VAMOS A CONTARNOS CUENTOS DE VERDAD. SONANDO Y TEMIENDO POR EL SOCIALISMO (Eligio Damas)
Eligio Damas
To:
George Diaz
Mon, Aug 21 at 2:01 PM
Vamos a contarnos cuentos de verdad. Soñando y temiendo por el socialismo, mucha es la torta que hemos puesto
Eligio Damas
Marx y el socialismo, hecho este también figura humana, que deben estar los dos en el cielo, ya que el limbo no existe, fue eliminado años atrás por un Papa que no es Francisco, y pensar estén en el infierno sería imaginar a Dios un personaje cruel; se podría pensar en ellos como con una percepción equivocada, pero nunca llena de maldad, más bien demasiado equilibrada y generosa, lo más seguro es que se la pasen todo el tiempo sentados, en sus respectivas nubes, con una enorme frustración, por no decir arrechera y tristeza, dado que, en el cielo, esto último no debe estar permitido y quienes allí están tampoco se sienten tentados a embargarse de esos malos sentimientos.
Y digo porque cuando escrutan hacia abajo, que lo deben estar haciendo todo el día y hasta en las madrugadas de insomnio, se ladillan de percibir a todos quienes gobiernan y simplemente hablan y actúan en nombre de ellos, haciendo y diciendo disparates. Sobre todo por la persistente comisión de un error, el de nunca hacerle caso al mundo real, sino al contrario pretender que este es el que ellos se dibujan dentro de la cabeza.
Todos ellos, porque son grupos que quieren construir el socialismo pero con distintas visiones y tareas concretas, con una fórmula particular. Y esto hasta se individualiza.
La forma y fórmula más extendida es que al llegar al gobierno, que por cierto la que se percibe más acertada para hacer con libertad, suele ser la vía de la fuerza, es expropiar a todo el mundo, desde una bicicleta para arriba. Y lo que más entristece a Marx, es que ese disparate se lo atribuyen a él.
Hoy he leído a un personaje que dijo algunas cosas sobre Cuba, como que “otros países sometidos a sanciones como: Rusia, Irán o China continúan prósperos. Sólo el gobierno cubano debe dar cuenta de la escasez de alimentos sufrimientos y privaciones que sufren en Cuba”.
https://www.aporrea.org/actualidad/a324139.html
Hago la cita para dejar constancia que no es una elucubración mía, aunque bien sé de las dificultades que ahora vive el pueblo cubano dado que perdió la abundante ayuda venezolana en los tiempos de Chávez, tal como vivió al derrumbarse la URRSS.
Pues el asunto cubano estriba en un modelo improductivo, donde no hay inversiones de ningún tipo ni origen, y el proceso de cambio del capitalismo al socialismo nunca se dio no se va a dar como ellos intentan, porque no se trata de una inseminación artificial y un aborto. Cuba, pese sus tierras y cualidades para la actividad agrícola, no produce lo necesario para el consumo de su población. Y el tiempo pasa en demasía, ya van 60 ò más años y nada cambia, crean y menos nace.
Decía Marx que ese cambio sólo sería posible cuando las fuerzas productivas alcanzasen su mayor nivel y desarrollo y eso pasa por formar a los trabajadores, mediante un rico y paulatino proceso de aprendizaje, práctica, a “dueños” de su propio destino y responsabilidad. Los trabajadores, en el capitalismo, en fin de cuentas no son más que unos “esclavos modernos” de los amos del capital, sea este un particular o el Estado.
Pero “el particular”, es “el amo que engorda al caballo”, cuida con celo, que su propiedad, sea cada vez más rentable. El Estado, suele ser indiferente, porque la gerencia, generalmente “muy ocupada en otras cosas relacionadas con su futuro”, le da igual “si el caballo como o no come” y los “esclavos modernos”, ahora del Capitalismo de Estado, donde para nada se les toma en cuenta como para que sientan ganados a cuidar al caballo, que saben no es suyo, terminan comportándose como si la empresa fuese privada.
El mal llamado “socialismo” soviético, que se planteó desde comienzos del siglo 20 como una alternativa ante el capitalismo occidental, no pasó de ser un formación capitalista de Estado que se deshizo como un bloque de hielo expuesto al sol.
La formación generada por las luchas de los combatientes liderados por Mao, que tuvo el mérito enorme de acabar con el primitivismo feudal en aquel enorme territorio y unificarlo, entrado en crisis donde hasta el propio liderazgo había caído en seria crisis y hasta discutido, afortunadamente entró en una etapa de profunda revisión, lo que implicó la lógica sustitución del viejo liderazgo, pues se había equivocado y llegado al desgaste y además una respuesta diferente, dado que el mundo es como es y no como uno lo imagina donde se le dio cabida los capitales existentes y los provenientes de fuera, hasta de Estados Unidos mismos. Por eso China es hoy lo que es, que no es socialista, pese ellos así se definan por razones nada difíciles de entender. Tanto que todavía, pese se vaya apagando de manera paulatina, la figura de Mao, sigue siendo exhibida en muchos espacios oficiales y el “único” partido existente se llame Comunista.
