TRASNOCHADOS DE IZQUIERDA, AVISPADOS TAMBALEANTES Y DERROTADOS FANFARRONES. DE BETANCOURT A MADURO

Trasnochados de izquierda, avispados tambaleantes y derrotados fanfarrones. De Betancourt a Maduro Eligio Damas Rómulo Betancourt, fue de los primeros en usar en Venezuela eso de “trasnochados de izquierda”, al aplicárselo a quienes dentro de AD, nos oponíamos a su programa de sustitución de importaciones, consistente en el montaje en Venezuela de un aparato industrial para terminar productos ya elaborados en parte en EEUU y de cualquier país donde sus capitales tuviesen instalaciones industriales con el mismo fin; o la simple elaboración de partes. Lo que implicó también la industria del ensamblaje, que no era sino armar lo que venía desarmado, para aprovechar nuestro mercado interno dado el alto ingreso petrolero, mano de obra de alta calidad y hasta los créditos blandos en dólares otorgados por el propio gobierno a esas empresas gringas, hasta para llevarse parte de ellos a otros espacios. Ese fue, en esencia, el plan Betancourt-Rockefeller. Uno estratégicamente destinado a enterrar nuestros sueños de independencia y llevarnos a vivir de la clemencia del capital y la voluntad ajenos y sufrir los rigores de las sanciones. Esto coincide con un momento que el crecimiento del capitalismo, la acumulación de capital y desarrollo tecnológico en el gran país del norte están demandando espacios para eso colocar e invertir. Fuimos entonces “trasnochados de izquierda”, “cabezas calientes”, quienes, por eso y otras cosas más, nos fuimos de aquel partido a fundar el MIR. Lo que, vengo diciendo desde hace años, fue una opción apresurada e inmadura, pues había otras. Tomamos hasta el camino que más le convenía y favorecía a Betancourt y sus planes. Él nos señaló y puso en el camino que nosotros creímos escoger. Los capitalistas venezolanos no eran sino eso que, los propios adecos, llamaron parásitos; importadores y valiéndose del crédito blando del Estado, salvo escasísimos personajes y grupos. Pero, además, la mayor parte de esos créditos en divisa extranjera la dejaban e invertían afuera en nuevos negocios. Nos calificó Betancourt así, el mismo hombre que ya en 1936, en carta a Valmore Rodríguez y Raúl Leoni entre otros, decía, “presumo que los ultra-izquierdistas se nos vendrán encima, a propósito del folleto”. Y agregó “Estoy plenamente, marxistamente, convencido de lo contrario.” Pensaba, al margen que en ese instante tuviese o no razón, que quienes de él discrepaban, eran “izquierdistas trasnochados”, lo que dirá más adelante, cuando ya sea presidente por segunda vez. Juró en esa carta que, la propuesta que hacía entonces, lejos de ser una renegación “del materialismo histórico”, como el mismo dijo, era negarse a exportar a Venezuela las realidades de otros países. Lo que si hará, ya no por su apego al “materialismo histórico”, ni “marxistamente”, o como diría Carlos Andrés Pérez, “ni lo uno ni lo otro sino todo lo contario”, sino al grupo Rockefeller y para quitarse de encima el San Benito de “comunista”, aquél derivado del “marxistamente hablando”. Y quien hizo uso de aquellos calificativos, antes de ser presidente y luego siéndolo, terminó siendo lo que todo el mundo conoce. De donde, en Venezuela, un poco como ya lo dijo, Clodovaldo Hernández, quienes han usado esos calificativos, han terminado en el lado opuesto al de donde se iniciaron y sirviendo a quienes comenzaron combatiendo. Por lo que uno duda, acerca de quiénes son los verdaderos “trasnochados”. Quienes suelen trasnocharse, pueden hacerlo por diversos motivos; en Cumaná decían, “mujereando”, como cuando uno iba al burdel de Bernarda, aquel que luego se llamó Paralelo 38, por aquel punto que marcó los dos Corea; hablando en las plazas, sobre todo en la 19 de Abril, de muchas cosas, que iban desde narrativa, poesía, política, deporte, sobre todo del Magallanes y Cervecería de Caracas, “Carrasquelito” o Vidal López y hasta chismeando sobre la vida del pueblo, como que “la carajita aquella, desde hace días camina con las piernas escarranchà y eso es sospechoso”. Pero lo más habitual, lo que más demandaba tiempo, entre ciertos personajes, aparte de pasarlo en aquel burdel, en lo de Bernarda, era “cayéndose a palos” y con las mujeres que allí acudían o andar de madrugada de serenatero con la