ATAQUE MAMBI(Ciro Bianchi Ross)
Ciro Bianchi Ross (cirobianchiross@gmail.com)
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Ataque Mambí
Ciro Bianchi Ross
Ciro@juvetudrebelde.cu
En Arroyo Naranjo, el municipio donde resido desde hace casi 45 años, hay una calle que lleva el curioso nombre de Ataque Mambí.
Más que una calle es un pasaje que corre unos 50 metros para desembocar de manera perpendicular en la Calzada del 10 de Octubre, frente al policlínico Julián Grimau.
En esa esquina tuvo lugar un combate de la Guerra de Independencia cuando en la madrugada del 20 al 21 de marzo de 1897 fuerzas de la Segunda División del 5to Cuerpo del Ejercito Libertador, al mando del comandante Juan M. Hernández y el capitán José Cadalso, asaltaron el almacén de víveres establecido en dicho sitio, en una acción que el Diccionario enciclopédico de historia militar de Cuba (Ediciones Verde Olivo, 2003) recoge como el combate de Arroyo Apolo. Allí una tarja de bronce rememora el suceso, mientras que Cadalso es uno de los patriotas representativos del territorio. Por cierto, el escribidor también ha visto ese nombre como Cadalzo
No fue esa la única acción de guerra que tuvo como escenario lo que hoy es este municipio. También en 1897 tropas de regimiento Juan Delgado atacaron y se posesionaron del Casino de Arroyo Apolo y el 25 de octubre de 1897 en un encuentro sin importancia ocurrido en la finca Felicita, cerca de La Chorrera, entre el Calvario y Managua, moría macheteado por el enemigo Adolfo del Castillo, último general mambí muerto en campaña. Tenía 33 años de edad y lucía en su cuerpo las huellas de trece heridas de guerra.
ENTRE NARANJOS
Con unos 210 000 habitantes y un área de 83, 3 kilómetros cuadrados, el municipio habanero de Arroyo Naranjo ocupa el nueve por ciento del territorio provincial y es, en extensión, el cuarto municipio de la provincia.
Su nombre se remonta a los comienzos del siglo XVIII cuando los que, en bestias o en carruajes, hacían el viaje Habana-Santiago de las Vegas-Bejucal y viceversa, se detenían para beber, comer y descansar en una taberna situada a la orilla de la calzada. Era un establecimiento rodeado de naranjos en una zona atravesada por pequeños arroyos. Aunque la crónica nada precisa al respecto, se supone que dicha taberna se ubicaba en las inmediaciones de lo que sería La Palma.
Fue un territorio mayormente poblado por agricultores libres procedentes del archipiélago canario a los que se sumaron negros esclavos y, ya en el siglo XIX, chinos. Su origen se remonta a 1559 con el corral conocido como La Cabezada de la Chorrera.
Numerosos pueblos coloniales se ubican en este municipio: El Calvario (1635) Managua (1730)y Arroyo Naranjo (1735) así como los caseríos de San Juan, Arroyo Apolo, San Agustín, La Chorrera, El Lucero, Mantilla y Lechuga, en la periferia de los cuales se urbanizaron a lo largo de los años sesenta y cinco repartos y sitios poblacionales.
PARADERO DE ÓMNIBUS Y BERLINAS
El caserío de San Juan –en las inmediaciones de lo que hoy es el hospital Julio Trigo y antes fue el sanatorio antituberculoso de La Esperanza- surgió en 1857 con los bohíos que, para viviendas, construyeron los trabajadores de la canteras que allí se localizaban. El pequeño poblado se estableció en la zona situada entre las fincas de Infante y Matamoros. Un año después de su fundación contaba con nueve vivienda pobrísimas y 22 habitantes y pertenecía a Arroyo Naranjo, localidad fundada con anterioridad como paradero de berlinas y ómnibus tirados por caballos que cubrían el trayecto Habana-Santiago de las Vegas.
A las nueve casas existentes en San Juan se sumaban las siete de El Puente, localidad perteneciente también a Arroyo Naranjo y que disponía de una tienda mixta con fonda y una albeitería para el cuidado y atención de animales. Existía en despoblado, junto al camino real, otra bodega, y una bodega más, con fonda, en el punto conocido como La Güinera, donde se erigía una ermita de tablas y tejas que celebraba misa una sola vez al año, el 13 de junio, día de San Antonio de Padua, al menos que alguien se interesara en sufragar otra misa. De ahí que la gente de Arroyo Naranjo tuviera que recurrir, para los auxilios sacramentales, a la iglesia de Jesús del Monte o a la de El Calvario.