Pero sin duda, China se convirtió de las cenizas, en la primera potencia mundial del mundo capitalista en breve tiempo y sus choques con Estados unidos, nada tienen que ver con definiciones o consigna ideológicas, sino al hecho real y verdadero que compiten por el control o funcionamiento del mercado mundial, la hegemonía o el multipolarismo. Tampoco China es la URSS, donde por el capitalismo de Estado, esta podía sin dificultades ni limitaciones, ayudar como con excesiva generosidad a un aliado en dificultades sin esperar a cambio pago crematístico o en divisas.
El gobierno cubano, por razones no sé si bien estudiadas o no, como que yo diría se dejó llevar por eso que solemos llamar una fiebre, desde sus primeros momentos abordó el asunto con una carta o modelo, según el cual, la justicia social y el reparto equitativo o lo que Marx llamó la igualdad, era un asunto de descomponer rápidamente el orden existente e imponer uno nuevo, “idealizado y bonito” y por ello se desató en una política veloz de expropiaciones. Fue la forma que pareció hallar de distribuir equitativamente desde el primer momento, sin atender la realidad de la vida y el movimiento. Lo de producir no fue prioridad, sino repartir los panes que encontraron. Pienso en Confucio con aquello de “no le des un pez, enséñale a pescar”.
Esto desató de inmediato una descomunal huida de distintos factores y universos poblacionales hacia Estados Unidos y a la generación allí de una fuerte oposición. Lo que se agravó con la crisis de los misiles y la promoción del gobierno cubano, mediante la ayuda de la URRSS, de la lucha guerrillera en América Latina.
La izquierda venezolana en su determinante mayoría, sólo la une una cosa o unas pocas cosas. Su solidaridad con Cuba y la veneración de las figuras más importantes, Fidel y el Che Guevara, que las luchas de la “sierra Maestra” generaron. El discurso y la gestualización de ambos, que si bien sólo son cosas formales, distantes al hacer, forman parte del acumulado cultural de la mayoría del universo de nuestra izquierda. Pero justamente, sólo porque se tratan de cosas formales, muy difusas, nuestra izquierda ha estado por años por demás distanciada. Cada quien a esos discursos les usa a su manera, ni siquiera escrutan si algo les asocia a la verdad.
Por eso, pese parecieran manejar el mismo discurso como la necesidad de deshacerse del control del capitalismo externo o imperialismo y la construcción del socialismo, no han podido elaborar una táctica y estrategia común para esos fines.
La llegada de Chávez al poder y su propuesta del “socialismo del siglo XXI”, surgida de lo antes dicho por Heinz Dieterich, más su discurso de alto decibeles contra Estados Unidos y su muy particular identificación con Fidel, fue un agregado para agravar las contradicciones. Lo formal se impuso sobre el por hacer y construir.
Las demasiado privilegiadas y exhibidas relaciones con Castro y el gobierno cubano, muy diferenciadas con respecto a los demás gobiernos progresistas existentes en Suramérica, el enorme ingreso petrolero del cual disponíamos, nos convirtió en un objetivo inmediato del capital dominante en nuestro espacio.
Las sanciones que el capital de EEUU y sus socios sobre Venezuela, definida de manera exagerada como “un peligro” sustantivo, por un discurso en veces hasta como infantil, por demás retórico y una estrecha amistad con un país necesitado de ayuda como Cuba, nos llevó a una crisis sin precedentes. Tanto que en los primeros años del gobierno de Chávez el ingreso nacional derivado de la actividad petrolera aumentó sustancialmente, dado que el capital privado interno siempre ha jugado un rol parasitario y de poca trascendencia, había alcanzado los niveles más altos de nuestra historia.
Aquí la responsabilidad está dividida. Se trabajó bajo el tono y forma de un discurso que nada tenía que ver con lo que en la realidad acontecía. El gobierno en ningún momento ha hecho nada serio que tenga que ver con el socialismo. Las expropiaciones verdaderas fueron de poca significación y aún habría que ver si de verdad no fueron justificadas. Pero la mayoría de ellas, no fueron tales, son todo lo contrario. Casi siempre se trató de empresas al borde la quiebra, hasta por razones distintas a la actividad económica misma, como la empresa de Ferrys que transportaba a Margarita y las de la familia Cirigliano en Barcelona, en cuyos casos el gobierno más bien favoreció a sus dueños. Y en casi todas esas expropiaciones de empresas al borde de la quiebra, también se intentaba favorecer a los trabajadores para que no quedasen desempleados; pero la nueva gerencia, la del Estado, terminó siendo, hasta por razones ajenas a ella, sino por el enigma estatal, tan ineficiente como la privada. Cuando hablo del enigma, los vericuetos del Estado, no dejo de acordarme de Kafka y “El proceso”.
Pero no hay que olvidar, pues allí ha habido mayores daños, la gestión de toda naturaleza, diplomática, política y hasta llena de idioteces de la oposición, que ha pedido y sigue pidiendo sanciones, intentó desatar una guerra y hasta una invasión, mantuvo por años el país en ascuas con aquellas guarimbas y luego con la payasada de la presidencia interina
Hasta aquí sólo unos cuentos, pero hay muchos. Eso sí, el socialismo no es como hacer una arepa o freírse un huevo, lo que voy a hacer ahora, a la 1.19 p.m., para desayunarme, pues el café lo tengo listo desde que me levanté.
Comentarios
Publicar un comentario