PENSANDO EN CARLOS LANZ, INTELECTUALES SILBAN IGUANAS. OTRA PANDEMIA (Eligio Damas)

Pensando en Carlos Lanz, intelectuales silban iguanas. Otra pandemia Eligio Damas Estudiar el tema y escribir sobre él, el del imperialismo, es de suma importancia, sobre todo cuando uno observa la tendencia a mirar el fenómeno desde una perspectiva ligada a lo geográfico, como que el imperialismo vive allá, en aquella parte y es imperialista sólo todo lo que allá venga y no se encuentra en otro lado. No es un fenómeno parecido a esas matas de enormes raíces que pudieran haber nacido y crecido en distintos espacios y estas toman distintas direcciones, pero muy definidas y hasta se imbrican con las que vienen del otro lado o de las matas que se hallan en los espacios donde ellas llegan y tienden, digamos que, por naturaleza, a producir nuevos tallos y ramas, hasta construir un sólo techo vegetal y un piso de raíces colectivas bajo un sólo orden. Para aquellos, de quienes hablamos al principio, hay pues sólo eso de imperialismo en un lado, en aquella mata y no hay más y menos sino esas raíces. Y es por supuesto, demasiado bueno alertar lo malo que él es para los países pobres y limpios como los nuestros. No importan las otras raíces que, si bien existen, no obstante, por ahora, son estas las más cercanas y venenosas, porque ya están para eso. Ese alertar, de por sí, es bueno. Para Bolívar, estuvo claro, que el imperio británico, era tan peligroso, amenazante, como el español, sólo que no podía, ni tenía por qué hacerlo, ponerse a enfrentar los dos al mismo tiempo. Pero lo sabía y lo advertía. Pero pudiera ser un silbar iguanas que, en mi espacio, los tipos de talento y prestigio, se dediquen sólo a eso, en abstracto, a analizar cómo es ese imperialismo, sus mañas y deseos, como si eso nada tuviese que ver con mi piel, mientras, por mi realidad, esta se rasga, me pica, me desagrada la vida, por aquel fenómeno, pero también por la mala e impropia manera como la manejo, como que me rasco pese no debería hacerlo o la manejan los médicos, el mal tratamiento que nos aplican, manera de enfrentar todo eso de quienes deben manejarla. Y más si, mal diagnostican y trasladan los esquemas o realidades de ayer para acá y confunden un mal con otro. Como que para pararme la diarrea me diesen un purgante. Y es muy llamativo que esos intelectuales, de nombres muy conocidos y apreciados por nosotros, como si de pronto se hubiesen puesto de acuerdo, cantan la misma melodía, esa de “lo malo del imperialismo”, en el mismo coro y tono y nada dicen de las particularidades de lo que aquí acontece y de cómo los médicos intentan curar los males. Esto no les importa, lo que importa es decir que el imperialismo es malo. Pareciera que para algunos y es lo más triste, que son intelectuales de prestigio, no hay mal tratamiento de parte de los médicos de cabecera, por lo menos eso sugieren cuando callan sobre esto, que es como un estar ausente, dicho así por recordar no tanto a Neruda, sino a quienes, en efecto, les gusta que esos intelectuales estén como ausentes, porque inexorablemente, ante ese imperialismo que nos atosiga, el que viene de un lado y al cual nuestras raíces están atadas desde tiempo atrás, no hay forma de enfrentarlo, evadirlo, tratarlo o buscar la manera que no nos haga tanto daño y, como ahora estamos, es una concurrencia fatal, nunca hubo forma de evitar lo que pasó y todo eso, lo que pasó y sigue pasando, como que los corruptos y especuladores se desbordan, es por culpa de ese imperialismo y como a este mismo, eso, todo aquello, tampoco es posible evitarlo. Que no hay como aumentar salario y menos perder el tiempo poniéndose a buscar cómo hacerlo. ¡Qué aguanten y se acabó! Al gobierno hay que exculparlo de todo o, por lo menos, “no tocarlo ni con el pétalo de una rosa”; al contrario, hay que defenderlo a capa y espada, sin criticarle nada y, si alguna razón, como eso que llaman la dignidad, te impide hacerlo con clara voz, entonces ponte a silbar iguanas. “Silbar iguanas”, en la jerga cumanesa, digo así, por los tiempos de cuando era carajito y en pequeños oasis, que prodigaba la sabana, abundaban de esos reptiles, se usaba aquella expresión como sinónimo de hacerse el pendejo, “el mogollón”, el “yo no me di cuenta”, “nada veo ni escucho” y hasta “esa vaina no es conmigo”. Y como para dejar el asunto claro y más nunca le volviesen hablar de eso, se decía de manera contundente, “eso no es asunto mío y entonces no tengo que ver con eso y por favor no sigas fastidiándome, jodièndome la paciencia con eso, porque yo en eso no me meto”. Si Vallillo, el conocido tira coñazo y rompe trompa de cualquiera, sin importarle un carajo que uno tuviese un hermano mayor que él, le robó la pesca que estaba dentro de la tarraya de fulano, uno nunca vio nada y menos a nadie o yo estaba silbando las iguanas que montaban las matas de