TRES ERAN TRES( Ciro Bianchi Ross)

Ciro Bianchi Ross Tres eran tres Durante una buena parte del siglo XX el negro, el gallego y la mulata fueron, como personajes, punto fijo en el teatro vernáculo. Su larga permanencia en la escena demuestra la franca y cordial acogida que les dispensó el público. Esos tres tipos encontraron brillantes actores y actrices que los interpretaran y llegaron a ser verdaderos ídolos del público capitalino y del resto del país. Pese a la acogida que tuvieron, su presencia continuada mereció la reprobación de autores sin público y críticos sofisticados. De los tres, el negro fue el más atacado y se lanzaron campañas publicitarias para su total exclusión del vernáculo. Decían sus detractores que el negro era discriminado en la escena. Nunca fue así. Por el contrario. El negrito, interpretado por lo general por un actor blanco con la cara tiznada, era un personaje bueno y simpático, “vivo”, que no tardaba en descubrir la in tringulis de un suceso y ponía en claro la verdad. En ocasiones era desenfadado y refistolero. O filosofón y catedrático. O ingenuo y bobalicón. Pero nunca apareció como el malo de la obra y mucho menos como un tipo deleznable. Fueron varios los actores que se destacaron por su interpretación del negrito. Son recordadas las interpretaciones de los Pous (tío y sobrino). También de los Espígul (padre e hijo) que inauguraron el estilo del sketch chiflado, algunos de los cuales, como El espiritista, en que el negrito habla chiflando todo el tiempo, quedaron grabados para la historia. Sergio Acebal tiene fama de ser uno de los mejores negritos de todos los tiempos. Sus morcillas, al igual que las de Leopoldo Fernández, otro actor insuperable, son recordadas aún por la familia teatral cubana. Enrique Arredondo fue el último negrito. Alberto Garrido es el gran negrito de la escena cubana, título que solo Acebal le discute. Fruto legítimo del teatro, era hijo de otro negrito al que superó ampliamente. Bailaba con una gracia insuperable. Y no solo rumba. En una obra que Enrique Núñez Rodríguez escribió pata que Garrido la interpretara en el teatro Marti, demoró con toda intención la salida a escena del actor. No aparecería hasta el tercer cuadro. La obra avanzaba sin él y los espectadores se impacientaban. De pronto, entre cajas, se escuchó la voz de Garrido. Cantaba: “Se acabaron los guapos en Yateras”. Aquello fue el acabose. Los actores que estaban en escena en ese momento, hicieron mutis y con el escenario vacío el público aplaudió a Alberto Garrido durante quince minutos. Para que la obra pudiera proseguir, el jefe de escena le ordenó que saliera a saludar. Lo aplaudieron entonces durante diez y ocho minutos más. El gallego era por lo general victima de las trastadas del negrito y no faltaban obras en las que este le birlaba a la hembra con la que el gallego había querido “mejorar la raza”. Todo eso con la complacencia del público español que reía los sucedidos de la escena tal vez pensando para sus adentros que en más de una ocasión esas mismas cosas le habían ocurrido. Los diálogos del tío y el sobrino, graciosos y ocurrentes, eran fiel reflejo de las cosas que sucedían en las trastiendas de las bodegas. Al igual que el negrito, el gallego tuvo intérpretes sobresalientes. Mencionemos a Regino López y su hermano Pirolo, Federico Piñeiro, Adolfo Otero, Américo Castellanos, Idalberto Delgado, y Juan Carlos Romero, y entre los sobrinos, Andrés Rubio y Manolín Álvarez. La mulata completa la trilogía de los personajes preferidos del vernáculo. Eran, por lo general, mujeres de cuna humilde. Desamparadas en su infancia y adolescencia y que ya en su juventud se convertían en verdaderas fieras con al de defender su honra. Le sobraban admiradores, entre ellos los de la clase pudiente, y entre bromas y chanzas, se hacían respetar. Como decía Luz Gil. “Me respetan porque tengo la saya bien amarrada”. Debía ser muy completa l actriz que interpretase a la mulata pues debía cantar y bailar muy bien. A Luz Gil, pese a su origen mexicano, alguno autores la conceptúan como la mulata más completa en el género. Otras fueron Blanca Vázquez, Conchita Llauradó, Mimí Cal y la excepcional Candita Quintana, primerísima figura del vernáculo durante más de cuarenta años. Todas ellas sin olvidarnos de Aurora Basnuevo, la incomparable “mulatisima”. -- Ciro Bianchi Ross cbianchi@enet.cu http://wwwcirobianchi.blogia.com/ http://cbianchiross.blogia.com/ Reply Reply All Forward

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