CONTINUACION DE VELORIOS EN LA COMARCA(Ciro Bianchi Ross)

Panchito, el muerto, es de mediana edad, doña Dolores le llama mi niño. También mi hermano, mi vida, mi amor, mis entrañas. ¡Pancho de mi corazón y de mi alma! Hermano, padre, amante, hijo… Hace una pausa, solo para reanudar la cantaleta con más impulso: “Virgen Santísima, Virgen de la Caridad del Cobre… ¿Dónde está mi Panchito? ¿Qué han hecho de él? ¿Dónde te encuentras? Ya no puede pararse ni hablar… habla, dime dónde estás. ¡Ven a mí, Pancho!, ¡mi Panchito! Ay, Pancho, Pan-cho, Pa-an.cho…” En medio de tanto escándalo y algarabía, Pancho parece escuchar el llamado de doña Dolores y da muestras de vida; abre la boca y reclina la cabeza. DON PANCHO HA RESUCITADO “Por un instante, en medio del estallido de elocuencia, el difunto da la sorpresa a todos, hasta a mí mismo”, escribe Goodman, y es que “para facilitarme el trabajo, el cuerpo había sido levantado con soportes, y, por alguna causa, los sostenes se corrieron”. Pero doña Dolores está fuera de sí con alegría, su Pancho ha resucitado, mañana saldrán a pasear a la Alameda, le darán ahora café y tabaco y ya no será menester hace su retrato, por lo que el pintor Goodman sobra en la casa. Hace por ponerlo de patitas en la calle porque Panchito y ella irán a la fotografía y le ahorrarán a Goodman su trabajo… “Afortunadamente los amigos de la dama intercedieron, pues ella, fuera de sí, al ver que yo no obedecía sus órdenes dio un empellón para tumbar mi libro de apuntes”. Derriba también la caja de colores y uno de los candelabros. Pero terminan convenciéndola de la verdad. Escribe Tanco que tan pronto exhala un habanero su último suspiro, todos sus amigos y relaciones se apresuran a presentarse en la casa mortuoria para dar el pésame. “En eso son cumplidísimos, y algunas veces se pasan de serlo pues aún no ha agonizado el paciente cuando ya vienen a acompañar a la familia en su próximo dolor”. El cadáver es colocado en medio de la sala sobre un catafalco que generalmente es muy lujoso, cubierto de terciopelo negro y lleno de los adornos del caso. Se expone en su propia casa o en la de algún familiar o amigo cercano y las puertas y ventanas se abren de par en par para dar mayor publicidad a la ceremonia. Ya se sabe que, como decía el cada vez más olvidado Rubén Martínez Villena, aunque la muerte es algo que diariamente pasa,

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