CAMAJUANI Y LA REVOLUCION DEL 1995( Miguel Garcia) Jose Garcia Del Barco)

Miguel Garcia poSonrdste6 6 1m : · CAMAJUANÍ Y LA REVOLUCIÓ N DEL 1995 por José García del Barco CAPITULO IV (13) LA CONSPIRACION * * * La conspiración como forma de protesta, vibrante aunque silenciosa, se producía sin más orientación que la de preparar el ánimo de los cubanos amantes del separatismo hacia la revolución y hacia la guerra. Ya en comunicación Carrillo y Roloff con Martí y con el Partido Revolucionario en el extranjero, los trabajos empezaron a condensarse en forma más perceptible. Durante el último trimestre del año 1894 y con el propósito aparente de asistir a las peleas de gallos concurrió varios domingos a Camajuaní el General Francisco Carrillo, quien almorzaba en casa de su hermana, la esposa de Don Guillermo Pérez González; estas visitas llamaron la atención de la Guardia Civil y un Capitán de este Cuerpo que estaba destacado en Remedios, bajo el aparente pretexto de una cortesía acompañaba a Carrillo en estas visitas a Camajuaní; el General Agustín Luque, Gobernador de Santa Clara, inició una serie de entrevistas para las cuales citaba a su residencia a los cubanos que juzgaba más capaces de producir la agitación y movilizar los ánimos para la guerra. El General Luque ejercía una constante vigilancia sobre las actividades del General Carrillo, y máxime después que fué conocido el que un delegado de Martí había visitado la provincia y sellado el pacto de unión entre los viejos soldados del 68. Carrillo resultaba temible y peligroso, él había formado, casi solo, una guerra en Noviembre de 1879; Luque conocía de sus actividades y de sus arrestos y para hacer ostentación de su sutil perspicacia, se decidió efectuar una visita a la ciudad de Remedios, la cual llevó a cabo el día 26 de Abril del año 1894; a su cruce por la Estación del Ferrocarril de Camajuaní fué saludado por el Cabildo en pleno y por toda la más caracterizada personificación del poderío español. Aquel día se produjo un derroche de pompa militar, sin justificación aparente, y que sólo sirvió para testimoniar a los separatistas silenciosos, que el Gobierno empezaba a prepararse. Por aquellos mismos tiempos se inició por las autoridades españolas una de las labores que más intensamente contribuyó a robustecer la conspiración y brindar la enseñanza de que precisaba prepararse para la revolución; esta labor fué la formación de las listas de sospechosos, formada por los Cuerpos de vigilancia y de seguridad; en estas listas figuraban todos los individuos que de alguna manera se habían significado como poco afectos a la causa de España. Todos los cubanos que no rendían permanente homenaje de absoluta adhesión a los mantenedores del poder político, figuraron en esas listas; y su eficacia más dolorosa es que ellas eran prueba en contra que se aducía y admitía en la instrucción de causas y procedimientos. Por el solo testimonio de estas listas algunos separatistas fueron expatriados. * * * En las visitas que efectuaba Carrillo a Camajuaní, acudía al taller de platería que en la calle Real de este pueblo tenía establecido su hermano Pastor Carrillo, y en cuyo lugar se había instalado un centro de conspiración silenciosa; en este taller prestaba servicios como operario de platería el señor Antonio Jiménez y Moya, que era a la vez cornetín de la Banda del Cuerpo de Bomberos y director de la orquesta La Lira que amenizaba las fiestas de índole privada; en la Banda de Bomberos y en la misma orquesta La Lira figuraba también Benito de Armas y Sarduy, operario de talabartería, que trabajaba en el taller de los señores Vigil y Ferrer, denominado La Gran Vía y situado en la calle Real, en el sitio casi contiguo a la platería de Pastor Carrillo; Jiménez, que se inició con los Carrillo en los trabajos de la conspiración, inició a su vez a Benito de Armas, quien conjuntamente con uno de los dueños del taller donde trabajaba llamado José Ferrer, y con un operario zapatero de ese mismo lugar llamado Severiano Rojas, conocido por el sobrenombre de Mangurrino, empezaron a tomar participación en los trabajos de conspiración local. Estos fueron los primeros laborantes dentro de las clases populares en Camajuaní * * * En otros diversos lugares empezó también a propagarse la idea del separatismo; especialmente en la botica de Puget y en la de Grau La primera de estas farmacias estaba situada en donde mismo está en la actualidad, en la confluencia de los calles José María Espinosa y Cassola; allí prestaba servicios como médico el Dr. Adolfo Nuñez, que al igual que el Dr. Francisco Margarit y Juan Bruno Zayas en Vega Alto y los Dres. Domínguez y Eduardo Nuñez en las Vueltas, eran decididos propagadores del separatismo. A la farmacia,de Puget y como amigos del hijo del dueño, el Ldo. José Puget Casuso, acudían Lino Vidal Caro y otros. En la farmacia El Paradero, de la propiedad del Dr. Baldomero Grau y Foleh, que fué uno de los pocos autonomistas que existieron en Camajuaní, figuraba como práctico Alberto Herrera Franch, prestando servicios de caballericero y sirviente Gregorio Domínguez, conocido por el sobre nombre de Goyo. En la Plaza de Mercado tenía uno de los expendios de carne Gerardo Machado Morales, que en sociedad con Maximiliano Méndez Peñate, habían subastado el arbitrio municipal de matanza de ganado; conectado con este negocio de abasto de carnes y comercio de ganados estaba Juan Francisco Cassola y Guerra, que tenía establecida una casilla de carnes en la casa situada en la esquina de las actuales calles Agricultura y J. Tarajano; como ayudante de Cassola