LA ONAPRE, EL TSJ, MARCO POLO Y EL MUJIQUITA DE DOÑA BARBARA (Eligio Damas)

La ONAPRE, el TSJ, Marco Polo y el Mujiquita de Doña Bàrbara Eligio Damas El TSJ, en un documento que necesita en paralelo otro que lo explique, dado que quien lo redactó puso el cuidado que casi nadie le entendiera, usando un cursi lenguaje leguleyo, de esos abogados que si lo leen además la voz engolan, dejó sentado que no había ningún motivo para demandar la nulidad de algo que, según los magistrados, “no existe”. Por algo debe ser, mientras intentaba interpretar aquello, recordé a aquel abogaducho, Mujiquita, personaje creado por Gallegos en Doña Bárbara, quien cumplía la triste misión de explicar o intentar darle sentido de justicia a las decisiones o mejor arbitrariedades del Jefe Civil. Les confieso que leí ese documento y me resultó más difícil que entender la explicación acerca de por dónde le entra el agua al coco o las de esos académicos que hablan sólo para la academia, ellos mismos y poco interés tienen que el común de la gente les entienda. Y en este caso, ese es el deliberado propósito, sólo que la pieza es de muy mala calidad literaria. No obstante, por lo que otros dijeron, menos complicados, con más sentido pedagógico o sin motivo alguno para sacar el cuerpo, el TSJ, la suprema justicia, sentenció que esa acusación contra la ONAPRE es un embuste, más si se trae de allá lejos, en el tiempo, a Marco Polo, el viajero italiano, para acusarlo de un supuesto crimen recientemente cometido, que de paso no existe. Los cuerpos de las víctimas expandidos están en todo el territorio nacional, como cuando cayó aquella bomba sobre Hiroshima, pero “legalmente”, no existen, “son vapores de la fantasía”. No sé, lo confieso, si el TSJ se refiere a la ONAPRE o a las tablas que nos aplican, esas que se llevan en los cachos todo lo que está en los contratos de trabajo. Es decir, cuando la ONAPRE decidió ignorar que las vacaciones no debían ser pagadas con el último salario, el de junio, no lo hizo. Es un embuste de quienes eso dijeron. Si acaso sucedió fue en un espacio lejano a esta galaxia o sólo fue un sueño y “los sueños, sueños son”. Por ejemplo, eso que depositaron en la cuenta de cada docente, intentando pasar un contrabando, nunca se dio. Fue un adelanto y regalado, para que tuviéramos algo hasta que llegase el pago verdadero que la ONAPRE tenía en cuenta. Pero podría ser otra cosa. Si el TSJ sostiene que la “jugada” de la ONAPRE, esa que viene haciendo desde hace tiempo y de la cual culparon a un tipo de la escuela monetarista, que no es la de Maza Zabala, Malavé Mata, Domingo Alberto Rangel, menos la correspondiente al discurso de Chàvez, a la que sí perteneció Jesús Farías, padre, por lo que pasó preso unos cuantos años de su vida, pero cuyo hijo optò por saltar la talanquera, nunca se hizo, es porque a quienes ese organismo integran no le aplican esas tablas y menos se las parten en la cabeza. Ellos, quienes niegan la existencia de la jugada de la ONAPRE con sus tablas, que no son las de la justicia, menos las de sumar y sí mucho de restar, no son víctimas de la jugada. Les pagan completo para que la ley siga siendo “ciega”. Por eso, cuando les llegó el reclamo, se pusieron las vendas, blandieron sus espadas, antes revisaron sus cuentas y decidieron que eso era “un cuento mal echao”. Pero vean otra cosa, el tipo de la ONAPRE, que uno a ciencia cierta no sabe quién en verdad es o está detrás de quien uno cree, se llama Marco Polo Cosenza. Marco Polo, cuando todavía no se aceptaba a plenitud que la tierra era redonda, viajó lejos, hasta más allá del horizonte, sin temer se pudiera caer en el vacío. Es decir, si algo tuvo Marco Polo fue audacia. Y fue a China y de allá llevó a Europa la pólvora y hasta los espaguetis. No fue un tipo agarrado a lazos, menos un incompetente para meterse en vainas que no sabía. Y este Marco Polo además, es de apellido Cosenza, quien por nombre y apellido, uno supone es también de origen italiano, tiene una “conciencia” muy clara de lo que hizo. Pues eso se lo enseñaron en la escuela, esa por la que uno pasa por los cuatro costados, desde la cuna misma. Sólo que uno tiene una escuela y, otros, otra. La de Marco Polo Cosenza pudiera ser la misma de Jesús Farías hijo, en estos recientes años, pero no es la nuestra. Quizás él, Marco Polo, pudo haber sido el creador de aquello; quien cortó, serruchó, las tablas, les pasó lija y hasta las lustró con aceite de teca, pero no las aplicó por su real