CHAVEZ, SU HERENCIA Y HEREDEROS ¨Ëligio Damas¨

Chávez, su herencia y herederos. Los casinos y las islas vueltas a invadir por los piratas. En los tiempos de la IV República se produjo la apropiación indebida de muchas de las pequeñas isla del Parque Nacional Mochima, un paraíso, ubicado en el Estado Sucre, el cual comienza en los límites con el Estado Anzoátegui. Aparte de las playas hermosas de la parte continental, como Conoma, Conomita, Pto Cruz, Mochima y Playa colorada, por sólo nombrar unas pocas, más que suficientes para definir y caracterizar ese edén. Se trata de un Parque Nacional y como tal propiedad de la nación y para el goce y provecho de los venezolanos todos. Pero por eso de “la viveza criolla”, de la cual suele hablarse mucho, en aquellos tiempos, alguna gente, una de no muy abundantes recursos, pero si los suficientes para mezclarse en aquella aventura y goce al margen de ley y de lo dispuesto para la preservación del ambiente, como lo venían haciendo quienes por demás tenían en distintos parques marinos nacionales, comenzaron a construir enclenques unos y sólidas y lujosas viviendas, según el rango de cada quien, y en abundancia para sus disfrutes de fin de semana y vacaciones. El fenómeno llegó a tal nivel y en abundancia que despertó, al fin el interés del gobierno nacional, pues aparte de invadir ilegalmente un parque nacional y, como tal de propiedad pública, se convertía en una seria amenaza para un ambiente sensible, la naturaleza y propiedad del paisaje. Es más, los invasores empezaron a creerse con derecho a propiedad no sólo de lo que ilegalmente habían construido ante la vista gorda de las autoridades, sino hasta de las playas correspondientes al espacio que aparecían asociados a lo “suyo”. Tanto que llegaron a sentirse con derecho a negar el derecho a quienes en alguna pequeña embarcación “recalasen” a ellas con la intención de pasar unas horas para gozar del ambiente, la limpidez, frescura de las aguas y el espacio todo. La fotografía que abajo se puede observar, la tomé ayer desde Playa Colorada. Se observan, a derecha e izquierda, dos islas, de las tantas que abundan en el Parque Nacional Mochima. En el centro, hay una isla diminuta, que en la fotografía, por la poca calidad de la misma, tomada desde lejos con un celular, habla de una pequeña construcción hecha sobre un área rocosa. Es lo que, según quienes me informaron, es una posada llamada “La Piscina”, construida y puesta en función allí recientemente. La isla de la izquierda como la de la derecha, ambas ligeramente montañosas, están llenas de viviendas, aparentemente muy lujosas, cuyos propietarios se consideran amos de las playas a los pies de ellas. Según me contó un joven que trabaja en Playa Colorada, sirviendo a quienes allí acuden a gozar de la belleza y tranquilidad de aquel espacio público y como tal de libre acceso, ningún pescador, bañista, vacacionista, puede arribar a esas playas y allí estarse un tiempo, porque los dueños de las casas se sienten con derecho a desalojarlos y hasta tienen sus efectivos mecanismos para como hacerlo o alguien por ellos lo haga. La diminuta isla del medio, entre las dos relativamente grandes, ya llenas estas de casas de muy buena calidad y que hablan de dueños privilegiados, la ocupa lo que llamamos una posada, denominada “La Piscina”, donde según se dice, los precios no sólo son en dólares, como en todas partes, sino elevadísimos, lo que ya habla de quienes podrían ser sus clientes o visitantes, quienes allí arriban en yates lujosos, muchísimos años atrás, en los tiempos de la IV República, fue asiento de una también lujosa vivienda que, según la versión popular o de los humildes trabajadores de Playa Colorada, nunca supe con certeza la veracidad de eso, fue propiedad de “Fina” Rojas, quien fuese una destacada actriz cómica de la televisión venezolana. Con Chávez, a raíz de las Leyes habilitantes, de las cuales dos de ellas estuvieron - uso el pasado porque es el tiempo pertinente en este y otros casos – destinadas a la de la Preservación del Ambiente y la de Pesca, muy ligadas a este asunto, todas esas construcciones ilegales, levantadas en espacios públicos, de propiedad común de los venezolanos y en defensa del ambiente fueron eliminadas o “echadas abajo”, entre ellas, la supuestamente propiedad de “Fina” Rojas, construida en la diminuta isla rocosa del medio, que en la fotografía se aprecia como dos puntos blancos separados que forman la posada “La Piscina”. Las casas volvieron ahora en “tiempos de Revolución”, como suele decirse en la jerga orònica y ofucian también, sin haberse modificado las leyes y, pese quienes gobiernan, se asumen herederos de Chávez. Estas