AMARGURA , VISITA GUIADA( Ciro Bianchi Ross)
APUNTES DEL CARTULARIO
Ciro Bianchi Ross
Amargura, visita guiada
Amargura no fue nunca meca del comercio ni de la moda. Tampoco era de las calles que la gente escogía para el paseo matinal o vespertino ni el sitio ideal para ver y dejarse ver. No hubo en ella cafés ni bares dignos de memoria, y sus dos hoteles –Nueva Luz, en el 303 de la calle, y La Unión, en la esquina con Cuba—a la larga se descomercializaron; son hoy casas de vecindad. La Unión fue, en sus buenos tiempos, lo que se llama un hotel “decente”, Un edificio sólido, de cinco plantas, en chaflán, con 150 habitaciones y 150 baños, donde el poeta español Federico García Lorca , en 1930, pasó la mayor parte de su estancia cubana.
Amargura es otra cosa. Marcaba uno de los límites del distrito bancario habanero, nuestro pequeño Wall Street, que se extendía desde O’Reilly y abarcaba desde Mercaderes hasta Compostela.
Allí encontraban asiento la Cámara de Comercio de la República de Cuba --en el actual hotel Raquel, en la esquina con San Ignacio—y la Compañía Cubana de Fianzas –en el 203 de la calle; edificio que sirve ahora de sede al Instituto de Antropología. En el número 53 se hallaba el Banco Continental Cubano, que contaba con 57 sucursales y 1169 empleados en toda la Isla, en ese sentido la mayor de todas las entidades bancarias nacionales, y la quinta en cuanto al monto de sus depósitos que superaban los 92 millones de pesos equivalentes a dólares. La General Electric y la Esso Standart Oil, entre otras empresas, contaban como sus clientes principales.
En la esquina con Cuba, y entrada principal por esta calle, se hallaba la Renta Nacional de Lotería, ahora oficina central del BANDES, y en la de Aguiar, el Banco Gelats, el más antiguo entre los cubanos –fue fundado en 1876-- , la firma bancaria preferida por el capital español radicado en Cuba y que operaba las cuentas de la Iglesia Católica cubana y los intereses del Vaticano en Cuba, así como la cuenta en dólares del comercio entre Cuba y España. Tenia también como clientes a la Compañía Cubana de Electricidad y a la Compañía Cubana de Teléfonos y era tenedor de bonos del gobierno norteamericano.
Amargura era una calle de firmas y oficinas de abogados. Un conteo apresurado y posiblemente inexacto en el Directorio Telefónico de 1958 arroja los nombres de 28 letrados asentados en esa calle; algunos de ellos tan conocidos como Carlos Márquez Sterling, presidente de la convención constituyente de 1940 y candidato a la presidencia de la República en las elecciones de noviembre de 1958, en el número 357, y, en un ya inencontrable número 8, Pelayo Cuervo Navarro, que, como presidente del Partido Ortodoxo histórico, era la personalidad más distinguida de la oposición política cubana. La Policía batistiana lo asesinó el 13 de marzo de 1957.
De los 28 abogados consignados, cinco tenían oficinas en el edificio marcado con el número 103 de la calle, en tanto que otros diez despachaban sus asuntos en el del numero 205, sede del Bufete Mendoza, uno de los más importantes y el más antiguo especializado en asuntos mercantiles. Fue fundado en 1854 y fue pionero en dirigir su práctica profesional hacia el mundo de los negocios.
ESQUINAS
José María de la Torre, en su libro Lo que fuimos y lo que somos; La Habana antigua y moderna (1857) explica el porqué del nombre de la calle Amargura. Dice que en todas las tardes de cuaresma salía de la Tercera Orden de San Francisco una procesión que iba por esta calle hasta la iglesia del Cristo, que era el Humilladero. Por la misma razón se ven calles con igual nombre en muchas poblaciones cristianas, refiere el cronista, a imitación de la del vía crucis de Jerusalén, que se llamó de la Amargura. El hermano tercero Miguel Castro Palomino y Borroto tenía particular devoción y costeaba la duodécima estación por los años de 1749, y la adornaba con una alfombra, dos candelabros de plata y un cuadro de Jesús crucificado.
