LOS REPUBLICANOS CUBANOS AVANZAN EN MIAMI

Los republicanos cubanos avanzan en Miami Por Lorenzo Gonzalo 16 de noviembre del 2020 Encuestas realizadas por la Universidad de Florida entre los años 2010 y 2015, el 76 por ciento de los cubanos que llegaban de Cuba se afiliaron al Partido Republicano; un 5 por ciento al Demócrata y el 29 por ciento restante, no tenían filiación. Esa reacción de los cubanos llegados a Estados Unidos tras haber sido en gran parte víctimas de políticas violatorias de normas internacionales de derechos humanos, alentadas fundamentalmente por los republicanos, es incomprensible para el observador más imparcial. Tanto ellos como el resto del mundo saben que esas injustas sanciones no han causado ninguna mella en las instituciones gubernamentales de Cuba, pero objetivamente hablando, aun cuando no hayan creído el discurso oficial, quien achaca todos sus males a esas agresiones, es evidente para ellos y para cualquier persona, que las limitaciones impuestas por Washington, en su mayoría, dificultan la vida del ciudadano común, pero no dañan el poder gubernamental. Por consiguiente, refrendarlas es un acto hipócrita que sirve a los intereses políticos de los cubanos llegados en la década del sesenta, quienes detentan el dominio político de Miami desde la presidencia de Ronald Reagan. Uno de los motivos que explican esta sumisión a una política perjudicial para el pueblo cubano, que ellos mismos sufrieron en carne propia en su momento, sólo se explica porque arrastran la disciplina social de no impugnar jamás a ningún representante de alto rango del poder gubernamental. Son personas despolitizadas, con tendencia a no criticar las decisiones de “arriba”. El “establishment” estadounidense, ese conjunto de intereses que representa el nódulo central del poder del Estado, tradicionalmente ha practicado políticas dirigidas a derrocar por algún medio, al gobierno de La Habana. Los cubanos que emigran a Estados Unidos, son generalmente gente de familia, trabajadores, profesionales y técnicos de diferentes categorías, deseosos de visitar su país todos los años. Antes de la prohibición a los cubanos para entrar ilegalmente a Estados Unidos, (recordemos que por un tiempo permitían y alentaban esas entradas con el propósito de drenar al país de técnicos y trabajadores), también llegaban algunos delincuentes. Muchos de ellos eran personas a quienes la Embajada de Estados Unidos en La Habana les negaba el ingreso por sus antecedentes criminales. Cuando llegaban en una endeble embarcación por las costas floridanas, les daban la bienvenida. Pero en general, quienes emigran son personas trabajadoras, casi todas con una educación media y superior. Curiosamente la mayoría de los recién llegados aprenden cómo aprovechar los beneficios sociales que el sistema ofrece y no faltan quienes abusen del mismo. Pero lo más sorprendente es que la mayoría asume el discurso agresivo opositor, echado a andar por el movimiento contrarrevolucionario de los años sesenta, el mismo que expresa el poder político de Florida, el Condado Miami-Dade y sus municipios, sin tener en cuenta que esto perjudica a la familia que dejaron detrás y a sus amistades, a quienes contradictoriamente quisieran visitar todos los fines de semana. Tienen una mezcla de amor – odio respecto a su país, sin ninguna conciencia de dicho sentimiento. Evidentemente, como esas son las normas locales del “poder político”, y habiéndose acostumbrados a “coincidir” con el discurso oficial, en general las respetan y mayoritariamente las practican. Esto explica en parte, por qué el 76 por ciento de los llegados entre los años 2010 al 2015, se inscribieron como Republicanos. El voto cubano permitió al candidato Presidente Donald Trump ganar las elecciones en el Estado Florida, aunque no fue suficiente para ganarlas en el Condado Miami Dade, como había prometido el Presidente Trump en visitas previas de campaña. No obstante, los cubanos republicanos tuvieron una aplastante victoria al ganar dos puestos más en el Congreso Federal y reforzaron su ya poderoso poder en el estatal. Lo cual valida más aún mi observación respecto al papel de los cubanos con su votación cerrada y militante a favor de Trump, quienes obviamente facilitaron su victoria en el estado de Florida. Trump ganó Florida por 372,707 votos más que Biden. Si consideramos que, entre registrados republicanos y sin filiación los hispanos suman 631,696 (estadística de la Registración del Votante 2020) en unas elecciones donde difícilmente se escuchaba un latino del Condado Miami Dade manifestarse en contra de Trump, temerosos del desafiante grito de un cubano y si agregamos la votación masiva de cubanos republicanos, más los hispanos no afiliados que se dejaron influenciar con las propagandas de “socialismo” echada a rodar por los conservadores, en una zona donde decir socialismos es como mencionar la soga en casa del ahorcado, podemos asumir que de esa cifra un alto porcentaje favoreció el cómputo total de Florida. En el 2016 Hillary Clinton ganó el Condado con poco más de 30% de la votación, esta vez los Demócratas lo ganaron por una ventaja del 7.04%. Saque ud las diferencias y comprobará que tengo razón para decir que la ambivalencia cubana, reclamando sus derechos de emigrados, mientras apoyan políticas migratorias que los perjudican, son el principal factor que ha ocasionado que los Demócratas pierdan espacio. Si la tendencia continúa, los republicanos podrían tener asegurado el Condado Miami Dade en las elecciones del 2024. Algo está haciendo mal el Partido Demócrata para que esto suceda. No es posible que una población que ha sido víctima en su tierra de políticas erradas de Washington para derrocar al gobierno de turno en Cuba, perjudicándolos a ellos mientras vivieron allí y como también a sus familias y amigos, apoye masivamente al partido político que las ha diseñado. Algo anda chueco, al margen de ese hábito por reverenciar a los funcionarios que detentan el poder, al que están acostumbrado una gran parte de los cubanos. Hay algo más y los estrategas del Partido Demócrata deben investigarlo. Considero que una parte del misterio para cortar ese nudo gordiano y terminar con dicha ambivalencia, está en favorecer una política con la nación cubana de mayor apertura. La solución no está en predicar el derrumbamiento del gobierno de La Habana, sino en tender puentes. Es fundamental influenciar para que Washington cambie su política si queremos que el cubano emigrado compruebe cuánto significa para su beneficio ese tipo de cambio. Esto seguramente también contribuirá para que Cuba ajuste la suya. Sólo así los famosos “cubanos de Miami” recobrarán su identidad para convertirse nuevamente en los “cubanos de Cuba”. Esto además permitiría que los cubanos pudieran ser lógicamente comprendidos por los demás inmigrantes y por los propios estadunidenses, porque hasta hoy no existe nada más contradictorio para el resto de las nacionalidades que viven en Estados Unidos y los propios estadounidenses que un cubano. Reply Reply All Forward

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