botella y la guitarra bajo el brazo. Lo que sí me quedó claro es que el “trasnochado”, por las razones que sean, hasta acompañando a un amigo moribundo, se pasa todo el día siguiente en mal estado y hasta caminando dando bandazos, sin equilibrio, de aquí para allá. Por eso, cuando uno se quedaba lelo y empezaba a caminar dando traspiés, sobre todo en horas de la mañana, le decían: - “Este carajo está como borracho y trasnochao.” Pero hay unos que, en demasía, se bambolean y no porque estén trasnochados, sino más bien por ser, como decía aquel animador de televisión, unos “rolos de vivos” o demasiado temerosos para desprenderse del espacio donde han estado. Las razones para sentir temor son abundantes y poderosas. ¡Hay qué ver cuánto cuesta perder privilegios, que no tienen necesariamente estos que ser económicos, los hay de distinto tipo, como que a la gente se le tome en cuenta y se le nombre! ¡Cuesta que a uno a quien antes pusieron por el cielo y como un vergatario, de repente se vea eludido, tratado como perro sarnoso y peor, como alguien insignificante, alguien cuya palabra y hasta simple presencia nada significa! Y hasta se pueden perder privilegios, como el de ser diputado, asesor, embajador u otro cualquier cargo soñado, tener acceso a los medios masivos como la televisión, recibir premios por decir, no decir y hasta formar parte del personal de universidades, ya que ahora eso de los concursos parece cosa del pasado. Estos se bambolean, y no por estar trasnochados ni borrachos, y si lo están es de miedo o egolatría, y por eso hoy dicen una vaina, como que “los salarios son muy bajos y hay que aumentarlos” y al notar sobre ellos los revirones de ojo, mañana dicen, “si los salarios se aumentan sube la inflación porque eso es la verdadera causa de esta y el gobierno no tiene como pagar bien por culpa de las sanciones”. Y agregan, “hay que subir la producción y para eso, maestros, médicos, enfermeros, todo trabajador, debe poner un huerto en casa, hasta debajo de su cama, siendo ese el único espacio disponible, para sembrar, aunque sea coco.” Otras veces dicen que la causa de todos nuestros males es la caída de la producción petrolera y esto también es culpa de las sanciones. No hay más nada y, por esa falta de ingreso, no se puede aumentar salarios; pese pocas horas antes clamaban por el aumento de ellos y hasta demandaban se le anclase al Petro. Unos, los ya reconocidos y aspiran a más, por lo menos en lo inmediato ser diputado, que tienen programas de televisión, llevan a estos, invitados que claman por aumentos salariales, pero apenas observan los revirones de ojos o los tirones de orejas, ya no les invitan más a menos que lleguen a decir lo contrario. Estos no son “izquierdistas trasnochados”, aunque se trasnochen en un programa de televisión que termina en la madrugada y vienen llegando a la cama, si se trasmite desde su casa, con los cantares de gallo, sino lo que dijo Guillermo González, unos “rolo e` vivos” consumados. Y, por esto, son simplemente, bamboleantes y algo de “comparseros”. Pero los tipos como Betancourt, aquel que en el mismo documento que antes mencioné dijo “el viraje a la extrema izquierda lo daremos en el momento que juzguemos oportuno, con la seguridad que la masa mayor del partido se irá tras de nosotros”, con lo que no cumplen nunca, no son simples bamboleantes, de esos que quieren o necesitan “reconocimiento” del tipo que les guste, pues ya los tienen y en abundancia, sino que quieren eso se perpetúe y en la mente y disposición de quienes están en condiciones de asegurárselo para toda la vida y hasta más allá, pero mientras tanto, como recurso defensivo, usan y atemorizan a los bamboleantes, tanto como que “te quito de donde estás, te suspendo el programa, dejamos de nombrarte y darte reconocimientos y tus libros no se van a publicar más” y llaman “izquierdistas trasnochados” a todos aquellos que intenten ponerles en evidencia “ante la masa mayor del partido” y la gente toda, terminan, cuando la historia juzgue con equilibrio, siendo unos “derrotados fanfarrones”, porque al final, culminarán siendo enemigos de lo que dijeron ser y por lo que diseñaron toda esa estrategia sinuosa que les llevó a un pantanal, donde terminaron regodeándose, perdido todo escrúpulo.

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