casas de ahora se perciben como de mucho lujo, solidez, expansión y en abundanca, tanto que la costa sur de ambas islas, està copada. No supimos, se nos olvidó preguntar, que pasaba al lado norte. Es posible no haya nada, por protección de los vientos. Según versiones recogidas en Playa Colorada, entre los propietarios aparecen muchos nombres de esos que suelen nombrar en el mismo rol en otros casos. Los nombres se repiten. Hay, según cuentan, gente del gobierno y empresarios. Hasta se menciona a un diputado que fue una figura de la televisión y en ella destacado animador. Pero al margen de esto, lo importante es como, de quienes de eso se han apoderado, violando un derecho público y disposición en favor del ambiente, han hecho caso omiso a lo que quiso y dispuso Chávez. Y como ante el asunto de negar a Chávez y dejar sin validez lo que en su rol de dirigente de un nuevo proyecto, pese digan siguen en lo mismo, también asumen la misma conducta en lo relativo a los casinos y el juego de caballos. Ellos han vuelto y hasta en medio del alborozo y celebración de los “herederos de Chávez”. Organizando y editando mi enorme y abundante archivo, encontré un artículo publicado en el diario barcelonés El Metropolitano, uno de los últimos y donde menos escribí de los medios de Barcelona, Pto. La Cruz, Anaco y el Tigre, relativo a los casinos y particularmente a aquella medida tomada por el presidente de eliminarlos, como a toda casa de juego, de envite y a zar y hasta las jugadas de caballo. Se comprueba abajo, fue escrito en el año 2011, hace 12 años, y sirve, como lo escrito anteriormente sobre el paisaje marino y el Parque de Mochima, estamos percibiendo que, según quienes gobiernan, Chávez se equivocó, en lo que según nosotros no. Del mismo modo que creen acertado en lo que sì se equivocó. Y es natural, cada quien hereda lo que le conviene, como aquel traje, zapatos que le ajustan y hasta los bienes materiales, menos las deudas, aunque sean, sólo morales. Lo que pudiera molestarle es que lo primro se lo coja otro. Socialismo y casinos Eligio Damas El Metropolitano, domingo 11-09-11 Sectores de la derecha y gestores, hilvanaron un discurso para derrumbar los inestables moralismos de fundadores de Democracia Cristiana y Socialdemocracia venezolana. Aquél señaló casas de juego, de esas que abundaban entonces en las pequeñas islas del Caribe que, por su poca extensión, no podían exhibir mucho más que bellos seres humanos y playas, como atractivos para turistas. Islas paradisíacas, pero sin las posibilidades nuestras para implementar un modelo productivo que no nos “obligara” a hacer concesiones relacionadas con prácticas ajenas al trabajo creativo pero asociadas al corso o piratería. “En las noches”, decían sin ocultar el pobre concepto que del turista tenían y estrechez de miras con respecto al futuro nacional, “en estos pueblos no hay nada qué hacer.” Esa fue la justificación para llenar a Venezuela de casinos y abolir la rígida regla de nuestros antepasados que dieron una cruzada para que no invirtiésemos nuestro tiempo en una actividad que suele degradar al hombre. El turismo es una actividad que depende de diversos factores. La gente bien lo sabe. Como conoce que eso del juego no es determinante. Pero el haber “creído” en su bondad para atraer turistas, convirtió a Venezuela en garito y al juego de azar, de práctica insana, mal vista y hasta denigrante, en recreativa “para todos los gustos y hasta edades”, en donde la gente pierde sus pocos o muchos reales para dejarse ver o en ilusa búsqueda de un golpe de suerte. Mientras el banquero o cazador de apuestas, nada bobo, revienta sus bolsillos y paga generosas comisiones. “Los casinos ofrecen empleo”. Dicen quienes defienden su existencia. Es el discurso de “Especulamos pero damos empleo”, del inefable Zuloaga. Los casinos parecieran haber aumentado en estos últimos años. Pero el socialismo que privilegia el trabajo productivo y creador, no puede seguir en actitud complaciente con el juego, estafa y favoreciendo a quienes pudieran dedicarse a algo digno y dignificante. Si es que de trabajar e invertir se trata. Los comisionistas, sin importar nombres y posiciones, no pueden estar por encima del interés social, salud y progreso. A menos haya alguien entre nosotros que, como en la derecha, crea que aquellos valores se expresan en centros comerciales y casinos. Menos mal que los muertos no oyen ni miran. Enterrados, cremados y hasta embalsados se convierten en otras cosas y formas de vida diferentes, pese hasta yo mismo desee que eso no cierto no sea, y por eso, Chávez no se molesta y menos nada sufre.

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