QUE LOS MAESTROS DEJEN DE SERLO Y SE VUELVAN ËMPRENDEDORES¨PARA QUE NO SE FUGEN (Eligio Damas )
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Que los maestros dejen de serlo y se vuelvan “emprendedores” para que no se fuguen.
Eligio Damas
La fuga y hasta extracción de cerebros es más vieja que “María Castaña”. Mujer que debió ser muy longeva porque, siempre la aludían para referirse a algo del pasado y muy atrás. Creo que antes prevaleció de distintas maneras aquello de la extracción.
Las grandes empresas y hasta universidades, se han llevado de nuestros países los mejores cerebros. Empecemos por recordar a Bello que, pasando extremas dificultades en Inglaterra, optó por irse a Chile y allá brindó toda su sabiduría. El gran maestro Simón Rodríguez, un educador brillante y lúcido, tanto que sus ideas pedagógicas todavía son nuevas y en este país casi no se usan en la escuela formal, pues aún no han entrado, pese todo lo que sobre él y ellas se digan, como hasta los gobiernos le han mencionado como faro, pero sólo, guindado en un poste, sin energía para prender su luz, murió dando bandazos de aquí para allá, sin reconocimiento alguno e impedido, por la edad, la pobreza, de volver a su ciudad natal, Caracas. Apenas fue, en 1954, cuando le fue reconocido su derecho a estar en el panteón nacional.
Basta con una oferta salarial muy encima de la que aquí percibían, nada difícil para los interesados, para que los ofertados cogiesen sus corotos y se fuesen. Además, eso ampliaba el currículo, hasta el de sentarse y también satisfacía la vanidad. Era y es una aspiración muy humana que se debe reconocer sin duda, para que nadie vaya a razonar, no sin razón, que uno es un envidioso. Pero es bueno recordar que ha habido centenares, miles de compatriotas, llenos de méritos, que nunca sucumbieron ante esas peticiones.
Incluso, como ya hemos comentado antes, el zuliano Humberto Fernández Morán, no por su propia iniciativa, se fue porque los adecos le corrieron por haber sido ministro de educación de Pérez Jiménez - en una excelente etapa del proceso educativo - pese sus enormes méritos científicos. Los gringos le acogieron, contrataron las mejores universidades de ellos, con todo y ser muy amigos de Betancourt, a su vez este “pana burda” de Nelson Rockefeller y hasta le ofrecieron gestionarle el Premio Nobel si asumía la ciudadanía estadounidense, condición que el “Brujo de Pipe”, como se le decía, no aceptó.
Claro, hay casos muy específicos, de personajes, artistas para quienes nuestro espacio, escenario y horizonte se le achican o están achicados, por el carácter mismo de su arte, los medios, recursos, etc., que este y él, demandan. Ellos crecen tanto que exigen nuevos horizontes, público nuevo, abundante y hasta exigente, que les excite a esforzarse más y llegar más lejos, sacando todo lo que llevan adentro. Por eso, entiendo el vuelo de Rafael Dudamel, lo que no justifica rompa con su mundo, su origen e historia y se invente barreras para olvidar.
Sería lo mismo para el caso del científico que en su medio venezolano no halla como desarrollar sus investigaciones o el artista mejorar su arte. Gestos estos últimos que pudiera terminar en un gran bien para la humanidad. Hoy, bien lo sé, los bailarines clásicos, cantantes líricos, no tienen otra opción que dejarse de eso o irse del país.
Tengo dos nietas, excelentes bailarinas, apenas muy niñas, con premios nacionales e internacionales, que pudieran asumir esa carrera, pero por la crisis venezolana que achicó y hasta cerró espacios que venían ampliándose y el remate de la pandemia, se vieron forzadas a dedicarse a otras cosas también de su interés.
