CALLE LINEA EN EL VEDADO (Ciro Bianchi Ross)

APUNTES DEL CARTULARIO Ciro Bianchi Ross Línea en El Vedado Línea es la calle más importante de El Vedado. Y la primera que se trazó en esa barriada. Debe su nombre al hecho de que por ella corrían las “cucarachas”, maquinitas de vapor que salían de la esquina de Prado y San Lázaro y llegaban a la zona de El Carmelo; primer vehículo de tracción no animal que circuló en la ciudad. En 1918 se le nombró Avenida del Presidente Wilson y en la década de 1950 recibió el de Doble Vía General Batista, El pueblo repudió ambas denominaciones y continuó llamándola por su nombre original. Es una calle eminentemente residencial, con grandes casonas y edificios de apartamentos más o menos lujosos, Hay también viviendas modestas y no faltan los establecimientos de servicio. Vecinos ilustres de esa vía fueron el poeta y guerrillero Roque Dalton, en una casa de huéspedes situada en la acera de los pares del tramo que corre entre G y F. El historiador Emilio Portell Vilá, en el número 962, y las hermanas de Pablo de la Torriente Brau, en el 951. En la casa marcada con el numero 603 radicó el eminente hematólogo español Gustavo Pitaluga y la casona de Teatro Estudio sirvió de residencia a la familia Blanco Herrera, propietaria de la cervecería La Tropical. En el edificio Someca, en la esquina de F, vivieron el pintor Mariano Rodríguez y el pianista Jorge Luis Prats, y en la esquina con la calle 10 vivió la historiadora Nydia Sarabia. En los números 304-306 de esta vía, donde hay ahora una bodega, estuvieron los Estudios Armand, famoso artista conocido como El Fotógrafo de las Estrellas, y en la casa de la esquina de Línea y G, ocupada ahora por una dependencia de Casa de las Américas, murió el mayor general Mario García Menocal, ex presidente de la República. Durante su estancia en Cuba en la primavera de 1930 el poeta español Federico García Lorca era visita frecuente en el apartamento del poeta Luis Cardoza y Aragón, entonces cónsul de Guatemala, en el edificio Montes, en Línea y D. Todavía se conserva, muy maltratada por el tiempo y la desidia, la residencia que el doctor Antonio González Curquejo construyó para vivirla en Línea y B; data de 1880. CINE RODI No faltaban en esta avenida centros de recreación como el cine Rodi (actual Teatro Mella), cuya apertura en 1952 se convirtió, dado el lujo de la instalación, en un sonado acontecimiento social, como lo fue la del Teatro Trianón en los años 20. No faltaban tampoco restaurantes y cafeterías como la Casa Potin, distribuidora de los bombones italianos Perusina, de los suizos Tobler, de los franceses Marquesa de Sevigne y los norteamericanos Maillard, y El Jardín, con su fresca terraza y ambiente distinguido, que se especializaba en bufés para bodas, despedidas de solteras, fiestas de 15 años, inauguraciones y actos sociales y profesionales, como se hacía saber en sus promociones de 1958. Se impone mencionar la repostería de Línea y 8, propiedad del francés Sylvain Brouté. Vino a Cuba en 1949 como cocinero de la familia de Agustín Batista, presidente de The Trust Company of Cuba. Antes, en su país, sirvió a familias como las del banquero Rothschild y el perfumista Guerlain. Su pastelería terminó dando nombre a la cadena de establecimientos de pan y dulces tan en boga después. Laboró allí hasta el final de sus días, pese a que el negocio había pasado a manos del Estado. VAMOS AL TÙNEL, MI VIDA En la construcción del túnel de Línea se invirtieron más de cinco millones de pesos. Fue una obra que requirió del empleo de 35 000 metros cúbicos de hormigón y 1 276 toneladas de acero, de más de 18 000 metros de pilotes de madera dura y 2 650 toneladas de tablestacas y vigas de acero. Para hacerlo posible se impuso inyectar en el terreno 10 000 metros cúbicos de mortero de cemento y otros 21 000 de membrana impermeable. Se excavaron 65 400 metros cúbicos de tierra y 19 800 de roca. El puente de Pote cruzaba el