LA MUERTE INESPERADA , QUE NO ME PUEDO EXPLICAR(Felix Sautie Mederos)
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A LA ATENCIÓN DE FRANK
La muerte inesperada, que no me puedo explicar…
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MI COMENTARIO DEL DÍA. Félix Sautié Mederos.
De inicio de la aciaga noticia, confieso que no me atreví a manifestarme en mis “Comentarios del Día”, para mí que no era cercano a él en espacio, pero muy cercano en sus ideas cargadas de emociones y bellezas. Y, sí es muy cercano y cotidiano en mi existir revolucionario.
Mi dolor forma parte de los sentimientos del pueblo, que lo disfrutamos y lo seguimos por su entereza revolucionaria patriótica que nos hizo vibrar en nuestras fibras de cubanía y amor por la Revolución; de la que él es un adelantado inscripto para siempre en las glorias y las luchas populares. Por eso, su paso a la eternidad de la vida, nos causa el dolor y la tristeza, pero a la vez orgullo por lo que hizo en su fecunda existencia terrenal, porque ya no lo volveremos a ver con vida; y por la consolación de que nunca será olvidado en su música, sus letras y sus enterezas que formarán parte para siempre del Tesoro de la Patria; y como si ello fuera una premonición de lo que siempre ha sido se nos fue cantando a la Patria que tanto amó. Eso tampoco, ya no lo podremos olvidar porque, además la muerte nos lo arrancó en una edad de plenitud de vida. Es algo que me resisto a aceptar en mis 83 años de seguimiento y de luchas, al respecto de tus 74 años de fecundidad ejemplarizante que siempre quedaran con nosotros para consuelo y continuación.
La muerte es un destino inexorable, nos toca a todos, nos lleva a todos. Quizás el verdadero destino para que deberíamos estar preparados siempre como si cada día fuera el último en la tierra, aunque el dolor nunca lo aceptará; que solo es mitigado por el tiempo y para muchos como yo, en mi edad por la cercanía de que pronto nos veremos juntos en la Gloría de los Justos de Dios en donde entenderemos muchas cosas que aún nos son ocultas.
Vicente, alguien de tu pueblo que comulga plenamente con todas tus luchas e ideas. mientras me quede un hálito de vida nunca te podré olvidar. Me resisto a que te hayas ido tan tempranamente en tu fecunda vida.
La muerte es así, inconmensurable; y traza sus caminos que a veces nos son inexplicables. Pero tú has sido de los dignos y de los necesarios y eso me duele mucho y me reconforta a la vez. Te lloro y lloraré, hasta nuestro reencuentro en el lugar de la vida eterna que a todos los seres humanos nos corresponde. En una casa que la liturgia dice que no se acaba; y que forma parte de mi fe existencial.
Hasta pronto Vicente, allí nos esperarás a todos, con tus ejemplos y tus canciones, siempre vivientes e inolvidables.
Así lo pienso, así lo lloro y así lo expreso con mi dolor y mis lágrimas en mi derecho a expresarlas, sin querer ofender a nadie en particular.
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