ELECCIONES PRESIDENCIALES EN ESTADOS UNIDOS 2020

Elecciones presidenciales en Estados Unidos 2020: ¿Cómo se comporta el voto cubanoamericano? Por: Abel González Santamaría cortesia de cubadebate En este artículo: Cubanos, Donald Trump, Elecciones, Estados Unidos, Joe Biden, La Florida, Mafia de Miami, Miami 23 septiembre 2020 | 50 Compartir41 Estados Unidos es el tercer país más poblado del mundo, con 331 millones de habitantes. Según la Oficina del Censo de ese país cerca de 60 millones son de origen hispano o latino, de ellos 2 millones 300 mil son de origen cubano. Se estima que más de 1 millón 300 mil nacieron en la Isla y el resto son descendientes con 50% o más de sangre cubana. La mayoría residen en los estados de la Florida, Nueva Jersey, Nueva York, California y Texas. Se calcula que más de 1 millón 200 mil, que representa el 70%, viven en la Florida. Para las elecciones presidenciales del próximo 3 de noviembre, están registrados para ejercer su derecho al voto aproximadamente 268 millones de estadounidenses, de los cuales 32 millones son de origen hispano o latino. Dentro de ese grupo minoritario más de 1 millón son cubanoamericanos, de ellos alrededor de 650 mil están registrados en la Florida. Es precisamente ese estado –el tercero que más votos electorales otorga con 29 al igual que Nueva York– uno de los más competitivos para llegar a la Casa Blanca. La mayoría de los especialistas consideran que si el mandatario Donald Trump no triunfa en la Florida perderá la reelección. Se debe tener en cuenta que desde Calvin Coolidge en 1924 todos los candidatos republicanos que ganaron las elecciones presidenciales también vencieron en la Florida. De ahí que ese estado se ha convertido en un campo de batalla entre el Partido Republicano y el Partido Demócrata, donde aún no hay nada decidido. Al estar muy reñida la contienda según las encuestas, los equipos de campaña tratan de asegurar los votos de los cubanoamericanos que ejercen cierta influencia en los resultados. Tradicionalmente los votantes de esa comunidad han favorecido al Partido Republicano, aunque esa tendencia se ha ido debilitando en los últimos años. También existe una proyección de magnificar el voto cubanoamericano, que representa solo el 6% del electorado de la Florida y menos del 1% del total del país. En los condados floridianos de Miami-Dade, Broward y Monroe, donde se concentra la inmensa mayoría de los votantes cubanoamericanos, su voto no ha sido decisivo cuando se trata de elecciones presidenciales. Es significativo que en esos tres condados siempre han ganado los candidatos demócratas, sin importar el nivel de preferencia que hayan tenido entre los votantes cubanoamericanos.[1] Resulta ilustrativo que en las elecciones de 2008 y 2012 donde fue electo y reelecto el demócrata Barack Obama, no ganó por el voto de los cubanoamericanos y sin embargo logró ganar la presidencia y en particular el estado de la Florida. Por cierto durante la campaña de 2012, Obama se distanció de las posiciones de la extrema derecha cubanoamericana y sorprendió con un resultado alentador al obtener cerca del 50% de los votos de esa comunidad, la mayor obtenida por los demócratas hasta la fecha. Téngase en cuenta que su predecesor George W. Bush en las elecciones del 2000 obtuvo el 75% del voto cubanoamericano y en su reelección en 2004 alcanzó el 78%, con una política de abierta confrontación con Cuba. Sin embargo, el candidato republicano John McCain que perdió frente a Obama en 2008, logró el 64%, lo que indicaba un considerable cambio en el electorado de origen cubano. También la candidata demócrata Hillary Clinton aunque perdió frente a Trump obtuvo el 46 % de las boletas de los cubanoamericanos, según las investigaciones. Son diversos los factores que explican la evolución que tenido en las últimas elecciones el voto cubanoamericano, con una tendencia por los candidatos más liberales. Dos hechos, de cierta forma relacionados, saltan a la vista como causas del resultado electoral en 2012: el temor de muchos a que la política hacia Cuba regresara a sus fundamentos más hostiles y el rechazo ideológico de las nuevas generaciones al extremo conservadurismo de los republicanos. Resulta evidente que el tema de las relaciones con Cuba constituye una necesidad existencial de los nuevos inmigrantes, que los colocó en franca oposición con las propuestas republicanas encaminadas a limitar estos contactos. Pero esta contradicción no resulta tan clara en el caso de los jóvenes nacidos o criados en Estados Unidos, cuyo vínculo con su patria de origen tiene un valor más difuso e incluso muchas veces ni se materializa en la práctica.