rio Almendares a la altura de la calle Calzada para enlazarla con la Quinta Avenida, y el puente Asbert lo rebasaba por la Avenida 23. El desarrollo de La Habana hacia el oeste y la necesidad de mejorar las comunicaciones con esa parte de la ciudad obligaba a otros cruces sobre el Almendares, esta vez por Línea. Se analizaron entonces dos variantes. La del túnel y la de un puente tradicional. El puente debía tomar en cuenta que los yates de vela podían tener una envergadura de hasta 90 pies, lo que haría necesaria la construcción de un puente de 1 300 metros de largo con una pendiente de cinco por ciento. Eso equivalía a decir que la pasarela saldría de la calle 14, en El Vedado, y se extendería hasta la calle 10, en Miramar. Un empeño de esas características requería de una inversión similar a la de un túnel, por lo que escogió esta variante aun a riesgo de tener que enfrentar un suelo blando en demasía como el de Miramar y la necesidad de conseguir que el fondo de la excavación estuviera seco, lo que se dificultaba porque habría que trabajar hasta más de 13 metros por debajo del agua del río. Como no podía paralizarse la navegación, la obra se acometió en dos etapas desde ambas márgenes. Sus tubos tenían capacidad para 2 500 vehículos por hora cada uno. La obra comenzó en tiempos del gobierno del presidente Carlos Prío y se inauguró ya en la etapa de Fulgencio Batista. BANCOS Y OTROS LUGARES La agencia del Banco Metropolitano de Línea entre Paseo y A era una sucursal del Banco Pujol, propiedad de la familia de ese nombre y el segundo más antiguo entre las entidades bancarias cubanas; surgió en Placetas, en 1893. En 1951 abrió su casa central en el edificio del Centro Asturiano de La Habana. En Línea 1 esquina a O radicaba la única sucursal con que contaba el Banco Gelats, con oficina central en Aguiar 456. Gelats era el más antiguo entre los bancos cubanos y el noveno en el país por el monto de sus depósitos; el banco de la Iglesia Católica y el Vaticano en Cuba y que operaba la cuenta del comercio entre Cuba y España. Hay ahora allí una sucursal del Banco Financiero Internacional. En Línea entre 10 y 12, donde se halla la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, funcionó una sucursal de The Trust Company of Cuba que, con sus 232 millones de pesos en depósitos, sus 26 oficinas y 8 000 empleados y su administración eficiente y capaz, clasificó en 1957 entre los 500 bancos más importantes del mundo. Banco cubano pese a su nombre. El Banco de Fomento Comercial, en Línea y M, era, sin embargo, un desastre. Estaba dotado de una taquilla eléctrica que posibilitaba efectuar depósitos desde el automóvil, pero tenía el poco envidiable récord de tres de sus directores expulsados y dos intervenciones del Banco Nacional a causa de lo deficiente de sus controles e insegura política crediticia. La maraña era de tal magnitud que la junta de accionistas del 27 de enero de 1959 terminó en una riña tumultuaria con el saldo de varios heridos. Lo que es la Casa del Alba fue primero la Casa Cultural de Católicas y luego la sede del Movimiento Cubano por la Paz. La casa de madera que se alza en la esquina de Línea y 14, en un predio que fue de la familia Loynaz, no es “la casa encantada” de la que habló García Lorca, ni en ella Dulce María escribió su novela Jardín, como se quiere hacer creer. Dulce y su hermana Flor le llamaban “la casa del alemán”. “La casa encantada” se ubica en Calzada entre 14 y 16. En la esquina de Línea y L tenía su residencia el doctor Horacio Ferrer, coronel del Ejército Libertador y autor del libro Con el rifle al hombro, que apareció en 1950. Esa casa fue demolida y en su lugar se construyó un edificio de muchas plantas. Ferrer, que era oculista, conservaba las gafas de no pocas personalidades de la vida cubana, entre ellas, la del mayor general Máximo Gómez. ¿Dónde habrá ido a parar tan valiosa colección?

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