¿QUIEN ERES TU?, ARMANDO ANDRES (Ciro Bianchi Ross)

To:you + 28 more Details CON DOS DEDOS Ciro Bianchi Ross ¿Quién eres tú, Armando André? El periodista conservador Armando André, director del periódico El Día, fue la primera víctima del gobierno dictatorial de Gerardo Machado. Ordenó su asesinato en agosto de 1925, a solo tres meses de haber tomado posesión de la presidencia y cuando todavía no había empezado a enseñar del todo las garras y gozaba de amplio respaldo popular, que se evidenció en los 200 840 sufragios con que llegó al poder y que lo llevaron a obtener la mayoría en cinco de las seis provincias cubanas de entonces. Perdió solo Pinar del Río, históricamente conservadora, por 200 votos. Existen varias versiones acerca de la causa que movió la orden del asesinato. Se dice que en una nota aparecida en El Día, el periodista aludió la supuesta relación amorosa entre una de las hijas de Machado y una amiga con la que se disponía a viajar al exterior. Esa es la versión más difundida, lo que no equivale a decir que sea la verdadera. El caso es que una madrugada André llegó a su casa y no pudo meter la llave en la cerradura, que le habían taponeado con jabón. Mientras buscaba la forma de entrar, matones a sueldo del gobierno lo acribillaron a balazos. UNA BOMBA PARA WEYLER Armando André termina la Guerra de Independencia con grados de Comandante del Ejército Libertador. Es un hombre decidido y de probado valor personal, como lo demuestra en su intento de ajusticiar al sanguinario capitán general Valeriano Weyler valiéndose de un artefacto explosivo que colocó cerca de su despacho. La bomba hace explosión, pero Weyler sale ileso del atentado. Ya en la República se bate muchas veces a duelo, cuatro de ellas con el político ítalo-cubano de filiación liberal Orestes Ferrara. Milita André en el Partido Conservador y para él es casi una diversión atacar al presidente José Miguel Gómez como gobernante y en el orden personal. Miguel Mariano sale en defensa de su padre y sostiene a tiros, en la Acera del Louvre, un duelo irregular con André que lleva a ambos a la cárcel. Amigos y colaboradores cercanos al mandatario le piden que disponga la libertad de su hijo. José Miguel no solo se niega a hacerlo, sino que, como cubano, pide al juez actuante que imparta justicia sin tomar en cuenta quiénes son los protagonistas del incidente. En la mañana del domingo 8 de octubre de 1918, Armando André se persona en Las Maravillas, la cuartería habanera donde reside María Teresa Vera y donde ese día de la semana se dan cita grandes de la trova cubana como Graciano Gómez, y Oscar Hernández. Lo acompaña una muchacha negra deslumbrante por su belleza, vistosa, distinguida, a la que era imposible dejar de mirar, siquiera de soslayo. Visten André y la muchacha con elegancia. Hacen una bonita pareja. Quiere el periodista conversar con Manuel Corona, otro de los trovadores habituales del lugar. Le pide que componga una canción inspirada en su amiga. Pregunta Corona el nombre de la joven. Se llama Longina… Longina O Farrill, responde André, y el compositor, sin pensarlo mucho, dice que tendrá lista la canción en tres días y sugiere al periodista que vuelva al domingo siguiente para que la escuche. En efecto, el domingo 15 la canción está lista y Corona da a conocer una de las piezas emblemáticas de la cancionística nacional, Longina. En el lenguaje misterioso de tus ojos hay un tema que destaca sensibilidad. En las sensuales líneas de tu cuerpo hermoso las curvas que se admiran despiertan ilusión. Es la cadencia de tu voz tan cristalina tan suave y argentada de ignota idealidad, que impresionado por todos tus encantos se conmovió mi lira y en mí la inspiración… AMENAZAS DE MUERTE Armando André sería la primera víctima política de la dictadura de Machado. Desde que asume la Presidencia de la República, el 20 de mayo de 1925, Machado, sin recato alguno, va poniendo de manifiesto, poco a poco los dos rasgos más sobresalientes de su estilo de gobierno: el autoritarismo y una enfermiza demagogia moralista y puritana. Lo primero lo lleva a designar supervisores militares en muchos departamentos del Estado. Lo segundo hace que ordene la persecución de infelices prostitutas y la clausura de la zona de tolerancia del barrio habanero de Colón, en un intento de acabar con la prostitución. Dispone además la edificación del llamado Presidio Modelo, en la Isla de Pinos, con