[2] Existen diversos estudios que clasifican a la inmigración cubana por la fecha y el contexto en que llegó a Estados Unidos. Los que lo hicieron antes de 1980 cuando ocurrió el puente marítimo del Mariel, son votantes registrados y respaldan generalmente las políticas de hostilidad de los diferentes gobiernos estadounidenses contra la Revolución Cubana. Los inmigrantes posteriores a 1995 cuando se firmaron nuevos acuerdos migratorios entre Cuba y Estados Unidos durante el gobierno del demócrata Bill Clinton, en su mayoría son votantes registrados y abogan por un acercamiento hacia su país natal, al igual que los descendientes de la comunidad de segunda y tercera generación. A ese último segmento se suman los inmigrantes que se asentaron a partir de 2013 que fueron favorecidos por la actualización de la política migratoria cubana, dirigida a lograr que los movimientos migratorios sean de forma legal, ordenada y segura, así como para fortalecer su relación con la emigración. Por primera vez parte de ese grupo que ya están registrados votará como ciudadanos estadounidenses en las elecciones presidenciales del 2020, muchos de los cuales apoyan la existencia de relaciones diplomáticas y comerciales entre ambos países, y la expansión de los viajes a Cuba. A partir de la política de acercamiento del gobierno de Obama con Cuba y el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países en 2015, se experimentó un crecimiento considerable de las visitas de los cubanoamericanos a la Isla. Más de 292 mil lo hicieron en el 2015, casi 330 mil en el 2016, más de 432 mil en 2017, y más de medio millón en el 2018 y 2019, pese a los obstáculos impuestos por la administración de Trump. Resulta interesante el estudio anual, conocido como “la encuesta Cuba de la Universidad Internacional de la Florida de 2018”, titulada “Cómo los cubanoamericanos en Miami miran las políticas de Estados Unidos hacia Cuba”, realizado a finales de ese año y en el cual consultaron telefónicamente a 1 001 residentes del condado de Miami-Dade. La investigación reveló que la posición de un candidato con respecto a Cuba ya no es una prioridad para el elector cubanoamericano en Miami, sino que se preocupa por los mismos problemas que los que no son de origen cubanos y los otros latinos en Estados Unidos. [3] Según el estudio las preferencias de los cubanoamericanos a la hora de decidir su voto indican una tendencia fuerte a preocuparse más por temas locales o nacionales que los afectan directamente en su entorno. En orden descendente, para el elector cubanoamericano los aspectos de mayor relevancia para conformar su intención de voto serían: economía y trabajo, salud, control de armas, inmigración, impuestos, votar por su partido (sin importar prioridades), terrorismo, política internacional, otras prioridades y, por último, la posición del candidato con respecto a Cuba. La mayoría de los encuestados favorece el aumento de las relaciones con la Isla. La campaña de Trump En la Convención Nacional Republicana celebrada a finales de agosto de 2020, el candidato republicano Donald Trump amenazó con que su contrincante demócrata Joe Biden sería “el destructor de la grandeza americana”. Presentó como línea de mensaje fundamental que “estas elecciones decidirán si salvamos el sueño americano o si permitimos que una agenda socialista derribe nuestro querido destino”. En ese enfoque han estado manejando el tema de Cuba durante los cuatro años de gobierno y en la presente campaña, al presentar al socialismo como un modelo fracasado. Varios de los oradores durante la Convención Nacional Republicana se empeñaron en denigrar al socialismo y al comunismo, un término manipulado históricamente por los gobiernos estadounidenses para difundir temor. La campaña de Biden Sobre Cuba el candidato demócrata Joe Biden ha reiterado que, en caso de ganar las elecciones, retomaría la política implementada por Obama y daría marcha atrás a las políticas de Trump. A inicios de septiembre en una entrevista con NBC 6, filial en Florida de la cadena de televisión nacional, Biden dijo que planea volver a instaurar la política de acercamiento de las relaciones diplomáticas que instauró el presidente Obama: “Estoy tratando de dar marcha atrás a las políticas fallidas de Trump que han causado daño en los cubanos y sus familias. No ha hecho nada para promover la democracia y los derechos humanos”. Su plan, agregó, es seguir una política que “adelante los intereses y empodere al pueblo cubano” para que “determinen su propio futuro”. A 42 días de las elecciones presidenciales en Estados Unidos es muy difícil pronosticar sus resultados por el alto nivel de incertidumbre y lo reñida que se presenta hasta la fecha. No obstante, en la recta final de la campaña el 53.4% de los estadounidenses desaprueba la gestión de Trump como mandatario y según The New York Times la campaña de Biden tiene una gran ventaja financiera de recaudación de fondos de unos 141 millones de dólares sobre Trump. El candidato demócrata también aventaja a su contendiente republicano por un promedio de 6.5 puntos en la intención del voto en las encuestas de opinión nacional. Según el portal especializado Real Clear Politics, el 49.5% de los encuestados señalaron que votarían por Biden, mientras que el 43 lo harían por Trump. De igual forma va liderando en la Florida, pero por un