CUENTOS, JAQUES Y LEYENDAS(Manuel Azuaga Herrera)

Cuentos, jaques y leyendas Bobby Fischer, el mito yanqui de corazón cubano El genio estadounidense perdió una 'partida a cuatro' contra Fidel Castro MANUEL AZUAGA HERRERA MÁLAGA Domingo, 9 enero 2022, 11:36 Todas las buenas historias de ajedrez empiezan y acaban, de algún modo, en Bobby Fischer. Porque el genio de Brooklyn es un extraño ser heteróclito que sobrevuela, como un arcángel omnipresente, el relato universal del juego-ciencia. En su vuelo celestial, Fischer va engendrando héroes y mitos, coincidencias, lugares o territorios mágicos que operan como casillas de un cuento escrito en blanco y negro. La isla de Cuba fue (y es) la tierra sagrada de Fischer. A la memoria, si se piensa o se sueña en «Fischer», le viene de golpe la imagen de Islandia. Pero sin La Habana no hubiese existido Reikiavik. Porque hubo un tiempo en el que Cuba, la cuna de Capablanca, se convirtió en la patria soñada de Caissa, una patria en la que sucedieron hechos extraordinarios, como los que trato de contarles a continuación. El primer viaje de Bobby Fischer a Cuba se produjo en febrero de 1956, semanas antes de que cumpliera 13 años. Elliot Forry Lauks, presidente del Log Cabin, un club de ajedrez que él mismo fundó en el sótano de su residencia en Nueva Jersey, invitó al joven Bobby a una gira ajedrecística por distintas ciudades estadounidenses. La aventura tenía el aroma de una 'road movie' e incorporaba, en su última etapa, una excursión a bordo del 'City of Havana', con destino la capital cubana. Lauks era un nazi excéntrico y millonario. Según cuenta Frank Brady en 'Endgame' (Tell Editorial, 2015), exhibía una insignia negra esmaltada con una esvástica dorada. En casa de Lauks había colgado un cuadro de Hitler. Y, durante años, hasta «lució un bigote hitleriano». La madre de Bobby, Regina Fischer, era judía. Sin embargo, aceptó la invitación del inefable Lauks. Con una condición: ella también viajaría con su hijo.