no le permite admitir que pueda haber alguien que le discuta el poder, o más inteligente que él. Hoy sigue siendo un individuo que solo cree en él mismo. No tiene ninguna ideología. Usa lo que le sirva. Lo que tiene es una filosofía del despojo: quitarlo todo y controlar mando, inteligencia, medios de difusión: todo lo abarca y la historia se la coge para él solo. Pero entiendo que en Cuba hay historiadores inteligentes. Averiguan la verdad, saben que no la pueden decir y callan. Sin embargo, desaparecido todo este proceso, los historiadores se darán a la tarea de poner las cosas en su lugar, porque el pueblo de Cuba tiene derecho a saber la verdad. Castro es un individuo al que no se le pueden quitar algunos méritos. No puedes decir que es valiente, pero es osado.
Sin embargo, ha habido otros con tantos o más méritos que él. El hecho más audaz que recuerda la historia no lo llevó a cabo el Movimiento 26 de Julio, y es el asalto al Palacio Presidencial. Le guste a él o no le guste, el que lo organizó y lo dirigió se llama Carlos Gutiérrez Menoyo, le guste o no le guste ese apellido. Cuando llega el 13 de marzo se habla de José Antonio Echeverría, que tiene un mérito tremendo porque le encomendaron la toma de Radio Reloj; pero no es el hecho verdaderamente histórico, porque José Antonio no dirigió el asalto al Palacio. Aunque quiera enterrar el apellido Gutiérrez Menoyo, aunque quiera ocultar a la figura política de ese asalto, que fue Menelao Mora. El Directorio Revolucionario (y me consta, porque yo fui enlace en el asalto al Palacio) fue invitado a última hora. Era un grupo muy positivo, gente joven, de la federación, pero no organizó el asalto. Así que llegará un momento en que la historia será puesta en su lugar.
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