NOS PASAMOS LA VIDA LUCHANDO CONTRA EL CENTRALISMO Y AHORA ES CUANDO CARACAS ES CARACAS(Eligio Damas)
Nos pasamos la vida luchando contra el centralismo y ahora es cuando “Caracas es Caracas”.
Eligio Damas
Ese vasto territorio más allá de Caracas, que un tanto peyorativamente se le ha llamado la provincia o el interior, ha sido en diferentes momentos escenario de movimientos que han reclamado tratamiento justo y racional del poder central. Eso sí, pese la Guerra Federal, el “triunfo” de su “vanguardia” y sus disposiciones formales, la cosa siguió siendo como antes. El caudillismo provincial no tuvo éxito alguno, hasta el triunfo de los 60, liderados por Cipriano Castro, terminaron en un régimen o Estado, bajo el comando de Gómez por demás centralista, donde Caracas continuó siendo el centro u ombligo de la nacionalidad y del poder, pese el dictador vivía en Maracay.
De manera que, esta aspiración descentralizadora que tomó cuerpo con Chávez, pero en el discurso, de mayor poder de decisión para las comunidades, que hasta se expresa en la Comunas, pero como dije sólo en el discurso y las formalidades, tanto que hay un ministerio que, a estas manejan y controlan, como para que no se les antoje intentar volar por su cuenta, es la síntesis de un largo proceso que arranca del fondo de nuestra historia.
La España que llegó a América, estaba muy lejos de ser un poder centralizado. Al contrario, en fecha relativamente reciente había comenzado a andar el camino de la unificación nacional.
Cuando el régimen hispano crea la Capitanía General de Venezuela, en 1777, designando a Caracas capital de la misma, ya han transcurrido más de doscientos años de colonización.
Caracas era una provincia más entre las que integraban esa unidad política y territorial. Y la Capitanía General de Venezuela por largos años, subsistió sin que entre una y otra provincia se produjese una verdadera integración. Es una verdad fácilmente sustentable que fueron pocas las veces que entre provincias se pudo intercambiar la producción con la aceptación del gobierno imperial. Es decir, la libertad de comerciar entre las provincias generalmente estuvo suspendida.
Y también es fácilmente sustentable la afirmación, según la cual, cada provincia se comunicaba con más fluidez con Santo Domingo, Santa Fe de Bogotá o España, según fuese el caso, que con cualquier otra provincia de la Capitanía General de Venezuela. Cuando se produce la gran crisis del poder hispano en los primeros años del siglo XIX, a la negativa del Cabildo caraqueño de la autoridad de la Regencia, siguieron las otras provincias; pero de la misma forma que se manifestaron Bogotá, Quito o Buenos Aires.
Pero en 1811, aquí en Barcelona, la Junta formada el 27 de abril de 1810, dio paso a un Estado, cuyo congreso decretó para el mundo la "Nación libre e independiente de Barcelona". Y este ejemplo barcelonés, es sólo una muestra de lo que sucedía en lo que era la hoy Venezuela. Es como decir, en materia de provincias aquí cada una andaba por su lado, como lo andaban los héroes pro independentistas. Y eso no es difícil entenderlo.
Cuando el Libertador tramontó los Andes en aquella gesta heroica conocida como la "Campaña Admirable", que lo llevó triunfante hasta Caracas, desde Chacachacare, en el este del hoy Estado Sucre, un nutrido grupo de jóvenes orientales, dirigidos por Mariño, iniciaron su camino hacia la gloria en la gesta llamada "Campaña de Oriente", por la que reclamo siempre se le dé un trato y caracterización a la misma altura de la gesta de Bolívar en ese mismo año.
Y es bueno resaltar, para que el lector sepa, que entre uno y otro movimiento no hubo ninguna sincronización ni acuerdo, hasta donde sabemos, unos y otros, se ignoraron y los heroicos hombres autores de aquellas hazañas ni siquiera tenían conocimiento unos de otros.
Ambas empresas se realizaron de manera independiente. No hubo entre sus gestores ningún tipo de comunicación ni acuerdo. Para aquellos hombres no existía el criterio de país o nación venezolana.
