HICIERON DEL "SOCIALISMO" UNA PALABRA QUE ATERRA. DE LA URRSS A LA FEDERACION RUSA.( Eligio Damas)
Hicieron del “socialismo” una palabra que aterra. De la URRSS a la Federación Rusa
Eligio Damas
No soy experto ni mucho menos, ¡Dios me salve la parte! Pero puedo hablar por mis simples observaciones y hasta conjeturas a partir de aquellas.
El “socialismo” y hasta “comunismo” de la URRSS, del estalinismo, se dijo que no fue más que capitalismo de Estado, en el cual, para que éste tuviese como repartir y “crear la igualdad” que se inventaron, se impuso salarios o “dádivas”, más o menos iguales para todos, no importa el rol que cada quien jugase en el proceso productivo. No hacer nada, lo que incluye callarse y mostrarse conforme, era bastante. Que para quien esto escribe, no está limitado a las fábricas, sino donde, de alguna manera, se trabaja en beneficio de la sociedad toda. Y encontraron en ese falso concepto de igualdad, la justificación para resolverle la vida a quienes no trabajaban, por fallas individuales y por encima de todo por la inoperancia del modelo y la necesidad de este de tener gente dispuesta a respaldarle. Todo eso acompañado de discursos épicos y bellos poemas. Se inventaron listas de rubros para retirar en las bodegas y hasta bonos.
Por supuesto, también hay que tomar en cuenta que, cuando el salario es demasiado bajo, es natural los trabajadores no sientan el entusiasmo de hacerlo, tampoco tengan como consumir y en consecuencia, las fábricas no tendrían motivos para producir y menos para existir. Pues por la fuerza del Estado, no pueden obligarlo a uno a comprar no teniendo dinero y menos capacidad de crédito, pese sobren a cada uno de nosotros “razones” hasta para consumir por demás. Y entonces tampoco habrá fábricas ni producción importante alguna, basta con importar o terminar lo que viene fragmentado. Y menos empresario o comerciante dispuesto a venderle a quien no tiene real o “poder de compra”.
Por eso Marx habló de la igualdad como resultado del más alto desarrollo de las fuerzas productivas, lo que implica no sólo alcanzar una alta producción, sino que para ello, habría que haber quienes demandasen, trabajadores entusiasmados y hasta con un muy alto nivel técnico y cultural. De manera tal que, en una fábrica, cualquiera de los trabajadores, quienes forman parte del modelo socialista, ese del cual hablan los clásicos, pudiera hacer las veces de gerente o máximo dirigente, elegido por los trabajadores y lleno de gozo por hacerlo sin pedir más.
Como nada de esto último se dio en la URRSS y los llamados países satélites, aquello se derrumbó, a partir de cierto momento, como se descongela un helado puesto en un sartén caliente, cuando dejaron de tener efectos los procederes coercitivos y los somníferos que antes habían operado.
Después de aquel desmembramiento, posterior derrumbe y el rápido ascenso de la economía de la Federación Rusa, en mí prendió una pregunta que me estuve haciendo en silencio por muchos años. Confieso que desconozco detalles que pudieran explicarme aquel inesperado renacer y premura de capitales externos por entrar con prontitud en medio de aquel desenlace que en lo inmediato dejaba dudas. Me pareció haber oído o leído a alguien que esos capitales acumulados afuera por rusos evadidos durante el período de gobierno del PCUS, que no sólo volvieron a su vieja patria, pese hablamos de un período que viene desde 1917, sino que llegaron con sus recursos para invertirlos en el nuevo estado de cosas. Como que sus capitales invertidos en cualquier país de Europa y hasta en EEUU allí entraron con premura sin la más mínima discreción y duda.
Tal respuesta, nunca en mi caso, ha sido convincente. Pasados los años, visto lo que ha acontecido en Cuba y ahora en Venezuela, pienso que muchos de esos capitales estaban allá adentro, nunca salieron y menos entraron de improviso.
Lo que lleva a otra duda. ¿Es pertinente hablar de capitalismo de Estado, entendiendo como tal que todo, hasta el peine y la silla de la barbería es del Estado”, como me dijo un militante de la izquierda, admirador del proceso cubano, pero en un momento de dudas, refiriéndose a lo que observó en la isla, cuando en verdad, el sistema se consolida mediante un acuerdo entre el Estado, una capa inversionista y propietaria, eso que ahora llaman “burguesía revolucionaria”, que le apoya, a cambio de las ventajas que recibe, pero que para este y con este trabaja y donde sólo los trabajadores son las víctimas de tal acuerdo y modelo? ¿No es curioso que aquí como en Cuba, al dólar se le permitió circular paralelamente con la moneda nacional?
Es decir, hay dos modelos de igualdad, uno por arriba, entre ese pequeño círculo de inversionistas, no sé si llamarlos previamente acumuladores que, a su vez, son receptores de créditos del Estado o en el menor de los casos, de este reciben toda la protección posible, como por ejemplo crear bases para que los salarios sean muy bajos, empezando por la referencia miserable de salario mínimo y poner los precios que le dé la gana. Y hasta esa “burguesía revolucionaria” pudiera ser de la dirigencia del Estado.
