LA OBSESION CON CASTRO SOBREPASA A FIDEL (Max J. Castro) Progreso semanal)

Fidel Por Max J. Castro En Ago 18, 2021 ShareFacebookTwitterEmailGoogle+ MIAMI. La aplastante derrota de las fuerzas respaldadas por Estados Unidos en Afganistán envía un mensaje claro, pero nunca entendido por los exiliados cubanos que sueñan con un cambio de régimen en Cuba a través de la intervención estadounidense: que la democracia no se puede exportar o imponer a punta de pistola. Tres o cuatro generaciones de cubanoamericanos, los que conservan la mentalidad de sus padres y abuelos, han estado agitando en las calles de Miami y Washington por lo que ha sido la esperanza típica de los exiliados antigubernamentales desde 1959: una intervención militar. Lo más cerca que llegaron a su deseo fue la invasión de Bahía de Cochinos en 1961, una operación de la CIA llevada a cabo por intermediarios del exilio. Esa aventura fatal es conocida en los círculos de la política exterior de Estados Unidos como “el desastre perfecto”. Después de esa experiencia y las debacles en Vietnam, Irak y Afganistán, ¿por qué alguien en su sano juicio pensaría que el gobierno de Estados Unidos siquiera consideraría otro experimento para crear una democracia al estilo estadounidense en una tierra extranjera? Estas misiones mesiánicas conducen al final a carreras desbocadas hacia las salidas. Asfixiar la economía cubana, que es la política de Estados Unidos desde Trump hasta hoy, perjudica al pueblo cubano. La gente de la isla trabaja, vive y subsiste en esa economía, no en otra. Es una política cruel que ha estado en vigor desde la administración de Kennedy y no ha logrado otra cosa que empobrecer aún más al pueblo de Cuba y valerle a Estados Unidos la condena prácticamente unánime del mundo, expresada anualmente en las votaciones de Naciones Unidas, cuando sólo Israel vota en contra. La única excepción a esta interminable política hostil ocurrió durante el segundo término de Obama, que inició un proceso de apertura hacia Cuba, estableció relaciones diplomáticas, liberalizó los viajes y ofreció un rayo de esperanza de un futuro mejor para las relaciones Cuba-Estados Unidos y para el pueblo cubano. Trump, que se deleitó en deshacer cualquier cosa buena que hizo Obama, restableció una política hostil, y recrudeció las restricciones previas a Obama. Biden, que ha revertido gran parte de las nefastas políticas de Trump, ha mantenido la misma postura hacia Cuba con un ojo puesto en la politiquería de la Florida, y agregó algunas sanciones (relativamente insignificantes) contra funcionarios cubanos en respuesta al clamor de los exiliados en Estados Unidos. Unas palabras de advertencia: el único otro país que ha sufrido una guerra económica tan larga fue Haití en el siglo XIX después de su revolución, y es una de las principales razones por las que hoy Haití es la definición de un estado fallido. Las causas de ambos embargos son similares. La revolución haitiana sacudió a los estados dominantes del siglo XIX que se beneficiaban inmensamente y dependían de la esclavitud para impulsar la Revolución Industrial, especialmente la industria británica que importaba enormes cantidades de algodón cultivado por esclavos en el sur de Estados Unidos. Si el ejemplo de Haití se hubiera extendido, los intereses económicos de las grandes potencias se hubiesen perjudicado. Esos intereses tomaron represalias con un bloqueo económico de décadas, que se sumó a los problemas internos de mala gobernanza y trastornos económicos. Al igual, la revolución cubana amenazó el dominio estadounidense del hemisferio, y las represalias fueron duras, rápidas y de larga data. Todo esto se suma a los problemas inherentes de una economía centralizada por el estado en un país subdesarrollado. Los partidarios del embargo utilizan un falaz argumento binario: no es el embargo, sino el propio gobierno, lo que perjudica a la economía cubana y, por tanto, al pueblo cubano. Ese es un