figuraba un mestizo llamado Jenaro Pérez, conocido también por el Mulato Plasencia, y a quien se atribuía la leyenda de haber sido uno de los famosos acompañantes de Manuel García el llamado Rey de los campos de Cuba, durante su accidentada vida de bandolero en la provincia de la Habana. Cassola, conjuntamente con Gerardo Machado, con Juan Bruno Zayas, con Leoncio Vidal y otros elementos hacían activa propaganda separatista en el campo; testigos hay que encontraron a Machado, a Cassola y J. B. Zayas, conversando en el interior de la casilla de Machado, en la Plaza de Mercado, bebiendo café hecho por el Mulato Plasencia. La Plaza de Mercado de Camajuaní, ocupaba la misma casa que luego de reformada ha sido ocupada por el café El Polar frente al Parque de Camajuaní. El centro principal de la conspiración en toda la zona de Camajuaní y Vueltas estaba en el Central La Matilde, situado en los mismos Egidos de Camajuaní y de la propiedad de la familia Baró-Cuní, siendo administrado por Don Pedro Ossorio, que había sido revolucionario activo durante la guerra de los Diez Años, y era hombre de energía, de actividad y de muchísima discreción. El Ingenio Matilde estaba destinado a desempeñar un importante papel en la historia de las revoluciones por la Independencia; durante la vida de su dueño el Excelentísimo Sr. Don José Baró, fué Administrador Don Bartolomé Mendieta, viejo vizcaíno, que fué padre de la familia Mendieta Montefur, a la que pertenecen los hermanos Carlos, Pablo y Pedro Mendieta Montefur, nacidos en el Batey de este Ingenio Matilde. Los señores Mendieta Montefur prestaron muy valiosa cooperación a la causa de la Independencia de Cuba; y después de lograda ésta, han figurado en las más relevantes posiciones. El Ingenio Matilde fué destinado por la mano caprichosa del destino a servir de último campamento mambí a la primer fuerza insurrecta que entró en Camajuaní, al terminarse la Guerra de Independencia, y que entró bajo el mando del Comandante Don Próspero Pérez Bonachea, quien asumió la autoridad civil en la tarde del día 28 de Diciembre de 1898. En el Matilde se reunían, con tanta frecuencia como era necesario, los más activos conspiradores de esta zona señores Federico Cuní, familiar de la dueña de la finca y hombre muy vehemente; Don Pedro Ossorio, que era el Administrador de la finca; Don Ricardo Angulo, que era colono del Ingenio y vivía en la zona de Vueltas; Don Rafael Casallas y Monteagudo, que era comprador de tabaco y Comandante de uno de los Escuadrones de Voluntarios de Caballería de Camajuaní; Don Severiano García, que era contratista de las Colonias de Floridanos; Don Leoncio Vidal y Caro, que era el que sostenía la correspondencia y el contacto con Carrillo y con Roloff; el Dr. Juan Bruno Zayas, que era médico de la Quinta y Vega Alta desde el mes de Julio de 1892; Don Serafín Falcón y Morales, que era propietario de un magnífico potrero en la Dolorita; Término de Vueltas y prestaba servicios en el Matilde como contratista; Don José de Jesús Monteagudo, que tenía una botica en el pueblo de Placetas, se distinguía por su activo separatismo y venía desde el lugar de su residencia a tomar parte en estas reuniones, las cuales eran dirigidas por Leoncio Vidal. La dueña del Ingenio, Doña Rosa Cuní, conocía de la celebración de esas reuniones en su finca y mostraba su complacencia más gustosa. Su pariente Don Federico Cuní prestaba servicios como mayordomo en la administración de esa importante propiedad. De estos trabajos de conspiración participaba Camilo Echarte, joven de la Habana que figuraba en esta zona como Colector de Capellanías, y que tenía alquilado un cuarto en una ciudadela propiedad de Don Francisco de la Torre, y situada en la calle Fundador, entre su casa particular y el cuartel de la Guardia Civil, o sea entre las calle de Maceo y Santa Teresa. A este cuarto acudía algunas veces Juan Bruno Zayas, que se fingía enamorado de Isabel, una de las hijas de Don Francisco, y otros de los elementos de movimiento dentro del separatismo. Juan Bruno Zayas actuaba casi constantemente en Camajuaní, y para ese efecto tenía alquilado a su vez un cuarto en una fonda situada en la casa contigua a la farmacia El Paradero en la calle entonces Comercio y hoy General Naya, y que viene a resultar el sitio que ocupa el Hotel Sevilla. Esta fonda era de la propiedad de José María Bonau, casado con una rubia muy llamativa y hermana de Oscar Boada, que luego fué uno de los insurrectos Camajuanenses; el pretexto aducido por Zayas para sus constantes visitas a Camajuaní, era el juego que, como distracción, realizaba en el Casino Español. En Vega Alta ni en Quinta ,tenía estímulos para sostener su permanencia. En la misma ciudadela donde residía Camilo Echarte, vivía también un canadiense que ejercía de fotógrafo con notable perfección, que se llamaba Eugenio Riopele y que tenía el mal hábito de embriagarse, alardeando durante esos estados de ser insurrecto. Al calor de las propagandas que realizaban Leoncio Vidal y sus hermanos Lino y Pepe, que realizaban Gerardo Machado y Juan F. Cassola y que activaba insistentemente Juan Bruno Zayas, se fué sumando toda la juventud criolla y más especialmente la juventud de los campos, en los barrios de Santa Clarita, Salamanca, Guadalupe, La Julia, Sabana y Santa Fe la llama separatista fué prendiendo entusiasmos. Continuara. Si ustedes quieren leer este libro visiten la Biblioteca Virtual, Danny Crespo García, y allí podrán ver: Camajuaní y la revolución del 1895, Por José García del Barco y Alonso

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