El otro modelo es el de abajo, donde entran los trabajadores al servicio del Estado y hasta quienes no trabajan, pero apoyan, con sus votos o fuerza. Estos reciben ingresos miserables en forma de bonos, todo estudiado, para que quede claro son dádivas, gestos generosos, de quienes gobiernan. Y por esta igualdad, la construida abajo, se habla de un modelo socialista. Para esta igualdad se suprimen los contratos de trabajo y los pocos beneficios que ellos deparan en el capitalismo, producto de la lucha entre el capital y el trabajo.
En el capitalismo clásico hay una enorme clase media, formada incluso trabajadores de distintos espacios y frentes y una gigantesca cantidad de gente entre la pobreza y la pobreza extrema.
El nuevo modelo, el socialismo de “embuste embuste”, como decíamos antes un capitalismo llamado de Estado pero en asociación con capital privado, se distingue por igualar a todo eso de la “clase media” hacia abajo, lo lleva a la pobreza, sin poder incluir en este nivel a los de pobreza extrema, que caen más abajo, justo porque el modelo es improductivo y no alcanza para tanto. Eso hace que una pequeña porción viva en la opulencia. Es muy común escuchar que aquí cerca, en Lecherías, el simple observador detecta que allí la vida tiene un esplendor, es tan abundante y exquisita, que comparado con los espacios de la clase media de antes del resto de la zona norte de Anzoátegui, da la impresión fuesen países diferentes. Uno boyante y hasta rutilante, alegre y consumista y uno famélico y por ende triste y taciturno.
Sin duda, la disolución de la URRSS, la caída del muro de Berlín, la desaparición de regímenes estalinistas en todos esos países, significó el retorno del capitalismo clásico. Los capitales de esa “burguesía revolucionaria” que compartía los bienes del trabajo con el Estado y su alta burocracia, de la cual pudieron formar parte muchos dirigentes del partido y del gobierno, pudieron sin dificultad adaptarse a la nueva situación y hasta hallar, “reducido el Estado”, dejado este el rol de propietario, mejores oportunidades para reproducirse y hacer lo que hoy es la Federación Rusa, una potencia en ascenso y donde los trabajadores, por lo que uno ve, haciendo la más elemental evaluación, viven mucho mejor que antes.
De aquí que, uno saca como conclusión, por lo vivido hasta ahora, que es mejor el capitalismo clásico, que ese que “mal han llamado de Estado” hasta socialismo de “cova pura”, donde tratando de inventar, hasta sanamente, solo ha lograron constituir unos relaciones tan deplorables que en toda Europa terminaron siendo repudiadas.
Y hemos dicho “mal llamado”, porque parece evidente que el capital privado nunca desapareció, de una manera u otro se mantuvo vivo, prudente y comenzó a reaparecer subrepticiamente, apoderándose de espacios, haciéndose indispensable para la vida de la gente y el Estado mismo, por las dificultades y las soluciones que comenzò a ofrecer, hasta que el capital privado y el del Estado comenzaron a acordarse y hermanarse. Algo así como el “dólar criminal”, la moneda sinónimo de “la pérdida de nuestra independencia”, comenzó a circular como clandestinamente. Pero luego hasta apareció en los bolsillos de los agentes del gobierno y todo el mundo comenzó a usarlo hasta más que el bolívar, para cobrar y pagar; y quienes antes le maldijeron y declararon ilegal, terminaron bendiciéndolo y aceptando fuese moneda no sólo de curso legal sino hasta la principal. Y esto último queda demostrado cuando todos los precios están indexados al dólar. Por eso, los precios donde Ud. acuda a comprar estarán fijados en esta moneda, mientras el salario lo está al bolívar. Y solemos decir que somos independientes y soberanos.
Esto que hemos visto nos explica mucho de lo que pudo pasar en Rusia y en otros sitios. Sólo que en el país de los soviets, ese capital, una vez suelto por el Estado, habiéndole dejado este todo el espacio libre, hizo de Rusia una potencia que se trata hoy en muchos campos, no sólo en el armamentismo, de tú a tú, con Estado Unidos. Tanto que hoy, ambas potencias, están enfrascadas en un serio conflicto que no es propiamente por Ucrania sino por la península de Crimea y la expansión de sus capitales.
Pues el capital ruso de hoy también busca como expandirse, seguir multiplicándose, por lo que pese ya no ser la URRSS de los estalinistas, está igualmente en contradicción con USA y nosotros sólo somos una adorada presa, como lo hemos sido desde antes y pese nos echemos el cuento del socialismo y la igualdad.
Aunque en verdad, hay un acuerdo como calcado, entre el capital, el que está adentro, el que quiere entrar y el gobierno, para que aquél disfrute del máximo de ganancias, mientras nosotros gozamos, “una y parte de otra”, soñando en la igualdad.
Por todo esto hay mucho dolor, tristeza y hasta rebeldía. Pero también pesar que a la palabra “socialismo”, al modelo ideal para salvar hasta al planeta y la especie humana, se le haya degradado tanto, como para que a buena parte de la gente, hasta abundantemente entre los humildes, su sola mención meta miedo.
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