POR LO DE CITGO Y MONOMEROS, UNO SE PREGUNTA , ¿QUE HARIAN LOPEZ Y GUAIDO ESTANDO EN MIRAFLORES?(Eligio Damas)

To:you Details Por lo de Citgo y Monómeros, uno se pregunta, ¿qué harían López y Guaidò estando en Miraflores? Eligio Damas Por lo de Citgo y Monómeros, uno se pregunta, ¿qué harían Leopoldo López y Guaidò si estuviesen en Miraflores.? Pues, al más “pintaò”, pondrían como inocente y hasta pendejote. En manos de ellos, esas poderosas empresas, duraron lo que una barquilla en la puerta de una escuela o un “peo en una mara”. López y Guaido, “unos rolos e` vivos”, como les hubiese calificado aquel animador de televisión que fue Guillermo González, conocido como “Fantástico”, llevaron a la carraplana a dos empresas que tenían todos los visos de ser exitosas y fundamentos para un ingreso importante pata el país todo. Por supuesto, PDVSA en manos del gobierno, también está en los límites y lo está por varias razones que, puestas en orden serían, mal manejo estratégico del negocio, lo que incluye pésima gerencia a lo largo de estos 20 años, lo que no excluye a los anteriores, pero queremos empezar por allí, la corrupción, la politiquería que la convirtió, no en caja chica o negra sino loca, que la dispuso para gastos que no le correspondían y el haber usado la empresa para intentar asumir todo el desempleo real y potencial a falta de programas en otras áreas, por aquello hermosi de Chàvez de querer pagar la deuda social, sòlo que pareció equivocarse en la forma. Pero por lo menos, esta, PDVSA, usó parte de sus recursos para esto último y hasta en programas que no eran de su competencia, pero sí del Estado. Siendo ellos, López y Guaidò, los mentores, ideólogos y planificadores de todo aquello, cuidaron los detalles, como atraerse a un ejército de tipos sin escrúpulos como ellos, porque los burros se buscan para rascarse y, quienes antes no lo eran, terminaron en eso porque, en este caso, por decirlo al contrario como debe ser, “quien a mal árbol se arrima mala sombra le cobija” y hasta aquello de “todo lo malo se pega”. Siendo ellos los jefes del gobierno interino, cuyo interinato es lo más parecido a las expectativas de vida de Matusalén y no teniendo la obligación de rendirle cuentas al Estado venezolano y al pueblo, el verdadero dueño de todo eso y menos tenerle que cederle parte alguna de la ganancia, tuvieron la oportunidad de demostrar la fortaleza y certeza de las tesis que pregonan, como que esas empresas serían exitosas en manos del capital privado. Y justo, Monómeros y Citgo, estando en manos de los nombrados “gobernantes”, unos con la enorme ventaja de no tener obligaciones con el gasto público, como pagar impuestos, regalías, maestros, escuelas, médicos, hospitales etc., el sueño del empresariado, por lo menos en Venezuela y lo que exigen para garantizar el bienestar, deberían ser hoy unas empresas sólidas, pesadas, enriquecidas, fuertes y hasta con cuantiosos ahorros y posibilidades de seguir creciendo. Y ellos, López y Guaidò, el principal argumento que dieron, para con la complicidad de los gobiernos de EEUU y Colombia, apoderarse ilegalmente, como quien atraca un banco, un blindado en plena calle, fue que intentaban proteger esos bienes, que son del pueblo, de la voracidad de quienes ejercen en verdad y con derecho constitucional el gobierno en Venezuela, gústele a quien le guste, incluyéndole a uno mismo. Según ellos, en lo que, en cierto modo, no estaban lejos de un buen diagnóstico, el gobierno cogería esos recursos para pagar una nómina de funcionarios y trabajadores improductivos, no por estos, sino por lo ineficiente, anacrónico, dogmático del modelo, en lo que el capital privado tiene buena parte de culpa y responsabilidad. Pues no hay nada de capacidad gerencial ni para planificar, y lo que es peor que eso, para que quienes se mueven en los espacios de la intimidad, hiciesen buenos negocios personales y los dilapidasen en las distintas formas que para eso hay. Entre estas una como aquello que se ha hecho popular de “los trabajadores hacen las veces que trabajan y el Estado que les paga”. Una especie de estrategia estatal, en la cual este, el patrón paga una miseria, mantiene el salario mínimo congelado y al mismo tiempo, por falta autoridad moral, no exige mayormente a sus trabajadores, más bien les estimula a volverse emprendedores o hacer otras cosas para redondear la arepa. A los trabajadores casi llegan a convencer que son subsidiados por un gobierno generoso o, lo que, es más, pierden la conciencia de proletarios y como tales asalariados y explotados y se tornan sumisos y agradecidos del bondadoso patrón que les nutre de dàdivas. He leído que “Monómeros fue una empresa que se ubicaba en el octavo lugar de las 20 empresas más rentables de la región del Caribe y sus ingresos operacionales se posicionaron por un valor de 295 millones de dólares en 2018, ambas características la convirtieron en la fracción del pastel más apetecible para la oposición venezolana que estaba al frente de la Asamblea Nacional desde 2015.” Para hablar de Citgo basta con decir que es una de las empresas más importantes de su clase que hay en Estados Unidos, pues bastante sabe el venezolano lo que ella significa y los enormes beneficios que venía produciendo. Y como dije al inicio, sin que el venezolano de ella aprovechase algo, como que de ella se tomasen los reales para gastarlos en el país en asuntos inherentes al Estado o pagar nómina inflada de trabajadores o celebrar las navidades y el carnaval y menos invertir en la Misión Vivienda o en las cajas Clap, tampoco en vacunas contra la epidemia, López, Guaidò y sus, ¿cómo habría que decirles, alcahuetes, sería?, a las dos empresas quebraron y en paralelo, al mismo tiempo, en sólo dos o tres años de gobierno interino. Y la quiebra es real, no la niegan ni la ocultan. Lo único que se les ocurre es que unos culpan a otros. Como que Humberto Calderón Berti culpa a Leopoldo López, el jefe de Guaidò y López se limita hacer lo mismo con la “gerencia”. Gerencia que ellos pusieron y debieron supervisar. Guaidò y López cuando escucharon el llantén de los trabajadores venezolanos por el bajo salario, queriendo ganar indulgencias y pensando en los reales que significaban tener por lo menos aquellas dos empresas, ofrecieron más que Maduro. Una de esas ofertas fue enviar “ayuda humanitaria” a torrentes y pagarle a cada trabajador al servicio del Estado 100 dólares mensuales. Fue esa la idea para meter la mano, y de allí dejar bastante en sus bolsillos y hubo gente inocente, ahora mismo recuerdo un buen y generoso amigo mío, militante opositor, quien escribe por distintos medios, quien se llegó a comer el cuento. Pero la avidez de aquellos personajes por el dinero llegó a límites tales que, al final decidieron no gastar en nada de eso y coger la torta para ellos solos; ni siquiera se conformaron con aquello de “quien reparte y reparte se queda con la mayor parte”. Pero no, López y Guaidò y sus íntimos, que no es un número muy grande, se consumieron esas dos empresas en lo canta un gallo. Y por lo que ya hemos dicho, no es que se embarcaron en un proyecto de país equivocado, ineficiente que se tragó los recursos, sino simplemente que poco a poco, cada día, se reunían para repartirse la cochina.

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