mangle. De esa manera, quien aquello decía se desligaba del asunto que en verdad no era de su interés o simplemente, en esos momentos no le convenía hablarlo con todo el mundo ni le hablasen públicamente; era muy riesgoso, peligroso, por distintos motivos, como que hacerlo, hablar de política, en los tiempos de Pérez Jiménez y hasta Betancourt, podía implicar hasta jugarse la vida. Un alumno nuestro, de por allá de la secundaria, ahora profesor universitario, por haberle dicho que Marx, en “Bolívar y Ponte”, lo que hizo fue exponer su visión eurocentrista, como creer que Bolívar entorpeció el desarrollo capitalista europeo y en consecuencia la posibilidad que madurasen con mayor prontitud las condiciones para el avance de las luchas por el socialismo en ese universo, me contradijo y alegó que eso sólo se debió a entonces el autor de “El Capital”, en ese momento pasaba dificultades económicas y se puso a trabajar por encargo usando unas fuentes, “las únicas” que había en las bibliotecas británicas, que por rencor, hablaban mal de El Libertador. Por este asunto, me puse a trabajar en eso y hasta pensé, que podría ser una oportunidad para ponerme a silbar iguanas. Busqué fuentes y hasta dos interesantes trabajos de Vladimir Acosta encontré en las redes y en eso estoy, pero sin dejar de hacer lo que he venido haciendo y seguiré haciendo; a esta edad me cuesta hacerme el pendejo, el mogollón, el evasivo y más, después de todo lo que ha aquí ha pasado. Y en verdad, es riesgoso no evadirse, habiendo tantas iguanas y posibilidades de romper el cerco del miserable salario que uno gana. Y, es más, habiendo visto lo que pasa con el Profesor Carlos Lanz, de quien nadie sabe y por cuya desaparición corren tantas hipótesis, que cualquiera de ellas le pone la piel de gallina a cualquier viejo discrepante. El “Comité de Búsqueda y Liberación de Carlos Lanz” en carta dirigida a la AN, con fecha 11-03-2021, sostiene que el dirigente político "no desapareció voluntariamente". Y agrega, “Mayi Cumare, su esposa, afirma que: Carlos Lanz representa un peligro para los infiltrados dentro de la revolución, para el imperio y para los enemigos de las transformaciones estructurales". "Carlos Lanz pudo haber descubierto algo que comprometía a alguien o a algún grupo específico." https://www.aporrea.org/ddhh/n363418.html Por lo que dice eso, y lo que los cubanos llaman radio bemba, hay dos hipótesis al respecto y también envueltas en las afirmaciones de la señora Cumare, como que pudo haber sido secuestrado por “los infiltrados”, por el “imperio” y porque “pudo haber descubierto algo que comprometía a alguien o a algún grupo específico." La palabra “infiltrado”, en la jerga popular, no necesariamente alude a agentes del “imperio”, sino también a personajes dentro del gobierno o sus alrededores, ajenos a los intereses de este, simplemente para lograr sus propósitos, ponerse en unos reales, cuadrar unos negocios o hasta dirigentes ganados por aquellos. Y estos “infiltrados” pudieron tener distintos motivos”, como el inherente a lo del “imperio”, cuya característica uno no discierne bien todavía, pues cree ver mucho de infantilismo, aunque conviene creer justamente porque uno, de vez en cuando, también debe silbar iguanas. Y traigo a cuento lo de Carlos Lanz, porque mucho intelectual, sobre todo viejo, de esos cuya opinión pesa mucho y, por sus antecedentes y obra, uno sabe que deben estar viendo lo que aquí sucede con suma claridad y el ponerse a decir lo que ven, pudiera, alejar a mucha gente del gobierno y a otra muy particular poner contra ellos, de repente optan por silbar iguanas, viendo para un lado solamente, las raíces del imperialismo del norte que avanzan hacia nosotros, el ahogo a que nos someten, pero sin advertir que quienes deben enfrentar tal amenaza, ataque, agresión, no dan pie con bola y de paso, entre ellos hay mucho quienes nada entienden, creen que con rezos, letanías y gritos como ¡abajo el imperialismo yanqui!, es suficiente, pero también están los infiltrados con sus particulares intereses que tiran palos y perdigones para el lado contrario, los trabajadores y no vaya a ser que, entre los males que sobre ellos, los intelectuales, caiga, esté uno al estilo Carlos Lanz. No me convence la idea que pudieran alegar algunos y, de hecho, leo y escucho a muchos que eso alegan, que criticar las acciones y hasta omisiones del gobierno, al cual evalúan como de izquierda, es ponerse de lado del imperialismo y debilitar la lucha contra el mismo. Menos si significa hundir más en la indigencia a los trabajadores, de cuyo lado uno está y, no por idealismo o ideología, sino porque de ellos formamos parte y los huesos nos duelen, porque son estos los que llevan los palos. No es bueno pasarse todo el tiempo silbando iguanas, pues si uno gana por aquí, pierde por allá.

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