GALIANO DE IDAY VUELTA(Ciro Bianchi Ross)
APUNTES DEL CARTULARIO
Ciro Bianchi Ross
Galiano de ida y vuelta
La calzada de Galiano debe su nombre a don Martín Galiano, ministro interventor en las obras de fortificaciones de la ciudad, quien construyó un puente que llevó su apellido sobre la Zanja Real que recorría la actual calle de ese nombre y surtía de agua a la ciudad. Luego, en 1839, se construyó otro puente que permitía el paso del ferrocarril que salía de la Estación de Villanueva, que se encontraba en parte de los terrenos donde hoy se ubica el Capitolio. Hasta 1842, Galiano estuvo cerrada en la calle San Miguel por una manzana de casas. Desde allí hasta San Lázaro, Galiano no era Galiano, sino Montesinos, posiblemente un vecino o comerciante del lugar. En 1917 recibió el nombre oficial de Avenida de Italia, que no ha sido revocado, pero que nadie utiliza.
En la esquina de Zanja existió un baño público. También una academia de baile. Y en un caserón de media esquina, un teatro chino que, decía Alejo Carpentier, aseguraba a su público “una de las más admirables fábricas de ensueño que pueda imaginarse”, y donde una función podía extenderse durante cinco horas sin intermedio ni actos y, más allá del idioma, la trama de la obra representada se hacía comprensible para quien conociera su simbólica admirable. De Galiano y Zanja salía el tren eléctrico que llevaba a la playa de Marianao.
Desde San Miguel, Galiano fue rellenada para extenderla hasta la costa. Se pavimentó y se construyeron mejores casas, con portales. Lo que la convirtió en una de las más hermosas calzadas de la capital. Vecino ilustre de esta calzada lo fue el mayor general Máximo Gómez, en la casa que le obsequió el pueblo de La Habana. También, en el tramo comprendido entre San Rafael y San Miguel, Raimundo Cabrera, padre de Lydia, la famosa autora de El Monte. Y Alberto Yarini, el rey de los chulos cubanos, en los altos de la casa macada hoy con el número 116. Allí fueron velados sus restos. El hotel Lincoln, con siete pisos y 160 habitaciones, en Galiano y Virtudes, pasó a la historia por haber sido, en febrero de 1958, el escenario del secuestro de Juan Manuel Fangio, as argentino del volante y cinco veces campeón mundial de los Fómula Uno.
La imagen de la virgen de Monserrat, que se venera en la iglesia de ese nombre, en Galiano y Concordia, es copia de la original en Barcelona. En ese templo contrajeron matrimonio los padres de José Martí. También Carlos J. Finlay y Adela Shine Blanck. Curiosamente, el mismo día de ese enlace recibe su fe bautismal Antonio Bruna Martí y Pérez, hermana del Apóstol. Más tarde es bautizada allí otra de sus hermanas, Dolores. Y años después José Francisco Martí y Zayas Bazán.
Digna de mención es la inauguración en Galiano del cine teatro América, el 29 de marzo de 1941. Instalación emblemática de la ciudad moderna. Paralelamente se inauguraba el edificio donde se enclava que, equivocadamente,
suele llamarse América y que se llama en verdad edificio Rodríguez Vázquez. Un inmueble de diez pisos y otros dos en la torre y 67 apartamentos para alquilar, y que hace recordar el Rockefeller Center, de Nueva York,
COMERCIAL POR EXCELENCIA
Galiano es una de las calles más importantes de la ciudad y sigue siendo, a pesar de todo, la vía comercial por excelencia y el lugar donde se ubican importantes centros culturales y recreativos.
Su cruce con San Rafael da vida a la famosa “esquina del pecado”. En Galiano y Neptuno se halla el vistoso teatro América y la Casa de la Música de Centro Habana, en el espacio del desaparecido cine Jigüe. En la manzana enmarcada por las calles Galiano, Reina, Águila y Dragones, donde antes del triunfo de la Revolución se erigió la Plaza del Vapor o Mercado de Tacón, se encuentra el parque de El Curita, en recuerdo de Sergio González, el valeroso combatiente clandestino, jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, asesinado por sicarios de la dictadura batistiana, en marzo de 1958. Durante nueve años, Sergio se preparó para el sacerdocio. De ahí que le llamaran con cariño El Curita. Ese parque es un importante entronque del transporte urbano y un abejeo de gente a toda hora.
También lo fue Galiano y Trocadero, la llamada “esquina de las transferencias”, porque durante los 35 años iniciales del siglo XX fue uno de los sitios donde el viajero, papelito en mano –la transferencia- esperaba pacientemente para hacer el cambio de tranvía, como refiere Eduardo Robreño en su libro Cualquier tiempo pasado fue… y precisa que por el lugar pasaban las principales rutas y alguna, como la de Luyanó-Malecón, lo hacía inexplicablemente por las mismas paralelas en el viaje de ida como en el de vuelta, dando lugar a confusiones entre los pasajeros.
Refiere Robreño que en dicha esquina se ubicaba la redacción del periódico El Día, órgano del Partido Conservador, edificio que ocupó después el diario El Pais, publicación que, se dice, revolucionó el periodismo de entonces gracias al dinamismo que supo imprimirle su director, Rafael Conte, autor de una columna cuyo título sintetiza su estilo: “Con la punta del bate”. En una época en que la radio no trasmitía los juegos de pelota, la fanaticada se arremolinaba en la esquina de Galiano y Trocadero para seguir las incidencias de los desafíos que, con voz gangosa, anunciaba desde el balcón de El País “un morenito refistolero al que le decían Herrerita”, según recordaba el ya aludido Robreño,
Al trasladarse El País, en 1941, para un edificio propio en la Calzada de Reina, el viejo caserón de Trocadero, que fuera el palacio de la Condesa de Buena Vista, albergó a un Juzgado Correccional. Frente de hallaba el edificio que alojaba la redacción de la revista Bohemia, que abrió sus puertas en 1908.
Otro establecimiento de la esquina era la bodega en cuya trastienda Enrique de la Osa y Carlos Lechuga se reunían con sus colaboradores para –tragos por medio- planear y encargar los materiales que aparecerían en la Sección En Cuba de la siguiente edición de Bohemia. Había además un comercio de los llamados entonces de “línea blanca” –refrigeradores, televisores, aires acondicionados…- que llevaba el nombre de Chez Matalòn por el apellido de su propietario argentino, víctima de las bromas a las que desde un teléfono público instalado en la acera de enfrente lo sometía el caricaturista Arroyito.
Mucho cambió esta esquina con el transcurrir de los años. La circulación de Galiano es ahora en una sola dirección y Trocadero es solo en subida.El edificio de Bohemia fue demolido. Tampoco existen El Día ni El País. Ni el bate de Rafael Conte. Ni Matalón ni las bromas de Arroyito. Y hasta las transferencias dejaron de existir hace décadas.
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Ciro Bianchi Ross
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