gana, hubo alguien más arriba que le dio el visto bueno. Aquel Marco Polo, dicen marcó el camino a Colón, este Marco Polo de ahora, Cosenza, pudiera haber marcado el camino a corsos y piratas para acabar con todo derecho laboral. Ahora bien, veamos cómo pudo ocurrir eso. Los monetaristas dicen y hacen todo lo posible para que así sea, pues les conviene, eso lo inventaron quienes tienen real o están con quienes lo tienen, que si aumenta la circulación monetaria suben los precios; esa es una explicación dada del lado que les conviene, como quien mira, estando en la cofa del barco, sólo hacia adelante o a un lado, nunca en redondo. Aunque Pascualina, Boza y Valdez sostienen, con números en la mano, lo que es un mirar en redondo, que aquí la circulación monetaria está por debajo de los límites máximos o permitidos. Siendo así, este Marco Polo, quien tiene su conciencia, uno no sabe en cual estado, pero la tiene, propuso hacer o aplicar unas tablas hechas por èl, que restaban los beneficios de los trabajadores, sin importar llevarse por delante la Constitución, la Ley del Trabajo, los contratos, la justicia misma y algo màs, el discurso de Chàvez, con tal de poner en práctica sus creencias, tampoco nada cristianas, para ahorrarle unos reales al gobierno y sobre todo al empresariado, porque hacia allá van los tiros. Esperaba Marco Polo Cosenza que llegado al puerto sin incidente alguno, sería premiado, recibido con truenos de pólvora y un banquete de espaguetis. Pero la jugada no salió como esperaban. Ellos, incluyendo a los sindicalistas, se habían acostumbrado que, en materia salarial, desde los tiempos de Chávez, todo lo decidían desde Miraflores, pasando por el Ministerio del Trabajo, sin pararle a nadie. Entonces, todo estaba dado para seguir en lo mismo, como esta vez, en lugar de subir, lo que se esperaba y espera, dadas las circunstancias, más bien bajar, como demanda Fedecàmaras, los dialogantes internos y extranjeros, disfrazando aquello con el discurso de la igualdad. Una que como dijo Cantinflas, donde hay “unos más iguales que otros”. Pero el juego no les salió como esperaban y esta vez la clase que callada estaba, se puso respondona y salió a la calle a reclamar sus derechos. A Marco Polo destituyeron; el de la cofa volteó hacia otro lado como dando a entender que aquél cogió mal la seña. Pero como dije, “mapurite sabe a quién pea”. A los del TSJ, AN, etc., no les aplican esas tablas y menos se les pegan por la cabeza. Por eso, no es de extrañar que los del primero, organismo casi siempre, por no decir siempre, por aquello de nunca pecar de extremista, formado con gente muy equilibrada, justa, juiciosa y con alto sentido de la justicia, lo que pasa por ser por demás imparcial y libre, como los del segundo, desconozcan que a los demás trabajadores del Estado no sólo les aplican esas tablas a la hora de pagarles el salario, sino que hasta se les pegan contra la cabeza. Es posible, digo yo, muy respetuoso de la justicia y de quienes se encargan de aplicarla, en el TSJ desconozcan la existencia de tales tablas y procedimientos y por eso necesitan que alguien les demuestre su existencia. En la AN pocos están interesados en saber de eso y ese no es tema que les entusiasme. Entonces a los del TSJ, donde se acudió, como compete, porque a los de la AN les trae sin cuidado, en reclamo de justicia, no les parece suficiente haber visto el intento de eludir el pago de las vacaciones. Para ellos, que miran de lejos, tan lejos y alto como quien está en la cofa, fue una jugada de Marco Polo, por su cuenta y riesgo, como esos futbolistas que “juegan para ellos solos”, intentando lucirse, creyendo que con eso se ganaría el cielo, pero fue descubierto a tiempo y por eso lo rasparon. Entonces, siendo así, es verdad. Esas tablas no existen. Fue una mala jugada de Marco Polo, como que intentando llegar a China, la de Xi Jinping, perdió el rumbo y arribó a Taiwán. Pero entonces, según mi poco seso, si esas tablas no existen o mejor, fueron un inventó, el gobierno debe reponernos a los trabajadores el realero que nos quitaron a fuerza de darnos duro con esas tablas, los trucos de mal viajero y baja “consenza” de Marco Polo, este de la ONAPRE, quien, como aquellos marineros orientales, nos quiso pasar un contrabando de embuste-embuste, según el juicio del TSJ. Aunque, pareciera que, esas tablas, pese el TSJ desconozca su existencia o ha decido matar, “gozan de buena salud”.

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