Su país era la provincia o provincias en las cuales se habían formado. Esto explica el celo de los "Libertadores de Oriente" en aceptar a Bolívar como jefe del ejército que se forma y del país que apenas empieza a dibujarse. Más cuando en el año 1814, las fuerzas patriotas dirigidas por Bolívar en Caracas y sus alrededores, derrotadas por las realistas y “las de Boves” – valore el lector que hago de manera expresa una diferenciación- huyen casi despavoridas hacia oriente, en lo que se llamó, como poéticamente, la “Emigración a oriente” y no la huida en busca de refugio y defensa.
Hasta ese momento, los orientales desde el año 13, controlaban todo el territorio desde el extremo oeste, en la costa, hasta los llanos, parte de la zona que hoy es el Estado Guárico, bajo un comando que no tenía ningún vínculo con los patriotas caraqueños.
Es llamativo cómo las provincias orientales mismas se declaran independientes a su manera y hasta de forma muy particular, como Barcelona que, en 1810 se declaró de una vez república independiente de cualquier otra relación.
Es fundamental, al estudiar la historia de Venezuela y en particular las discrepancias y hasta desentendimientos entre nuestros héroes, saber lo anteriormente señalado para no atribuirlo a pequeñeces o a puros resentimientos personales. Cómo calificar indebidamente a Mariño o a Bermúdez y hasta al mismo Piar, hecho gran jefe militar en las tropas orientales, como simples opositores o envidiosos del talento y la capacidad de liderazgo de Bolívar. No era nada fácil entender el carácter de aquella relación en aquel momento, más cuando se lucha por la independencia.
Y cuando llegamos a la "Guerra Federal", esta concepción provincial subsiste con intensidad.
Es muy común que la gente, hasta historiadores, al abordar la Guerra Federal, simplemente porque en primer término implica un acto subversivo contra la oligarquía gobernante alrededor de Páez y sus asociados, pasan por alto que esta enarbola una consigna que antes el Libertador combatió.
Bolívar, en el “Manifiesto de Cartagena”, documento al cual antes nos hemos referido críticamente y hasta en buena medida en contrariedad, por la subestimación que su autor hace de acciones de carácter conservador y clasista, como el voto censitario, de segunda instancia y sólo permitido a los propietarios y ricos comerciantes; la ratificación de la esclavitud y las deplorables disposiciones relativas a la propiedad territorial, no obstante acierta cuando aborda el asunto del federalismo.
Es verdad que Venezuela era de hecho, dada las disposiciones de la corona española una sociedad federada, formada por provincias que eran como “países”, como una vez calificase el mismo Bolívar, donde cada provincia poco o nada tenía que ver con la otra, pero eso nos hacía débiles al intentar alcanzar la independencia. Es la misma visión que más tarde llevará al Libertador a la idea de la Gran Colombia y hasta a la de la gran patria americana. Y es verdad que la lucha planteada hasta casi finales de 1816 y 1817, cuando los grandes héroes de la patria, no habían podido ponerse de acuerdo acerca de un proyecto y ni siquiera tenía estrechos vínculos en el desarrollo de la guerra, como que cada grupo o región hacía las cosas a su manera, nos hacía débiles.
El federalismo se aborda en gran medida como una mezcla de rechazo al centralismo con una sentimental evocación de la provincia independiente. Por eso, el viejo general Juan Antonio Sotillo, según Armas Chitty, repetía con insistencia que "federación era que los zulianos mandasen en el Zulia, los andinos en los Andes y los orientales en Oriente". También por esto mismo, el gobernador del Zulia y caudillo federal de su Estado, Venancio Pulgar, desafió al entonces Presidente de la República, General José Ruperto Monagas, diciéndoles a los comisionados de éste para que se encargasen de la Aduana de Maracaibo, lo siguiente: "Vuelvan a Caracas. Aquí en el Zulia no son bienvenidos. Y díganle al General José Ruperto Monagas que recuerde bien que el Zulia es de los zulianos".