Disponía Arroyo Naranjo de unos célebres baños medicinales de sal, yeso, hidroclorato de magnesio y otras sustancias, conocidos como El Cacagual –no confundir con El Cacahual, sitio donde se honra la memoria del mayor general Antonio Maceo y del capitán ayudante Francisco Gómez Toro. Baños que nunca fueron muy concurridos por lo dificultoso del camino y la falta de comodidades para tomarlos.
MANAGUA
Un grupo de labradores que edificaron sus viviendas en la falda de la loma de El Calvario dieron origen a localidad de ese nombre, destruida en 1779 y reconstruida al año siguiente. Fue entonces que se erigió un nuevo templo, de mampostería, a diferencia del anterior, que era de madera. La obra se costeó con las limosnas de los feligreses y los donativos del obispo Santiago Echevarría. En 1827 tenía El Calvario 197 casas y una población de 869 personas.
Cuando de organizaron en La Habana, en 1825, lo escuadrones rurales de Fernando VII, tocó a El Calvario nutrir sus filas con un contingente de 75 plazas por lo que diez años después se dotó a la localidad de un pequeño cuartel de mampostería para su cuadro de alistados y voluntarios que allí recibían instrucción militar.
El origen de Managua hay que buscarlo, como ya se dijo, en 1730 cuando el presbítero Matías de León Castellanos demolió el corral Managuana, de su propiedad, y construyó una ermita. Alrededor de dicho templo varios colonos edificaron sus viviendas de embarrado y guano. Así nació Managua al pie de las lomas del mismo nombre, las Tetas de Managua, elevación de más de 265 metros de altura.
Creció la población de esa localidad y en 1750 eran ya 30 las viviendas y unos 390 habitantes, mientras la iglesia pasaba a ser tenencia auxiliar de la parroquia de Güines bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios. En 1827 componían el caserío 18 casas de mampostería y tejas, 53 de madera y 14 de embarrado y guano, con 358 habitantes, pero en 1846 la población disminuyó a 147 habitantes y quedaban solo 41 viviendas. En 1862, Managua cobró auge de nuevo. Fue entonces que se reedificó la iglesia y se instalaron sendas escuelas para hembras y varones.
Por disposición del monarca español, Managua obtuvo el título de villa en 1874 y tuvo ayuntamiento a partir del 1 de enero de 1879 hasta su supresión el 24 de enero de 1902, cuando fue anexada a San José de las Lajas.
El fomento del reparto San José de Bellavista se aprueba en 1907, a solicitud de José Genaro Sánchez, padre del olvidado poeta Gustavo Sánchez Galarraga. Cuatro años más tarde, el Ayuntamiento habanero aprobaba, a solicitud de E. F. Rutherford, la urbanización del resto de la finca. Hay en la zona calles que llevan los nombres de Gustavo y de Genero Sánchez, que adquirió el llamado castillo del Barón de Kessel, edificio que fue saqueado a la caída de la dictadura de Machado dados los vínculos del propietario con el déspota.
El reparto La Lira, a la vera de lo que entonces se llamaba la Calzada Real del barrio de El Calvario -hoy, Calzada de Managua- surgió el 9 de diciembre de 1914. Antes, en 1904, se autorizó a su propietario a parcelar la finca San Francisco, en Arroyo Naranjo, a fin de dar vida al reparto El Azul, hoy Barrio Azul.
En 1908, Amalia Zúñiga de Alvarado pidió autorización para parcelar su finca Santa Amalia, enclavada entre la carretera Habana-Bejucal, por el norte; Barrio Azul, por el sur y por el oeste con las fincas Barroso, Cascales y San Antonio. Sin embargo, en 1914 nada se había hecho, pero el Ayuntamiento aceptó como vigente la solicitud de urbanización a condición de que se le hicieran pequeñas modificaciones al plano original y de le diera la facultad de ponerle nombre a alguna calles. Tres años después, Guillermo de Zaldo, presidente de la Sociedad de Fomento de La Víbora, se mostró de acuerdo con la modificación del ancho de algunas vías, con lo que Alvarado, que iba a ser una avenida, quedó de catorce metros y le dieron veinte metros de ancho a la actual Avenida de Santa Amalia.
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Ciro Bianchi Ross
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