Otra forma de extracción, aunque pareciera distinta a la tradicional, que llamaría más bien secuestro, es la de aquellos que salieron del país, hasta con becas del Plan Gran Mariscal de Ayacucho, habiéndose graduado en áreas de enorme interés, demanda y con altos honores, a quienes empresas y universidades les conquistaron con jugosas ofertas para que se quedasen, pese el enorme compromiso moral al que debían sentirse atados. Pero a esos tampoco pudiéramos objetar, si no media una oferta mejor o por lo menos que les permitiese vivir con dignidad, si aquí vendrían a pasar penurias.
En el pasado, sin motivaciones económicas, porque aquí se vivía mejor que allá, pintores e intelectuales por montones se iban. Prevalecía la idea entre los escritores, para escoger esa área, según la cual hablar desde un banco, a la orilla de un río venezolano, en la costa, bajo alguna palmera o desde una de nuestras innumerables plazas, no tenía valor. Como sí hablar o escribir desde la orilla del Sena o un barrio cualquiera de Paris, como Montmartre o Montparmasse, Madrid o Berna, sólo eso le daba valor a lo escrito. Pese, en el caso de nuestro país, Andrés Bello había escrito “Silva a la zona tórrida”.
El llamado Boom latinoamericano y antes que eso, escritores como Alejo Carpentier, demostraron que eso no era verdad sino una utopía de quienes carecían de brújula. Este es uno de los grandes valores de Ramón Palomares como poeta, para quien el paisaje y el habla campesina, tienen valor poético y literario. Lo que hayamos también en trabajos de Orlando Araujo y Adriano González León.
Porque después todo cambio y sobre todo el escenario. Entonces aquellos escritores no fueron unos secuestrados, sino fugados de su propia realidad por no saber entenderse con ella. Hasta les podríamos llamar auto secuestrados y como solía decir el maestro Prieto Figueroa, simples “colonias mentales”.
Pero en la Venezuela de ahora la cosa se nos ha vuelto tan difícil que el grito de aquel depauperado de Brecht, quien dijo, “lo primero es el comer”, reclamando a quienes le negaban el derecho a la subsistencia digna, plantea dos alternativas, luchas para cambiar la realidad o te evades y te vas en busca de donde pudieras hallar tu problema resuelto de una vez. Y esto no tiene nada de objetable e indigno. Pareciera no le dejan otra alternativa. Pues se trata que cerebro y estómago que se ponen de acuerdo, siendo este último de muchos en una misma familia.
El gobierno parece un barco sin brújula, timón y capitán capaz de vencer esas dificultades. La oficialidad anda perdida, decepcionada, loca y una parte de ella agarrando lo que puede; ahora hasta a los maestros les incitan se vuelvan emprendedores; no que se armen del pensamiento y recursos pedagógicos de Simón Rodríguez, sino que se pongan a elaborar alpargatas de caucho y dejen a los muchachos jugando “La salùa”.
La marinería, desorientada, vive de la ilusión que el capitán que habla con palabras que lo definen como buen intencionado que, en algún momento, pudiera ser a partir del 21-11, despertará y empezará como esas hadas madrinas a agitar su varita de virtud para poner todo en orden y hacer volver el bienestar. En estos casos no se puede hablar de sublevación sino de un "sálvese quien pueda".
La oportunidad de luchar para cambiar el panorama pareciera no estar definida ni clara. Quienes pudieran ser la vanguardia verdadera por un cambio justo y equilibrado, no se otean, porque ni siquiera se reconocen. Hasta la dirigencia, de quienes desde la derecha pugnan por deshacerse del gobierno y entregar el país, dejaron el pelero; se fueron al exterior a una vida mejor y esperar que nosotros, quienes aquí quedamos, nos entrematáramos para ellos regresar como vencedores y a recibir los premios, detrás de una fuerza invasora que entrara a “poner el orden”. Esos no se fueron por hambre o persiguiendo la utopía de los artistas, sino por cómodos, incompetentes y cobardes.
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