EL MAESTRO NO IRA MANANA A LA MARCHA DEL 1er DE MAYO PORQUE UN DOLOR DE MUELAS LE PARALIZA ( Eligio Damas)
El maestro no irá mañana a la marcha del 1º de mayo porque un dolor de muelas le paraliza
Eligio Damas
En 1886, los llamados con justicia, mártires de Chicago, encabezaron las protestas por la jornada de las ocho horas diarias de trabajo. Unos cuatro de ellos, fueron sentenciados a la pena de muerte por atreverse a movilizar a los trabajadores para intentar lograr aquello. La dieron al modelo lo que todos los envueltos en aquello, trabajadores y sobre todo propietarios, creyeron una estocada mortal. No imaginaron nunca, ni siquiera estando en los umbrales de la muerte, que pasarían a la historia, inmortalidad y que, en el mundo entero, terminarían siendo homenajeados, hasta con devoción, aunque muchos dirigentes obreros, llamados así por puro convencionalismos y por hacerse entender y gobiernos hasta definidos como de la clase obrera, lo hagan por pura hipocresía y como el pertinaz pecador que no deja de ir los domingos a la misa y vive, en cada trance, dándose golpes de pecho y jurando “¡por esta!”
Mi compañero y colega es de esos que, casi desde muchacho, espera el 1º de mayo, como el 24 y 31 de diciembre, los tres días de los reyes magos, cuando le llegaban los regalos a los pobres, el de su cumpleaños y hasta el del maestro para celebrar. Claro, cada cosa se celebra de una manera y otra de otra, aunque todas están marcadas por un signo, señal y hasta ritual. Por supuesto que, como todo cambia y el cambio pasa por la cuantitativo, como que de aquello disminuye y hasta se acabó, mi compañero, de conformidad con eso, ha cambiado su ritual; pero sigue celebrando.
Pero eso de “celebrando”, hay que verlo en su exacta dimensión. Una parte es fiesta o era fiesta, porque en estos tiempos la palabra se ha vuelto obsoleta y hasta extraña, como que los motivos para eso poco abundan y no sólo por la pandemia, la distancia y la mascarilla que pone más distancia, sino que entre nosotros se introdujo una idea, que cambiar el modelo, hacer una revolución es algo así como congregar a los muertos, la tristeza y hasta el llanto, amontonar la herrumbre y cubrir todo de sombras y de un hablar a solas para que nadie escuche lo que pensamos y mantener todo en secreto, como que la hermana menor y más bonita le quitaron lo de señorita. Pero otra parte, antes era salir a la calle a dejar constancia de nuestra fe, reclamos, consignas y decir al poder, al de los grupos que dominan y al Estado que les sirve, pese se disfrace de juez venido de lo alto del cielo, porque si es de aquí abajo, ya, de hecho, a nadie engaña, “aquí estamos presentes, dispuesto al combate por nuestra causa” y esa causa, el primero de mayo, siempre estaba simbolizada en luchar por el salario.
Cuando terminó la carrera, al costo de tanto sacrificios de los viejos que, allá en Carúpano, estaban pendientes de reunir cada locha y bolívares, los que sobraban y los que se restaban al comer, para mandárselos para su manutención mientras él cursaba la carrera docente, para hacerse profesor de matemáticas, en el Pedagógico de Caracas y empezó a trabajar o mejor prestar sus servicios de manera abnegada, porque el salario no era gran cosa, siguió participando con más ahínco en las caminatas largas, sin dejar de gritar sus habituales consignas cada 1º de mayo.
Estuvo siempre en las primeras luchas gremiales en la FVM y el Colegio de Profesores de Venezuela, aquellas por alcanzar el derecho a contratar y ser considerados “trabajadores de la enseñanza y no simples empleados públicos” y en las persistentes y casi habituales por los contratos y porque el patrón los cumpliese y respetase, luchas dadas contra los grupos políticos de la derecha y su dirigencia sindical que dominaban al Estado. Y cada lucha, unas más duras que otras, donde hasta hubo que confrontar a la policía y recibir planazos, siempre terminaba en alguna conquista, desde las grandes como esa del derecho a contratar hasta las muy pírricas, cuando la dirigencia sindical no estuvo a la altura de las exigencias y se dejó dividir y amedrentar por el gobierno; pero eso sí, cada lucha era una victoria y una conquista. Pudiera hacer aquí una larga lista de cosas, como la relativa a eso esencial que ya dije, el derecho a contratar, formar parte, con libertad, de alguna agrupación gremial, la estabilidad laboral, las prestaciones sociales, pago de vacaciones, aguinaldos, la apertura de concursos para ingresar a la carrera docente y el derecho al ascenso, para cerrar aquello que quienes no éramos partidarios del gobierno o de los gobiernos de la IV República, no teníamos derecho a ascender, para lo que logramos el Reglamento del Ejercicio de la profesión Docente y, para cerrar este balance, el derecho automático de alcanzar la jubilación después de 25 años de trabajo y servicio de salud, mediante el IPASME y luego el servicio derivado de la contratación con una empresa de seguro y hasta el servicio funerario.