capacidad para seis mi reclusos. Tales medidas le granjean la critica de gran parte de la prensa de la época. Lo combaten con vigor tanto Heraldo de Cuba, diario de los liberales que siguen a Carlos Mendieta, como La Discusión, de tendencia conservadora. Censura también sus medidas el Diario de la Marina, mientras que otros periódicos, aun reconociéndole buenas intenciones, lo llaman a la moderación. Pero de todos ellos, el más virulento en su actitud contra el gobierno es El Día, fundado el 1 de junio de 1925, presumiblemente con dinero del general García Menocal, y que dirige el comandante Armando André. Menocal y André son viejos amigos. El periodista colaboró con el militar durante sus tiempos en la Presidencia de la República y se dice que, desde la Junta de Subsistencia, en 1918, ambos hicieron buenos negocios especulando con la miseria y el dolor del pueblo. Digo esto fin de que el lector se percate de que el periodista era hombre inescrupuloso y de turbios antecedentes. Sus críticas a Machado en El Día son groseras y lindan en el chantaje, y el mandatario no demora su respuesta. Manda a sus adversarios, por vías indirectas, amenazas de muerte. Discute con Pepín Rivero, director-propietario del Diario de la Marina. Le dice: Sepa, Pepín, que mi rabo es largo, muy largo…tengo al Ejército. Respuesta de Pepín: Sí, General, pero yo tengo la Marina. Siguen las amenazas. Los directores de la Marina y Heraldo de Cuba recogen el guante y embarcan rumbo a Estados Unidos, el 22 de junio, el primero, y el 11 de agosto, el segundo. El 14 de agosto, el periódico La Discusión denuncia el intento fallido contra la vida de su director, Tomás Juliá. Sin embargo, Armando André no ceja en sus diatribas y hace burlas de las amenazas. Olvida que Machado no es José Miguel, aquel guajiro de Sancti Spíritus, combatiente de las tres guerras por la independencia, de vista demasiado gorda y manga demasiado ancha cuando quería, y que atrás habían quedado los tiempos del liberalismo romántico del gallo y el arado. La vida privada de un presidente y su familia no puede ser sometida a discusión, advierte Machado a amigos y enemigos, Armando André da un nuevo corte a sus artículos. Exalta las virtudes reales o supuestas de la familia presidencial, mientras acusa al presidente de llevar una vida licenciosa y disipada. No le falta razón: Machado es, ciertamente, un viejo libidinoso. YA NO ESTÁIS PARA GALÁN El 16 de agosto André se pasa de rosca cuando hace publicar en su periódico una caricatura en la que se ve a Machado disfrazado de don juan desplomado en el suelo, y a una mujer joven que le dice: Ya vuestras fuerzas no están / para tales menesteres. / Ya no estáis para galán / fantasías y mujeres. Machado, como casi todos los dictadores, alardea de su virilidad. Aquello es más de lo que puede soportar. Armando André tiene sus días contados. Llega así el 20 de agosto de 1925. André, tras su faena en el periódico, pasa una buena velada en el restaurante El Ariete, en San Miguel y Consulado, en su época la casa del mejor arroz con pollo en La Habana; y por su excelente ubicación frente al teatro Alhambra, sitio de reunión obligada de escritores, periodistas, actores y músicos, tanto cubanos como los que están de paso por la Isla. Ya en su domicilio, en la calle Concordia, no puede abrir la puerta; tupieron con jabón el hueco de la cerradura. En vano trata André de forzar la entrada. En la acera de enfrente, desde la casa marcada con el número 116, que quedó vacía el día anterior, dos o tres individuos lo observan hasta que deciden no esperar más y lo acribillan a perdigonazos. Machado cumple ese día tres meses exactos en el poder. APARECE EL APAPIPIO El hecho indigna a todos los sectores sociales; se acusa a Machado como inductor y responsable del asesinato. Protesta la prensa y periodistas como Sergio Carbó y Jorge Fernández de Castro culpan abiertamente al dictador. Julio Antonio Mella también condena el crimen. Pero el suceso hace aparecer en la vida cubana a un personaje que no tardará en extenderse como la verdolaga: el apapipio. En una práctica que se repetirá luego, centenares de guatacas acuden durante dos largos meses al Palacio Presidencial a fin de desagraviar a Machado por las acusaciones de que fue objeto. -- Ciro Bianchi Ross cbianchi@enet.cu http://wwwcirobianchi.blogia.com/ http://cbianchiross.blogia.com/

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