PENSION DEL IVSS, UNCUENTO DE LA IV REPUBLICA, QUE ES COMO VIENDO A UN MUERTO SALIRSE DE A TUMBA

Pensión del IVSS, un cuento de la IV República, que es como viendo a un muerto salirse de la tumba. Eligio Damas Observe el lector que este cuento lo escribí en 2010 y se refiere a los ancianos y sus respectivas pensiones del IVSS, de cuando Antonio Ledezma, gobernador del Distrito Federal, mandaba a policías a reprimir las protestas de ancianos por el pago y aumento de aquellas, usando para ello peinillas y las conocidas ballenas. Un gesto cruel que, de por sí, define la baja categoría humana del personaje. Y lo pongo ahora porque es como si la historia se repitiese, en muchas cosas. Lo insignificante del monto de esas pensiones y la reaparición de las protestas. Ojalá, eso espero, no reaparezcan frente a ellas los policías con sus peinillas y los infamantes chorros de agua de las ballenas. Porque los funcionarios que se prestan para administrar el cuadro y espacio, la realidad de ahora, que es como la misma de antes, ya existen y desempeñan sus roles como si nada. ¿Acaso, la ONAPRE y quienes ese organismo manejan o administran, no tienen bastante de la “calidad” humana de Ledezma y los suyos? Solo les falta que, de alguna manera, se hagan de sus peinillas y ballenas. Menos mal, por ahora, creo valedero decirlo, las autoridades de Caracas, no tienen la mentalidad de quien fuera el gobernador de esa entidad cuando Carlos Andrés Pérez. Y lo digo así con toda sinceridad, pese pudiera decir, “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”. Fe de vida. Memorias de la IV Eligio Damas Cuento: Barcelona, 2010 - Primero debo convencerme que esto es vida. Admito, que siempre he sido - en esta u otra reencarnación -, acá o más allá, un tipo lleno de optimismo. Así habló junto a mí un viejo que hace tiempo abandonó este mundo; la conversación que entablamos partiendo de aquella queja me permitió tomar estas notas que conservé para constar lo que era un jubilado, cuando la pensión del Seguro Social, era algo como una limosna que entregaban sólo de vez en cuando. Era tan insignificante que a pocos interesaba. No era concebible que una ama de casa de clase media, hasta sin haber trabajado antes fuera de los límites de su hogar, se interesase por aquella denigrante pensión. Pensar en un banco, ubicado en una zona de clase alta, abarrotado de señores y señoras de “buena pinta”, en cola para cobrar la pensión del IVVSS, era algo más que un disparate, un imaginario absurdo. ¿Qué dama que se respetase y cuidase su prestigio, hubiese ofrecido aquel denigrante espectáculo por dos lochas? Torcuato Velásquez, jubilado del Ministerio de Relaciones Interiores, acreedor a la pensión del Seguro Social que nunca había recibido pensión del seguro, hablaba en solitario, mientras engurruñaba los ojos para leer el pequeño aviso de prensa. - El Ministerio exige a los viejos policías jubilados como yo, que demuestren su supervivencia presentando una "Fe de Vida", para poder cobrar. -¿Y habrá en este país quien se atreva a decir, y lo que es más, a firmar con su puño y letra, que esto es vida? - Tengo setenta años. No hay un pequeño espacio de mi fláccido cuerpo que no duela. Casi todo alto está; la tensión, el azúcar, el colesterol, bueno y malo, y pare usted de contar. Pero eso sí, lo que en una vida muelle, gozosa, vida verdadera, apuntando al cielo se la pasa, en la mía guinda en un tilín. -¿Y cuál es la oportunidad para vivir que me brinda el inisterio? -Mi pensión de jubilado no alcanza para satisfacer a un vivo. Y conste que, este vivo, es más bien uno de los pendejos que mencionó el Dr. Uslar. En veces, una quincena no alcanza ni para comprar las medicinas que esta triste forma de "vida" mía solicita. La pensión misma casi me define como muerto, porque no alcanza ni para quien en vida vegetativa esté. Lo del seguro social es un fraude y más vale que no reclame porque plan, manguera y agua en chorros de ballena, es lo que dan. No importa que uno camine como Chencha. Porque esta vida mía -¡esto no es vida!- es poco placentera y cara. Y conste que poco como, y no sólo porque no tengo dientes, el estómago y los intestinos parecieran vivir en sobresaltos, sino porque es insignificante lo que puedo comprar con cuatro lochas. -Teléfono no tengo. ¿Cómo pagarlo? Y ahora menos, pues sacaron de la presidencia de CANTV, por decisión del gobierno, socio mayoritario, a aquella especie de turco-gringo y por él pusieron a "Uña e' Gato" - sirve para todo, bueno para nada -, Gustavo Rossen y, así entré en guatepeor. Pues éste, que no es gringo, donde llega, siempre la coge con viejitos, niños, almas desamparadas y maestros. Es decir, con quienes más enclenques ve. ¡Y....chupulùn sin respirar siquiera, subió las tarifas telefónicas! Pensar que al turco-gringo le rasparon por sólo sugerir la idea. -¿Luz? La que heredé de los griegos. Porque esa que desvanece las sombras nocturnales está muy cara. ¿Agua? Una gota cada media hora apenas puedo ordeñar a Hidrocaribe. Eso sí, cuando llueve, como en días pasados, pasa a torrentes por el colador de mi techo y hace más triste y fría mi vida mortecina. - ¿Es que acaso esto es vida? -¡Dígamelo allí compañero diputado! -El Ministerio debería ser menos sarcástico y obviar ese requisito de la "Fe de Vida", salvo que pretenda colocar las pensiones por encima de la fosa. Pues las de ahora, son pensiones cadavéricas que reparte la parca a zombis como yo, llamados jubilados que, aunque caminemos muertos somos. Por la calle andamos dando tumbos. Ocupando espacios innecesariamente porque en verdad, dejamos de existir. Pedirnos la Fe de Vida, es eso un sarcasmo, una simple manera de decirnos, ¡coño, ustedes están muertos, acaben de joder! Además esas asignaciones desde siempre han estado congeladas y nadie sabe dónde las pusieron; porque los muertos están enterrados en solitario y pocas veces, por fugaces momentos, se les recuerda. Con esta triste pinta, este remedo de vida, putrefacta, cadavérica, cara de hambre atrasada y en futuro, al pedir al funcionario competente, con voz casi inaudible y temblorosa que me dè un “Fe de Vida”, porque uno mismo no está seguro de eso, temo me mande para el mismísimo carajo. ¿Es que acaso usted, viejito, cadáver insepulto, me ve cara e' pendejo? Reply Reply All Forward

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