argumento conveniente si uno tiene tolerancia infinita ante el dolor de otros pueblos. La realidad es que el embargo actúa como una comorbilidad. Las personas con afecciones médicas subyacentes, como enfermedades cardíacas o renales, se ponen peor si contraen Covid-19. Asimismo, el embargo empeora las ineficiencias inherentes al modelo económico cubano. Son un doble golpe que aumenta las penurias que enfrenta la población. La democracia no llegará a Cuba a través de Washington o Miami. En este sentido, a los fanáticos del embargo/bloqueo, les pregunto cuánto tiempo quieren mantener la rodilla apretando el cuello del pueblo cubano, y para qué. ¿Por despecho? Es hora de que los cubanos en Estados Unidos y otros lugares de la diáspora desafíen la narrativa típica del exilio como muchos otros lo han hecho durante décadas, a veces a un gran costo. El amor por Cuba, por el pueblo cubano, por la soberanía de la nación, es más importante y noble que un odio obsesivo hacia el gobierno cubano y el comunismo. Tenemos que presionar a Biden para que vuelva a la política de Obama en lugar de escuchar servilmente a los oportunistas políticos de la Florida como DeSantis, Rubio, Salazar y compañía. Cuando Estados Unidos predica la democracia para Cuba y reclama que se permitan las manifestaciones allá sin represión gubernamental, tienen que mirarse en el espejo. Mientras que los republicanos sigan justificando el asalto con intenciones homicidas al Capitolio y estén inventando nuevos esquemas para suprimir la participación democrática de los afroamericanos y otras minorías étnicas, Estados Unidos no está en condiciones de dar lecciones de democracia a nadie. La represión de los manifestantes de Black Lives Matter fue más fuerte que cualquier cosa vista en Cuba recientemente. El gobernador Ron DeSantis de la Florida aprobó una nueva ley dirigida a ese movimiento que impone cárcel y fuertes multas por manifestaciones en las vías públicas. Sin embargo, cuando los exiliados cubanos se apoderaron de carreteras estatales y federales para realizar protestas, las autoridades se hicieron de la vista gorda. Por último, confío en que, si tuviéramos datos comparables, en cualquier año la policía mata a más civiles en Estados Unidos de lo que han matado en Cuba, en total, desde el principio de la revolución. Estados Unidos debe abandonar lo que los periodistas del Miami Herald Michael L. Krenn y Don Bohning han llamado “La obsesión con Castro”. Fidel ya no está, pero la obsesión continúa. Suéltenlo ya. No se ha logrado nada excepto un círculo vicioso de hostilidad y más hostilidad, como la serie de historietas “Espía contra Espía” en la revista Mad. Biden, aprende de Obama, el hombre que salvó tu carrera política al abrazarte como su vicepresidente después de hacer lo que se interpretó como comentarios condescendientes y con tintes raciales sobre él. Ignora a los Díaz-Balarts y otros incorregibles y amargados, y asume la estatura moral de Nelson Mandela, que hizo las paces con sus enemigos ––a pesar de haber sido encarcelado durante años en una isla prisión, así como fueron el resto de los sudafricanos negros en la vasta prisión al aire libre llamada apartheid. Traducción de Amaury Cruz. Progreso Semanal/ Weekly autoriza la reproducción total o parcial de los artículos de nuestros periodistas siempre y cuando se identifique la fuente original y el autor. Síganos en Facebook, en Twitter @ProgresoHabana y en Telegram. Si tiene alguna sugerencia, historia o dato que quisiera compartir con nuestro equipo, puede escribirnos a progresohabana@gmail.com bloqueoembargo ShareFacebookTwitterEmailGoogle+ Marazul slim También podría gustarteMás Del Autor EEUU Hillary, Crist: Eliminen el embargo Deja un comentario Donaciones a Progreso Semanal © Progreso Weekly Inc. - All Rights Reserved. This website uses cookies to improve your experience. We'll assume you're ok with t

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