Y esas fueron conquistas derivadas de esas luchas que empezaban cuando uno salía a desfilar y gritar consignas el “día del maestro” que convertimos en el del “trabador docente” y luego el 1º de mayo, lo que uno hacía con verdadera devoción. Y mientras marchaba, mi compañero, gritaba sus consignas de ¡abajo el imperialismo!, ¡viva la clase obrera!, ¡muera el capitalismo! y ¡vayamos al socialismo que es la salvación y cielo de los trabajadores, porque uno todavía creía que, eso era sólo cosa de voluntad, como coger el carrito pa` la playa.
Mañana es 1º de mayo. Mi compañero está jubilado y por esto, del día del trabajador, hace poco rato, fui a visitarle y le vi en un rincón triste y me sentí un Aureliano Buendía y a él le percibí como el compadre de este, Gerinaldo Márquez, cuando supe que su tristeza está anclada en nuestro salario de ahora, que no nos alcanza para nada, ni para tener ganas de celebrar “este c………….de 1º de mayo.
“No tengo, compañero, ni siquiera como alimentar mis fuerzas para esa larga caminata, la que siempre hemos hecho. Y para más vainas, viene usted en un momento que tengo un dolor de muelas que me tiene sin dormir tres noches.”
Entonces, recordando a Buendía y repitiéndolo, le pregunté, “¿compañero, por quién luchamos?” “No nos queda ni la opción de la muerte, porque cómo nos entierran o creman los nuestros, si ni siquiera para eso tenemos.”
- “Compañero”, me dijo, “tengo la impresión que luchábamos rodeados de enemigos, mientras usted y yo y casi todos los maestros, lo hacíamos por una vaina, la dirigencia política lo hacía por otra y a favor de otros. Es, para decirlo al estilo de los muchachos de nuestro tiempo, como si nos hubiesen jugado camonina o gallo guindao.”
Y siguió hablando:
- “Y no es tanto lo que jode este dolor de muela, sino que después de tantas luchas y conquistas, no tengo ni siquiera a dónde ir por un simple servicio odontológico, pues al IPAS-ME destruyeron, el seguro no existe, mi salario mensual no alcanza para pagar ese servicio y aquí estoy que casi lloro.”
¿Entonces compañero de nada valió nuestra lucha?, pregunté.
- “Si valió para mucho, compañero. Somos una referencia. Allí están los contratos. Que quienes debían cumplirlos, no sólo por la obligación que se deriva del derecho común, lo que en cualquier sociedad se respeta y cumple, porque no es mucho lo que le cuesta al modelo y al patrón que, en fin, de cuentas es el empleador, y además es eso fundamental para su propia existencia en sana paz, sino porque están allí en nombre de nosotros, usurpando un derecho que no tienen y dan muestras de no poder hacerlo, no es motivo para enterrar el hacha.”
Oyéndole decir aquello pese su dolor de muela, agregué:
¿Entonces seguimos en nuestras luchas? Por el salario digno, pese quienes gobiernan, extrañamente eso crean subversivo y, digo extrañamente, porque eso siempre dijeron los gobiernos confesos de derecha y este se dice que es del polo opuesto. Pero callan, mandan a callar y le tapan la boca a quienes de eso quieren hablar y hasta hace poco hablaban, para que esa palabra ni la nombren.”
Y les dicen como Gómez, “no es culpa de la estaca si el sapo salta y se ensarta”. Y ellos callan o cambian el discurso, por esa cruel insinuación.
“¡¡Claro que seguimos!! Sólo que, mañana no cuenten conmigo, porque este dolor de muela me tiene aniquilado, los remedios caseros, como los buches de agua salada que cojo para enjuagarme la boca e intentar amansar el dolor, que es lo único que puedo hacerme, para nada me sirven y el sacamuelas, ese de los tiempos de antes, el único que puedo pagar, pues con un paquete de harina de maíz que tenga por allí lo arreglo, se comprometió conmigo estar aquí mañana.”
“¿Entonces compañero”, pregunté a mi amigo quien se vio obligado a callar porque la muela le regaño con fuerza, “¿esta revolución que antes apoyamos no es que camina como chencha sino como el mismo cangrejo?”
Es posible entonces que, de haber marchas mañana y habiendo dos, unos caminen hacia adelante y otros hacia atrás.
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