“Triunfantes” los federalistas, nos pasamos a llamar Estados Unidos de Venezuela, pero no obstante, el criterio centralista derivado del final de la guerra de independencia, una opción como ya dije impuesta por la necesidad de unir lo que estaba disperso y sumar fuerzas para alcanzar el triunfo, siguió existiendo.
La etapa petrolera y la invasión de los capitales externos nos convirtieron en una centrífuga que producía petróleo, obtenía por ello unos importantes ingresos, pero debía regresarlos mediante el consumo de las mercancías de todo tipo venidas del exterior, sobre todo de donde provenían aquellos capitales. Y de este Estado de cosas terminaron por imponer la economía de puerto, donde La Guaira y Puerto Cabello, fueron los espacios privilegiados de entrada y salida de las mercancías ajenas al petróleo.
De las áreas cercanas a esos espacios, las regiones del centro, emergieron las nuevas clases dominantes a lo interno y el fortalecimiento del nuevo poder. El oriente petrolero, sobre todo Anzoátegui y Monagas, sólo fueron eso, productores de petróleo y sacado este por puertos donde de eso se ocupaban. Hasta Maracaibo mismo fue víctima de aquel proceso que dio origen a la conocida gaita que canta:
“Maracaibo ha dado tanto
que debería tener,
carreteras a granel
con morocotas de canto”.
Pese todo eso, con el tiempo, unas cuantas décadas después de haber sido derogada la constitución federal y pasamos a llamarnos República de Venezuela, como una recuperación del centralismo y en concordancia con lo que sucedía en la economía, se volvió a hablar de descentralización y hasta comenzamos a elegir nuestros gobernadores, dado que la centralización determinaba que a estos funcionarios los escogía el presidente de la República. Circunstancia que llevaba a que desde Caracas, a los Estados enviasen de gobernadores a personajes que nunca habían ni siquiera antes hubiesen llegado allí de visita.
La nueva disposición que llevó a elegir a los gobernadores, por ejemplo, nos permitió a quienes vivíamos en Anzoátegui, elegir por primera vez de gobernador al Dr. Ovidio González, un médico obstetra, si mal no recuerdo, que pese haber nacido en Margarita, desde el mismo momento de su graduación comenzó a ejercer en Barcelona y al momento de su elección había vivido en esta entidad, una tan numerosa cantidad de años que estaba íntimamente ligada a ella como para se considerase como nativo. Antes había sido diputado al Congreso Nacional por la misma entidad.
Esta nueva circunstancia, obligó a los partidos a escoger como candidatos a esas representaciones a gente ligada estrechamente a las entidades, es decir, se empezó a generar un verdadero liderazgo, en sintonía con aquello de la nueva y vigente constitución de “lo participativo y protagónico”. Lo que entonces llamábamos el “paracaidismo”, había sufrido una derrota.
Pero el poder central, que así como crea la ley, también la trampa, encontró la forma de volver a recuperar sus viejos privilegios. No hablemos de candidatos a presidentes, pues es bien sabido que ellos, por lo menos deben haber vivido allá en Caracas por años y ser tenidos como caraqueños y del aprecio de la alta dirigencia que allá, como dicen los gauchos, “hizo su pago”. Sino hablemos de gobernadores, alcaldes, diputados al Congreso y ahora a la AN y regionales y hasta el extremo de los simples concejales, que se eligen en las entidades, que ahora no sólo son “seleccionados y mandados desde el centro”. Como a principios del siglo 20. Allá les escogen aunque no tengan relaciones estrechas con las comunidades, si acaso, como para fingir un poco, se cuidan que alguna formalidad los asocie, como haber nacido en ellas, pero se fueron prontamente o por el simple vínculo del apellido.
Porque aunque parezca mentira, aquí se sigue creyendo que “Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra”. Hasta en la distribución de cosas elementales como el Clap, nos apegamos estrictamente a esa regla u oración divina. ¡Viva el centralismo!
Lo “participativo y protagónico” es sólo un rezo, una mera referencia o golosina para consolarnos o atosigarnos.
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