NOS VEMOS EN GUANAJAY(Ciro Bianchi Ross)
APUNTES DEL CARTULARIO
Ciro Bianchi Ross
Nos vemos en Guanajay
El Galiano y San Rafael de Guanajay es la esquina que ocupa el edificio del café—restaurante El Niágara. Se trata de la esquina más célebre y emblemática, el corazón, pudiera decirse, de esa cuidad del occidente habanero, Por su lugar privilegiado dentro del casco urbano y la cantidad de instituciones y comercios a los que ese inmueble dio albergue, es difícil encontrar un habitante de la zona que no conserve un recuerdo asociado a ese edificio, sus históricos portales, la esquina en que se asienta.
Se construyó en una fecha no precisada que se sitúa entre los años de 1836 y 1850, y su primer propietario instaló allí una fonda. Ya en 1866 los periódicos de la villa aludían a las bondades de la cocina y la repostería del Niágara, establecimiento que cobraba fama por lo sabroso de su café, las confituras y los dulces finos que expendía, notoriedad que fue en aumento gracias a un exquisito arroz con pollo que llevó el nombre de la casa, lo que hizo que el lugar se convirtiera en una parada obligada en el camino hacía Pinar del Río. Desde 1894, y a lo largo de varias décadas, lo más sobresaliente de la decoración de esta café—restaurante fue la imagen de las cataratas del Niágara, obra del pintor local Miguel Monet que, llegado el momento, no vaciló en cambiar sus pinceles por el machete redentor en la manigua insurrecta.
Mucho se ha transformado este edificio a lo largo de los años. A comienzos del siglo XX, un nuevo propietario, el acaudalado comerciante Francisco Valdés Cinta, eliminó la cubierta de tejas, realzó la belleza de su fachada e hizo poner cristales en sus ventanas y puertas; vidriería que no resistió la furia del huracán de octubre de 1926. No paró ahí la transformación. Se añadió al edificio una segunda planta y se instaló en ella el teatro Cinta, hermosa sala donde, desde su inauguración en 1909 y hasta la apertura, en 1930, de un cercano rival, el teatro Vicente Mora, presentó artistas de la talla de Ernesto Lecuona y Zoila Gálvez.
En 1928, el proyecto de la carretera Central contempló, al paso de esa vía por Guanajay, la eliminación de los acogedores portales de El Niágara. Las protestas de los vecinos obligaron a buscar otra solución. Ya en la década de 1960 un arbitrario propósito de remodelación del inmueble incluyó la sustitución por pilastras de sus añosas columnas. Nuevas protestas de la vecinería y las columnas de siempre debieron ser respetadas. Una reconstrucción oportuna evitó el desplome del edificio.
En ese local funcionó asimismo el Casino Español de Guanajay, fundado en 1870. Tuvieron lugar allí fastuosos bailes como, cada 21 de octubre, el de San Hilarión, patrono de la villa. Hay sin embargo recuerdos amargos de esa sociedad recreativa que, en diciembre de 1896, celebró con champaña la muerte en combate del mayor general Antonio Maceo.
Otros hechos asociados con El Niágara perviven en la memoria colectiva. El café y sus portales fueron por años centro de reunión de la juventud independentista de la villa. En la República fue lugar de tertulias de políticos liberales y conservadores. En época más cercana, el 1 de junio de 1952, fecha en que debían de celebrarse las programadas elecciones generales, frustradas por el golpe de Estado de 10 de marzo, fue este establecimiento el lugar escogido por los revolucionarios de la localidad para efectuar la jura de la Constitución de 1940, pisoteada por la asonada castrense.
Un hecho más a recordar. Manuel Bustamante, el asturiano que dio vida a la esquina con aquella modesta fonda, facilitó ropa y alimentos al general Narciso López cuando, luego de su captura en Pinos de Rangel, pasó prisionero por Guanajay con destino a La Habana, donde se le daría muerte en garrote.
Por encima de modas y contratiempos y sus largos años de vida, los aconteceres de este Niágara siguen resultando, a los ojos de cualquier vecino, de mayor interés de los ocurridos en la homónima catarata norteña. Continua en el centro de la vida local como símbolo de la hospitalidad de la tierra del río Capellanías. Su momento estelar: el mediodía, hora en la que a los inevitables transeúntes y a quienes aprovechan la sombra de sus portales para conversar y concertar citas, se suman los comensales de siempre. Aquellos que nunca han dejado de apostar por un futuro renacer en todo su esplendor de este tradicional lugar que da nombre a la más popular esquina de la ciudad de Guanajay
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Ciro Bianchi Ross
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