promedio de solo 1.6 puntos. Según Real Clear Politics el 48.6% de los encuestados señalaron que votarían por Biden, mientras que el 47 % lo harían por Trump. De ahí que el voto de los cubanoamericanos tendrá cierto imparto en el resultado de ese estado, y solo pudiera decidir en caso de ser muy cerrada la competencia. Es por ello que ambos partidos le otorgan prioridad a esa comunidad en su agenda de política interna y electoral, la cual está muy polarizada. Resultará interesante el segundo debate presidencial anunciado precisamente en la ciudad de Miami el próximo 15 de octubre y donde el tema Cuba acaparará la atención de ambos candidatos para movilizar el voto de los cubanoamericanos. Para cualquier análisis sobre el tema se debe tener en cuenta que en los últimos años el voto de los cubanoamericanos no es monolítico ni votan en bloque, como tradicionalmente se vanagloriaba la extrema derecha. Existe una tendencia que refleja la evolución hacia posiciones más liberales y contra el conservadurismo, principalmente en los jóvenes. Conocer exactamente sus cifras resulta casi imposible porque las boletas no definen el origen de las personas y el voto es secreto. No obstante, los estudios se realizan por las encuestas que se realizan “a pie de urna”. Existen estudios que indican que antes de la pandemia había un repunte del electorado cubanoamericano a favor de la reelección de Trump, motivado fundamentalmente por los indicadores que estaba mostrando el actual gobierno sobre la recuperación económica. Sin embargo, esa tendencia pudiera haber cambiado en los últimos 6 meses por el golpe que sufren las minorías en el actual escenario de crisis agravada por el impacto de la pandemia de la COVID-19, que alcanza los casi 7 millones de personas contagiadas y más de 200 mil muertes en todo el país, de ellos más de 13 mil fallecidos en la Florida. A ello se le suma la recesión económica que ha provocado que aproximadamente 30 millones de personas hayan tenido que solicitar beneficios de desempleo y casi 40 millones estén amenazados de ser expulsados de sus viviendas por los impagos acumulados. Además, el impacto que tienen las masivas protestas contra el racismo y la brutalidad policial que afecta la ley y el orden en toda la nación. Aunque es muy difícil de cuantificar, es creciente el apoyo de la comunidad cubanoamericana a Biden de forma pública y también de manera “silenciosa”, porque el nivel de intimidación es muy alto. Muchos se callan e incluso dicen que están por Trump, pero realmente van a votar por Biden, según informan algunos estudios. Las razones principales tienen que ver con Cuba, con el daño que está provocando a familiares y amigos el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero del gobierno de Trump –incluso en plena pandemia– y las limitaciones referentes a los viajes. El próximo 3 de noviembre los estadounidenses de origen cubano tendrán fundamentalmente dos opciones a la hora de votar: por Trump porque les parece fuerte para liderar el país y se creen la propaganda de miedo de “amenaza del comunismo” de ganar Biden o contra Trump por el retroceso civilizatorio que impone con su odio y por otras preocupaciones como el control de armas, inmigración, los programas de salud y seguridad social. En cuanto a las relaciones con Cuba, votarán por el candidato republicano de la extrema derecha que apuesta por continuar afectando la vida del pueblo cubano o por el candidato demócrata que aboga por un mejoramiento de las relaciones con la Mayor de las Antillas. Votarán por el odio o por el acercamiento, por la confrontación o por la convivencia civilizada entre ambas naciones. Aunque ha trascurrido más de un siglo de haber presenciado el más universal de los cubanos José Martí las elecciones presidenciales de 1884 en Estados Unidos, en las cuales el candidato demócrata Grover Cleveland derrotó por un estrecho margen al republicano James G. Blaine, comparto por su vigencia su valoración sobre este proceso: “Es recia, y nauseabunda, una campaña presidencial en los Estados Unidos. Desde mayo, antes de que cada partido elija sus candidatos, la contienda empieza. Los políticos de oficio, puestos a echar los sucesos por donde más les aprovechen, no buscan para candidato a la Presidencia aquel hombre ilustre cuya virtud sea de premiar, o de cuyos talentos pueda haber bien el país, sino el que por su maña o fortuna o condiciones especiales pueda, aunque esté maculado, asegurar más votos al partido, y más influjo en la administración a los que contribuyen a nombrarlo y sacarle victorioso. “Una vez nombrados en las Convenciones los candidatos, el cieno sube hasta los arzones de las sillas. Las barbas blancas de los diarios olvidan el pudor de la vejez. Se vuelcan cubas de lodo sobre las cabezas. Se miente y exagera a sabiendas. Se dan tajos en el vientre y por la espalda. Se creen legítimas todas las infamias. Todo golpe es bueno, con tal que aturda al enemigo”. [4]

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