Añade De la Torre que Amargura se llamó también calle de la Cruz Verde, por la que existía (y existe) en la esquina con Mercaderes. De ahí partía la procesión del vía crucis. Fue residencia de los condes de Lagunillas y da albergue hoy al Museo del Chocolate: propone un recorrido por la historia del cacao, su cultivo, producción y comercialización. Por otra parte, este establecimiento asegura a quien lo visite la posibilidad de degustar una bebida preparada a la manera tradicional y bombones elaborados artesanalmente.
El tramo de Amargura comprendido entre las calles de Villegas y Compostela –dos cuadras—se llamó, afirma De la Torre, de las Piadosas Mujeres, porque en la casa de la esquina con Aguacate vivían las beatas Josefa y Petrona Urrutia que alumbraban los viernes un hermoso Custodio. La cruz que existía en esa esquina marcaba en el vía crucis la estación que correspondía a las piadosas mujeres que acompañaron a Cristo en su calvario.
La esquina de Compostela se llamó Del Mallorquín por Juan Pascual, un sujeto oriundo de Mallorca que instaló allí una botica, mientras que la esquina de la residencia de los marqueses de San Felipe y Santiago, en Amargura y Oficios, fue conocida como la de Menéndez por el hombre que edificó el inmueble, ahora un hotel.
En esa casa murió en 1807 Joaquín de Santa Cruz y Cárdenas, tercer conde de Jaruco y primer conde de Mopox, padre de la condesa de Merlin. Fue en su tiempo el hombre más rico de la Isla. Pero era iluso y poco práctico. Soñaba con grandes empresas y casi todas fracasaron; pese a que carecía de escrúpulos, su capital decrecía y sus deudas aumentaban. Cuando falleció, legó a su hijo la inmensa fortuna –para la época— de nueve millones de pesos, condicionada por una deuda de siete millones que en el testamento le obligaba a honrar.
PRIMERA LLAMADA TELEFÓNICA
En la casa de Amargura casi esquina a San Ignacio, donde radica la Oficina del Historiador de la Ciudad, vivió don Francisco Arango y Parreño, el llamado “estadista sin Estado”, eminencia gris de la sacarocracia criolla. Fue el primero de nuestros economistas; promovió la introducción de una agricultura moderna y auspició asimismo la constitución de la Junta de Comercio y el Tribunal Mercantil. Director de la Sociedad Patriótica. Como Consejero de Indias, en 1816, logró el desestanco del tabaco y la libertad de comercio. Gracias a su gestión, esa maravilla que el hielo fue introducido en Cuba. En 1824 rechazó el nombramiento de Intendente General de Hacienda y a partir de ahí pasó sus años finales alejado de la vida pública. Falleció en 1837.
En el número 66 de la calle radicó la sede de la Sociedad Económica de Amigos del País y en ese mismo sitio, y antes de trasladarse a la Manzana de Gómez, funcionó la Institución Hispanocubana de Cultura, idea de don Fernando Ortiz para estrechar relaciones de los intelectuales cubanos con los de España y otras naciones iberoamericanas. En el número 63, domicilio de Evaristo Estenoz –un inmueble que ya no existe—se fundó, el 7 de agosto de 1908, el Partido Independiente de Color.
Otro hecho no puede quedar fuera de esta visita guiada. Desde el cuartelillo de los Bomberos del Comercio, sito en la calle San Ignacio, hicieron una llamada telefónica al segundo jefe de ese cuerpo, que residía en la casa marcada hoy con el número 110 A de la calle Amargura. Es la primera llamada telefónica en español que se registra en la historia.
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Ciro Bianchi Ross
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